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Por Publicado el: 27/10/2023Categorías: En vivo

Crítica: El organista Andrés Cea en el Otoño Barroco de Sevilla

Otoño Barroco de la Asociación de Amigos de la Orquesta Barroca de Sevilla. Programa: Obras de L. Couperin, S. Aguilera de Heredia, J. S. Bach y J. de Nebra. Órgano: Andrés Cea. Lugar: Iglesia del Monasterio de San Clemente. Fecha: Miércioles, 25 de octubre. Aforo: Tres cuartos.

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Andrés Cea en San Clemente (c) Luís Ollero

Sevilla es una de las ciudades españolas con mayor patrimonio organístico, con algo más treinta órganos repartidos por parroquias, conventos y monasterios. Y, sin embargo, ese patrimonio se encuentra prácticamente en desuso y totalmente desaprovechado para la vida muasical de la ciudad. Fuera de los órganos de los Venerables y de la Catedral, resulta prácticamente imposible asistir a un concierto en alguno de los bellos órganos que permanecen en condiciones de ser tocados. Por eso se reviste de tanta trascendencia el que los Amigos de la Orquesta Barroca de Sevilla hayan querido inaugurar su ciclo otoñal con este concierto a cargo del más importante organista salido de la ciudad, Andrés Cea. Investigador sobre el patrimonio organístico y catalogador de los órganos de algunas provincias andaluzas, el intérprete jerezano es la persona ideal para darnos a conocer el órgano del Monasterio de San Clemente, un instrumento construido hacia 1806 por Antonio Otín Calvete y que presenta unas condiciones mínimas para ser interpretado, con algunos registros inutilizados (la trompetería, por ejemplo) y limitaciones en materia de articulación. Aún así, Cea diseñó un programa acorde a las condiciones del bello instrumento de caja neoclásica que permitió que se pudiese disfrutar de los registros y timbres de este típico órgano conventual.

El Prelude que il faut d’un movement fort lent de Louis Couperin fue llevado por Cea conforme a lo indicado en el título: pausado, contemplativo, dejando fluir las frases, desplegándose con intimidad por el espacio silencioso de la iglesia, con una registración a base de flautados muy discreta y recogida. La lengüetería fue la sección que protagonizó en lo tímbrico la Fantasia del mismo autor, con un tempo más vivo y rítmico y con soltura en la articulación de los pequeños grupetos ornamentales, para conducir a una Fuga llevada por Cea con delicadeza, morosidad y notable claridad en la conducción de las voces. El uso de una registración clara y poco densa ayudó a que las piezas de Sebastián Aguilera de Heredia pudieran desplegar su riqueza en falsas o disonancias, estableciendo al mismo tiempo un perfecto equilibrio entre el cantus firmus de la mano izquierda (sobre todo en el Pange lingua «more hispano») y el despliegue ornamental de la mano derecha. A destacar la claridad con la que Cea desarrolló el denso contrapunto de la Obra de primer tono.

Un momento de especial simbiosis del sonido, la música y el espacio fue el inicio, como un susurro, del Preludio BWV 885 de Bach, seguido de una fuga pausada en la que a cada voz se le asignaba un registro diferencial y en la que era perfectamente identificable el contrasujeto en todo momento. También la moderación en el tempo (posiblemente condicionada por la mecánica del propio órgano) y la transparencia en las texturas caracterizaron al primer preludio de la segunda parte del Clave bien temperado y la primera fuga de la primera parte, ambos en luminoso Do mayor.

Todo se completó con dos curiosas piezas de José de Nebra tituladas Sinfonías. Habiendo sido durante años organista de la Real Capilla, extraña la escasa obra para teclado suya que nos ha llegado. Del manuscrito del Pilar de Zaragoza proceden estas dos piezas que a todas luces muestran haber sido concebidas para el clave y que no ocultan su raigambre scarlatiana. Es curioso: se trata de dos piezas con aire de danza profana (minueto galante en la sinfonía en Re menor) que muestran en sus encabezamientos la encomienda a Jesús, María y José además de alguna otra advocación. Con registración intimista, articulación picada (sobre todo en la que está en Fa mayor) y opción por los flautados, Andrés Cea les dio vida a estas deliciosas piececitas que nos hablan, de nuevo, de la intimidad de la escucha. Andrés Moreno Mengíbar

Publicada en el Diario e Sevilla el 25 de octubre.

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