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Por Publicado el: 24/11/2013Categorías: Crítica

Crítica: LA FORZA DEL DESTINO (G. VERDI) Palacio Euskalduna de Bilbao.

LA FORZA DEL DESTINO (G. VERDI)

Palacio Euskalduna de Bilbao. 22 Noviembre 2013.

Con La Forza del Destino termina por esta temporada el ciclo Tutto Verdi, que se ha
concentrado justamente en los últimos meses del año. No falta mucho para culminar el
proyecto, pero falta lo más difícil por su rareza, ya que muy poco de las versiones
menos representadas se ha ofrecido hasta ahora.

Se ha repetido hasta la saciedad la frase – atribuida a distintos artistas – de que para
representar Il Trovatore no hace falta sino juntar a los 4 mejores cantantes del mundo.
Algo de razón hay en ella, aunque no deja de ser una boutade. Pero, si la mencionada
frase puede aplicarse a Il Trovatore, con más razón podría aplicarse a La Forza del
Destino, que necesita 4 voces de las que no abundan. Me refiero a Don Álvaro,
Leonora, Don Carlo y el Padre Guardiano. La diferencia entre ambas óperas es que
Trovador se defiende musicalmente por sí misma, mientras que no ocurre lo mismo con
La Forza del Destino, que es una obra bastante irregular y poco agradecida para el
público, si no se cuenta con un reparto adecuado. Si no se tienen los cantantes
necesarios, mejor es dejarla para otra ocasión. Los lectores que hayan llegado hasta
aquí ya estarán barruntado que mi opinión es que el reparto vocal ofrecido por ABAO
no reunía la calidad necesaria. Efectivamente, no se equivocan al pensar así.


Escena

Hemos asistido a una representación bastante mediocre de la ópera de Verdi, con una
producción escénica irrelevante, una buena prestación musical, y un reparto vocal
bastante deficiente. Así, La Forza del Destino resulta aburrida.

No son muchas las producciones de esta ópera que circulan por el mundo, ya que no se
representa en exceso, pero algunas hay. Sin ir más lejos este mismo año se ha podido
ver en Luxemburgo y Washington, y el año pasado se vio, al menos, en el Liceu,
Colonia, Darmstadt, Essen, Buenos Aires y Amberes. ABAO ha preferido hacer una
nueva producción, a pesar de los tiempos que corren. Para que una nueva producción
salga más barata que un alquiler, no hay más remedio que lanzarse al low cost. Y eso es
lo que se ha hecho en este caso.

Ignacio García conoce bien el teatro y las posibilidades de ABAO y ha hecho una
producción de salir del paso, con una escenografía única (Tiziano Santi) consistente en
4 módulos laterales, a los que se añaden algunos elementos de atrezzo para figurar las
distintas escenas. El vestuario se debe al propio Ignacio García y a Cesidio Niño (Jefe
de Producción de ABAO), que lo resuelven a base reciclaje y visitas a almacenes. Sin
mayor interés la iluminación de Bogumil Palewicz, que siempre ha actuado en ABAO
de la mano de Michal Znaniecki.


Escena

Ignacio García trae la acción a tiempos más o menos recientes, supuestamente la
Guerra Civil Española, a juzgar por algunos posters que tapan los módulos laterales en
la escena de Hornachuelos. La producción no molesta ni aporta nada especial. Me
resultó particularmente absurdo el final del primer acto, cuando el Marqués de Calatrava
entra con sable (estamos en los años 30) a defender a su hija, rodeado de 4 criados, que
se queda inmóviles tanto al recibir el disparo el Marqués como al salir huyendo Leonora
y Don Álvaro. Lo que mejor hace Ignacio García es utilizar las posibilidades escénicas
del Euskalduna, poniendo siempre en la parte de abajo una especie de hospital, que se
repite en exceso.

En conclusión, una producción low cost que pasa sin pena ni gloria.

Lo mejor de la representación fue la parte musical. Me produjo una muy positiva
impresión la dirección de Pietro Rizzo, notablemente mejor que su dirección en La
Traviata del pasado verano en San Sebastián. Su dirección tuvo siempre ritmo, energía
y sentido verdiano, sacando un notable sonido de la Orchestra dell’Opera di Parma,
que no es la que otras veces nos ha visitado, ya que la anterior se disolvió hace un par de
años. Pietro Rizzo nos ofreció la versión revisada de la ópera, es decir la estrenada en
La Scala en 1869. Abrió el corte del primer duelo de Don Álvaro y Don Carlo, lo que es
de agradecer por parte del aficionado, aunque poco aporta dramática y musicalmente y
alarga la representación sin necesidad. Incluyó la obertura tras el primer acto, como
hiciera Renato Palumbo el año pasado en Barcelona. Decisión bastante discutible y que
no comparto El Coro de Ópera de Bilbao tuvo una notable actuación, mejor que en
otras ocasiones.


Vladimir Stoyanov y Roberto Aronica

En el reparto la voz más adecuada – más bien la única – a las exigencias de la partitura
era la del tenor Roberto Aronica como Don Álvaro. La voz tiene anchura y está muy
bien emitida, sin que la tesitura le cree ningún problema especial. Otra cosa es que sea
un intérprete convincente, aspecto en el que se queda corto. Digamos que fue un Don
Álvaro solvente.

La soprano Chiara Taigi fue una deficiente Leonora de Vargas. El centro tiene alguna
calidad, pero es lo único aceptable. Sus graves son siempre huecos y artificiales y en las
notas altas hay un vibrato muy molesto, unido a un registro muy apretado, en el que no
faltan notas caladas y gritadas. Tras haberla visto en el supuesto reparto de jóvenes de
Nabucco la temporada anterior, resulta sorprendente su presencia en esta ocasión.

Vladimir Stoyanov fue un Don Carlo di Vargas insuficiente. No es y nunca ha sido un
barítono verdiano, para lo que le falta un centro de mayor entidad. Siempre ha tenido el
problema de que las notas altas se quedan atrás y esto no ha mejorado, sino, en todo
caso, lo contrario. Don Carlo es uno de los personajes más dramáticos en el catálogo de
Verdi y Stoyanov queda muy corto. Le queda la elegancia en el fraseo, pero esto no
compensa de sus deficiencias para el personaje.


Roberto Aronica y Chiara Taigi.

Ievgen Orlov es un adecuado intérprete del Marqués de Calatrava en términos vocales,
pero no puede hacer justicia al Padre Guardiano. Este cantante tiene un centro de cierta
calidad, pero no tiene nada que ofrecer en los dos extremos de la tesitura. Los graves
son inexistentes, como ya se pudo constatar en el reparto antes mencionado de Nabucco,
y los agudos son apretados y blanquecinos, aparte de calantes. En un personaje
secundario, como es el Maqués de Calatrava, la cosa puede funcionar, pero en un
personaje casi protagonista, como el Padre Guadiano, no tiene solución.

Ana Ibarra fue Preziosilla y cumplió con su cometido, aunque su voz no me resulta
particularmente atractiva. En cualquier caso, creo que nada perdería una representación
de La Forza por prescindir de las escenas donde canta Preziosilla y, especialmente, el
Rataplán, página indigna del gran Giuseppe Verdi.

Bruno De Simone fue un notable Fra Melitone, pero este personaje no puede salvar la
ópera. Su desenvoltura escénica fue la que conocemos de uno de los mejores barítonos
bufos que circulan por los escenarios de ópera. La voz es la de siempre, poco atractiva,
pero bien manejada y suficiente para el personaje.

En los personajes secundarios, lo mejor vino de la parte Jon Plazaola (Trabucco) y de
Marifé Nogales (Curra). Cumplió Fernando Latorre en el Alcalde y muy basto el
Cirujano de David Aguayo.

El Euskalduna ofrecía una entrada de alrededor del 75 % del aforo. Con apenas 4.000
socios actualmente, está claro que no se pueden mantener 4 representaciones de títulos
poco populares. El público se mostró tibio durante la representación y hubo estampida
al final de la misma. Los mayores aplausos fueron para Aronica y De Simone.


Bruno De Simone

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 3 y 20 minutos,
incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 45 minutos. Los aplausos
finales, bastante arrastrados, se prolongaron durante algo más de 5 minutos.

El precio de la localidad más cara era de 190 euros. En los pisos superiores los precios
oscilaban entre 135 y 153 euros. La entrada “más barata” costaba 82 euros. Deficiente
relación precio-calidad. José M. Irurzun

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