Crítica: ‘Roberto Devereux’: cuando la música triunfa sobre la escena, en Valencia
Roberto Devereux: cuando la música triunfa sobre la escena
ROBERTO DEVEREUX, de Gaetano Donizetti. Tragedia lirica en tres actos. Libreto del Salvadore Cammarano, basado en la tragedia Elisabeth d‘Angleterre, de Jacques-François Ancelo. Reparto: Eleonora Buratto, Silvia Tro Santafé, Ismael Jordi, Lodovico Filippo Ravizza, Filipp Modestov, Irakli Pkhaladze, Xavier Galán. Orquestra de la Comunitat Valenciana. Cor de la Generalitat Valenciana (Jordi Blanch, director). Producción: Nueva producción del Palau de les Arts Reina Sofía, en coproducción con la Dutch National Opera de Ámsterdam y el Teatro San Carlo de Nápoles. Directora de escena: Jetske Mijnssen. Dirección musical: Francesco Lanzillotta. Lugar: Palau de les Arts. Entrada: 1300 espectadores. Fecha: miércoles, 4 junio 2025.

Roberto Devereux de Donizetti
Palau de Les Arts © Miguel Lorenzo-Mikel Ponce
Cerró el Palau de Les Arts su ambicioso proyecto de presentar la Trilogía Tudor de Donizetti en tres años con un claro éxito musical y una discreto resultado escénico. El estreno del título que cierra el conjunto, Roberto Devereux, ha supuesto el triunfo de la música -del belcanto– sobre la escena. Frente a los dos títulos anteriores, la directora de escena Jetske Mijnssen ambienta la acción en un espacio contemporáneo y neutro, exento de cualquier destello o guiño, ajeno a lo que se cuenta y dice; muy pobremente iluminado y con un vestuario coetáneo que igual sirve para La Tabernera del puerto que para un roto y un descosido.
Misma simpleza muestra la dirección actoral, un ir y venir sin ton ni son en un primer acto en el que dormitorio de la Reina Elisabetta más parece el camarote de los Hermanos Marx que la alcoba de toda una Tudor, mientras que el segundo tiene humos parsifalianos, con el supuesto Parlamento inglés y sus Lores simulando en una escenografía tan pobre como gris casi un encuentro de Caballeros del Grial. Una acción escénica confusa y anodina que en absoluto contribuye a explicar o encauzar lo que realmente ocurre. Un trabajo escénico, en definitiva, claramente inferior a los precedentes de Anna Bolena (2022) y Maria Stuarda (2023), firmados igualmente por Mijnssen.
Como contraste, musicalmente la representación transcurrió en parámetros de considerable mayor envergadura. Otro mundo. Vocalmente, ganaron las féminas por goleada. Una vez más, la soprano mantuana Eleonora Buratto y la mezzo valenciana Silvia Tro brindaron interpretaciones excepcionales vocal y estilísticamente.
La Buratto volvió a ser una Elisabetta de referencia, plena de expresión y armada en unos medios vocales que ella gobierna con tanta intuición como sabiduría y sensibilidad. Acaso sea hoy la Elisabetta ideal. Enamorada, atormentada, vengativa, humillada -la dirección de escena la convierte en histérica arrojando cojines o revolcándose por los suelos-, arrogante y siempre con esa alcurnia vocal que rebasa la de cualquier corona o título. De hecho, aún más que Reina Elisabetta, en la escena de Les Arts ella -¡por sus propios méritos!- se ha coronado reina del belcanto.
Como también Silvia Tro, soberbia de principio a fin, en sus dúos con la Buratto, con Roberto Devereux (Ismael Jordi) y una potencia vocal y estilizada manera de decir que habló de tú a tú a la Buratto, en una escena en la que ambas -Elisabetta y Sara- han conreinado a sus anchas. Una y otra exuberante de talento, estilo, potencia y tablas.
Ismael Jordi, el “conde” en discordia, el Roberto Devereux que ama a Sara pero la Reina le ama a él, fue el tenor Ismael Jordi, de perfecta presencia escénica y un estilo belcantista buen madurado, hoy en plenitud, pero que no la encontró hasta la gran escena final, cuando ya anda cerca del patíbulo. El pobre Duque de Nottingham fue defendido con convicción y tablas por el barítono Lodovico Filippo Ravizza.

Imagen de la producción
© Miguel Lorenzo-Mikel Ponce
El otro puntal musical ha sido -como de costumbre- la versátil Orquestra de la Comunitat Valenciana, que volvió a lucir ese sonido, brillo y empaste que tanto distingue a las óperas en Les Arts.
En el podio, el maestro italiano Francesco Lanzillotta -quién ya hizo gala de sus valías en Il viaggio a Reims de Rossini que dirigió en marzo de 2020, insufló ritmo, pulso y aire -silencios de la obertura- donizzetianos en una concertación que calibró con pericia foso y escena, en un trabajo facilitado por las vocalidades torrenciales de las dos grandes artistas que reinaban el escenario, capaces de no amilanarse ni siquiera por el foso resonante y la esplendorosa orquesta que tenían a sus pies. El Cor de la Generalitat, quizá no en su mejor día, salió airoso y con corrección del reto. ç
La sala principal del Palau de Les Arts rozó el lleno en tan exitosa noche de estreno. Llovieron aplausos y arreciaron bravos. Sobre todo cuando aparecieron en escena las dos superdivas y el en estas -y en otras- tierras muy querido Ismael Jordi. Todo menguó visiblemente cuando irrumpió en los saludos la responsable escénica, la holandesa Jetske Mijnssen. No era para menos. ¡Ni para más!
Publicado en Diario Levante 6/06
Me parece que este señor no entendió bien el montaje. Suele ocurrir, sólo ellos saben lo que debería ser y NADA, NADA les vale si no es su idea preconcebida.
¿Qué tal si enfocas la cama de la primera parte como el hilo conductor de todo lo que está pasando en la cabeza de la reina? Es un decir.
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