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Por Publicado el: 27/09/2023Categorías: En vivo

Crítica: Tres muestras musicales del festival Otoño Musical Soriano

Recital de canto por Javiera Saavedra, soprano. Piano: Eve Kerloc’h. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Dirección y clarinete: Martin Fröst. Joven Orquesta Sinfónica de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana. Director: Cristóbal Soler. 23 y 24 de septiembre. Casino Amistad Numancia, Palacio de la Audiencia. Otoño Musical Soriano 2023.

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Martin Fröst y la OSCyL en el festival Otoño Musical Soriano (c) Ana Renta

La XXXI edición del Otoño Musical Soriano, que fundara en su momento el director Odón Alonso tiene ahora como responsable y desde hace mucho a un colaborador de primera hora, José Manuel Aceña, que es, entre otras cosas, director de la Banda Municipal. Este año se han programado hasta 20 manifestaciones musicales distintas, que han tenido hasta el momento una excelente respuesta del público.

Hemos podido asistir a tres de ellas, de muy aceptable nivel. Lo más significado ha venido de la mano de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, habitual en estos fastos, que se ha presentado con el clarinetista y director sueco Martin Fröst a su frente en una sesión realmente meritoria y amena. En ella el músico, nacido en Upsala en 1970 ha mostrado como instrumentista una técnica de primer orden manejando dos clarinetes: ataques precisos, giros deslumbrantes, digitación agilísima, sin ningún tipo de dificultad, tanto en la exposición de pasajes legato como en las encendidas agilidades; sin un solo fallo y una sonoridad muelle y redonda.

De contagiosa vitalidad están envueltas las “Danzas nómadas” para clarinete y orquesta, pobladas de dificultades y de glisandi, escritas por Fröst y su hermano Göran, que es viola y que ha arreglado las “Danzas Rumanas” de Bartók, escuchadas también en esta ocasión, como su “Danza Klezmer”, con su aire tanguero y sus sandungueras variaciones, que cerraba la primera parte del concierto y nos permitió admirar la técnica para tocar en pianísimo de su hermano, a quien habíamos aplaudido ya en la curiosa y libérrima transcripción de la “Danza húngara nº 1” de Brahms.

Como director, Martin se mostró expeditivo, resuelto, movedizo y fácil: gesto amplio y abarcador, nerviosidad permanente, impulso contagioso, virtudes que fueron bien recibidas por el conjunto sinfónico, que sonó siempre bien, afinado y profesional, aceptando los impulsos eléctricos de la batuta, constructiva y consecuente en una bien diseñada y prieta, concisa y sobria versión de la no anunciada previamente obertura de“Coriolano” de Beethoven, en la que echamos de menos un fraseo más delicado y una aplicación de los contrastes dinámicos más evidente, con manejo de matices y reguladores.

Algo que se pudo advertir en mayor medida en la fogosa interpretación de la “Sinfonía nº 4” del propio compositor, que sonó siempre muy fuerte y a la que le faltó una planificación dinámica más variada e imaginativa. El largo “crescendo” tras el desarrollo, con la repetición del tema inicial del primer movimiento, se resintió por ello. Discutibles algunos tempi, como la aceleración excesiva del “Allegro non troppo” final.

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Cristóbal Soler, Violoncheli Brothers Joven Orquesta Sinfónica en el festival Otoño Musical Soriano

Admiró el entusiasmo mostrado por los muchachos de la Joven Orquesta de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana, una formación que incorpora hasta diez contrabajos. Todos ellos imantados por la batuta siempre elegante y sugerente de Cristóbal Soler, que está haciendo una gran labor a su frente. Ofrecieron, atentos a la guía del director, con una tímbrica a veces agreste y no siempre absoluta conjunción, un programa copioso que cerraba la caudalosa “Sinfonía nº 2” de Rachmaninov, brindada en su versión menos extensa (45’) y que fue acometida casi con fiereza. Interpretación muy expresiva y emotiva, iniciada con una ejemplar progresión dinámica hasta que explota el sustancioso primer tema, trabajado luego con esa característica y borrosa técnica del compositor ruso.

Soler hizo cantar bien a sus músicos, especialmente en el sacarinoso “Adagio”, y llevó a buen puerto la pesada nave. Faltó, creemos, en general una mayor clarificación de planos y una dimensión tímbrica más refinada, pero la versión tuvo su lógica y su sentido. Gran contraste desde luego con lo que se nos había ofrecido en la primera parte de la sesión, inaugurada con una animada y animosa recreación de la “Bacanal” de “Sansón y Dalila” de Saint-Saëns, en donde todo estuvo en su sitio y donde se expuso con calurosa dicción el tema lírico.

Luego escuchamos una serie de piezas del hábil compositor valenciano Pau Chafer encuadradas en una Suite titulada “New Emotions”. Arreglos de Bach, Piazzolla, Vivaldi, y Corea. Con el regalo de una transcripción de una pieza de Alejandro Sanz. Fueron solistas en todo momento los hermanos Turlo, Pablo, violín, y Alejandro, chelo, ambos amplificados. No puede negarse su habilidad y entrega su dominio del métier en este repertorio, con efectos de la mejor ley, siempre envueltos en la entusiasta marea sinfónica. La verdad es que todo ello acabó resultando para el que firma excesivo, repetitivo, banal y empachoso, aunque no puede negarse la habilidad de los muchachos y la profesionalidad del arreglista.

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Javiera Saavedra y Eve Kerloc’h en el festival Otoño Musical Soriano

El día 23 por la mañana asistimos en el un tanto rancio pero venerable y hermoso ámbito del Casino a un recital de la soprano chilena Javiera Saavedra, ganadora del último Concurso “Un futuro de Arte” de Medinaceli. Mostró, en un programa muy variado, con lieder de Brahms, “mélodies” de Poulenc, arias de Rossini, Gounod y Boito y romanzas de Sorozábal, Barbieri y Giménez, buenas maneras, nivel técnico y altura musical. La suya es una voz plenamente lírica, timbrada, de emisión en ocasiones excesivamente penetrante. Sabe apianar y acrecer, expresar y decir. Ha de controlar ciertas destemplanzas, mejorar la coloratura y practicar en mayor medida los reguladores; cantar más piano. Su mejor momento fue el aria de Margherite de “Mefistofele” de Boito, bien dicha, con emoción y variedad de registros. Está en el camino. Muy profesional labor, a falta de una mayor delicadeza en el toque, de la pianista Eve Kerloc’h, que tocó con propiedad una “Arietta” de Grieg y la “Andaluza” de Granados. Arturo Reverter

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