40 aniversario de RTVE
Demasiadas pretensiones
Sinfonía n.2 de Mahler. R.Ziesak, soprano. J.Larmore, mezzo. Coro de RTVE y Orfeón Pamplonés. A.Leaper, director. Auditorio Nacional. Madrid, 27 de mayo.
Vayan por delante las felicitaciones a la Orquesta de la RTVE en su 40 cumpleaños, celebrado con un concierto en el Auditorio Nacional, es decir fuera del Monumental, su sede habitual. Y ello aunque, la verdad, el acontecimiento estuvo lejos de hallarse bien programado.
Carmen Caffarel, directora general de RTVE, afirmaba en las notas al programa de mano que “La Orquesta Sinfónica de RTVE, una de las joyas de nuestro grupo…” Pues bien, en los últimos años constan las discretas gestiones de sus predecesores en el cargo por traspasar el conjunto a otras entidades. RTVE ha seguido una política un tanto zigzagueante con la orquesta y no es por tanto extraño que ésta no acabe de encontrar su perfil. Esto se ha notado sobremanera en el diseño del programa del 40 aniversario.
¿Qué pinta en la ocasión la “Resurrección” de Mahler? Poco, a menos que los músicos pretendan elevar un grito de atención solicitando la “resurrección” de la agrupación. Por lo demás es una obra de referencia para orquesta, coro y director. Leaper no logró construir un discurso de tensiones hilvanadas, aunque la orquesta mostrase un buen sonido y hasta apabullante en algunos aspectos. Siempre resulta un riesgo unir dos coros, que no trabajan juntos habitualmente, para una obra con una entrada en piano que precisa una homogeneidad extrema capaz de dotar a texto y música de todo su sentido. No se logró y en el recuerdo permanece el Orfeón Donostiarra sonando en Lucerna, con Abbado, como un milagro. Pero ni el propio Abbado en la ciudad Suiza se permitió unos solistas de la categoría de Ruth Ziesak y Jennifer Larmore, demostrada en las intervenciones de ambas, para tan breve cometido. Un auténtico lujo.
Dos solistas y un director extranjero con una obra alemana para celebrar el cumpleaños de una orquesta que tiene entre sus objetivos la difusión de la música española. Cuanto menos discutible.
Sonaba todo demasiado pretencioso y un poco vacío. En el Auditorio Nacional estaban, además de los Príncipes, el Presidente del Congreso y la Ministra de Cultura, figuras poco habituales en actos musicales. Se aplaudió la entrada de los solistas entre tiempo y tiempo, señal de que buena parte del público tampoco lo era. Es dudoso que todo ello represente la forma de encontrar el perfil que la orquesta necesita. Gonzalo ALONSO