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Por Publicado el: 23/12/2011Categorías: Crítica

Don Quijote, no tan triste figura

Temporada del Teatro Real
No tan triste figura
“Don Quijote” de Massenet. F. Furlanetto, A.C, Antonacci, E. Chama, E. Copons, A. Tobella, P. Martínez, R. Padullçes, H. López. Orquesta y Coro titulares del Teatro Real. M. Piollet, director. Teatro Real. Madrid, 22 de diciembre.
La ópera de Massenet sobre Don Quijote, un personaje al que los compositores han acudido casi tanto como al de Don Giovanni, no es una obra popular, aunque sea una de las pocas obras del periodo tardío del compositor que aún permanecen más o menos en el repertorio, gracias a los bajos que la han tomado como caballo de batalla a lo largo de la historia. El Teatro Real la ha ofrecido esta temporada en versión de concierto, sin que haya despertado gran interés entre el público, ya que han quedado sin vender unas 300 entradas en cada uno de los dos conciertos. Ello supone un 20% del aforo, que pasaría más o menos desapercibido si se distribuyera por igual entre todo el teatro. Lo malo es cuando se concentra mayoritariamente, como es el caso, en el patio de butacas. Tantos huecos desaniman y realmente ha sido una pena, puesto que la versión ofrecida de la obra contenía muchos quilates musicales que podían haber sido disfrutados por más espectadores.
No estamos ante una partitura de las más relevantes de la historia lírica, pero su orquestación resulta brillante, con guiños tanto a su “españolidad” como a los aires medievales en los que se desarrolla. Páginas orquestales como su mismo inicio, con coros muy efectivos, o la batalla de los molinos de viento llegan fácilmente al oyente y más si se tocan con la calidad como lo hicieron la orquesta y el coro titulares del Real bajo la dirección del maestro francés Marc Piollet. Sólo cabe un reparo, que viene siendo casi una constante en los últimos tiempos: el abuso del volumen. No estamos sordos.
Aunque el personaje central sea Don Quijote, por cierto algo lejano al de Cervantes, Dulcinea tiene una parte muy importante. Anna Caterina Antonacci la encarnaba y lo hizo con la esa expresividad extraordinaria que la caracteriza. Es artista cuya presencia cautiva desde que pisa el escenario. Lástima que sólo la hayamos podido disfrutar vocalmente. La asignatura escénica queda pendiente y debería resolverse con prontitud. Eduardo Chama mostró su experiencia en el papel de Sancho Panza y el resto del reparto cumplió con plena solvencia.
Ferruccio Furlanetto merece un punto y aparte. Gran artista es quien, sin poseer una voz de notables calidades, es capaz de tocar al público y llegar a su corazón hasta emocionarlo. Es difícil cantar mejor la plegaria en la escena de los bandidos y la muerte del hidalgo casi hacía saltar las lágrimas. Todos los asistentes salimos más que felices. Gonzalo Alonso

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