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Por Publicado el: 11/02/2006Categorías: Crítica

«El Barberillo de Lavapiés». «Aquí estoy yo»

Temporada de la Zarzuela
“Aquí estoy yo”
“El Barberillo de Lavapiés” de Larra y Barbieri. B.Lanza, C.González, M.Moncloa, J.Morales, F.Maestre, L.Álvarez, D.Esparza, etc. Coro del Teatro de la Zarzuela y Orquesta de la Comunidad de Madrid. C.Bieito, dirección de escena. M.Ortiga, dirección de orquesta. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 10 de febrero.
Vuelve al Teatro de la Zarzuela la producción de “El Barberillo de Lavapiés” ideada por Calixto Bieito en 1998, cuando Bieito aún no había montado tantos escándalos lírico-teatrales. Era una producción muy cuidada que convertía la espléndida zarzuela de Barbieri en un musical, rebajando algo la alegría de Lavapiés y, en cierto modo, entristeciéndola expresamente para poder llegar a un espectacular final en el que aparecen todos los personajes del buen y mal vivir –siempre según se mire- del Madrid del Rastro de ayer y de hoy. Este especie de recorrido por los madriles del XVIII hasta hoy ha viajado a otras ciudades desde su estreno y, de hecho, el reparto es muy similar al de su presentación en la Maestranza sevillana.
Miguel Ortiga dirige con desenvoltura y alegría a la Orquesta de la Comunidad de Madrid, entrando perfectamente en el aire de musical que se le quiere dar. El coro del Teatro está espléndido, no ya vocalmente, sino en un trabajo escénico de los mejores que ha protagonizado. Marco Moncloa se luce como Lamparilla y Beatriz Lanza le da la oportuna réplica. Acertado el Don Pedro de Francisco Maestre y algo menos los demás. Ya sabemos que siempre queda corto el esfuerzo en la zarzuela por encontrar actores que de verdad canten. Todo el conjunto, que funciona con gran agilidad al unir los tres actos originales, resulta muy ameno al espectador, aunque algunos se levantasen de la sala exclamando “estoy harto de tanta ordinariez”.
Esto no había pasado hace ocho años pero es que Bieito, ya en Sevilla, tuvo que dejar constancia de enfant terrible con algunas modificaciones a la producción de 1998 que realmente no aportan nada, pero le permiten decir “aquí estoy yo” y que se hable de él. Justo por eso no voy a entrar en el juego. Simplemente me parece que poca confianza ha de tener en lo que de verdad es su trabajo cuando ha de recurrir a tales “añadidos”. Y además produce pena, porque el trabajo en sí es bueno y no merece los pegotes. Gonzalo ALONSO

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