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Por Publicado el: 21/12/2018Categorías: Recomendación

Recomendación: OCNE, el individuo y la colectividad


El individuo y la colectividad

Absolutamente maravilloso programa el que nos regala esta semana la Orquesta Nacional en su serie de abono. Alterna una obra de repertorio bastante frecuente con otra que suele estar poco entre nosotros. Una pieza clásica, redonda en su concepción de obra inacabada; una de esas músicas inexplicables en su majestuosa sencillez e intenso poder expresivo; de formidable canon melódico y tenso desarrollo dramático, etc., etc. La Sinfonía Incompleta de Fran Schubert es una de las muchas cumbres musicales de su autor, e incluso es bastante discutible que no lo sea hasta por encima de la pieza con que continúa su ciclo sinfónico, para todos una Novena que incluso queda instalada en terreno pre-bruckneriano. Con todo, una pieza esta última a la que no le sucede lo que a la Octava: tener solo lo justo y necesario en un género en el que todavía los compositores, Schubert incluido, son propicios a dar demasiada información, y a veces repetida. La Octava es una de las músicas más absolutas y menos especulativas que conozco. Y desde luego, de las más hermosas.

El Requiem de Guerra, maravilla de las maravillas, es, como sabemos, otra cosa. El ejercicio realizado por Schubert es personal y diríase que camina hacia su propio interior. El pacifista radical Britten se dirige al mundo, con su música, para hablar del horror de la guerra y, en última instancia, de la sinrazón de la violencia. Para Schubert es el corazón dolido; para Britten el grito de todo un pueblo contra la tiranía, la opresión y la maldad como medios para conseguir la  falsa gloria de la dominación de las voluntades. Ambos, Schubert y Britten nos hablan de los problemas de la gente, pero mientras que la introspección del primero es personal, la del segundo constituye  un ejercicio colectivo de impresionante magnitud.

Se ha contado muchas veces la historia de Réquiem de Guerra. Fue una obra de encargo tras un bombardeo alemán sobre la catedral de Coventry. 50.000 bombas de la Luftwaffe la redujeron a ruinas y había que reconstruirla. Churchill visitó los restos y ordenó que todo el mundo se pusiera a trabajar en una nueva. Corría el año 1940 y había que homenajear enseguida a los 580 muertos que quedaron allí sepultados. En 1962 la nueva catedral estaba en pie y lista para la celebración de su apertura. Así que Britten trabajó duro para llegar a tiempo con su obra, que sería planteada como combinación de liturgia y celebración poética profana. Una soprano, con la orquesta y el coro,  se encargaría de las partes latinas, mientras que un barítono, acompañado a su vez por una pequeña agrupación instrumental, cantaría poemas de Wilfred Owen, que, como Britten, era un pacifista militante. Con todo ello Britten no se planteó un homenaje sino un alegato. Invitó a Galina Vishnevskaia y a Fischer-Dieskau en un claro gesto de reconciliación, pero en la Unión Soviética no estuvieron por la labor y prohibieron a la esposa de Rostropovich salir del país. Naturalmente, Britten reservó el papel del tenor (escrito pensando en él, claro) a Peter Pears. La parte de soprano la acabaría cantando la gran Heather Harper. En todo caso Britten no cejó en el empeño y acabó grabando la obra con la Vishnevskaia. El resultado de toda esta peripecia fue una pieza espeluznante, hecha de inseguridades, misterio e inestabilidad emocional. Como siempre en Britten, la colectividad se presenta como una fuerza estúpida e incapaz de sentir o de expresar sentimientos de consolación o compasión, propios de un individuo que se encuentra en estado de soledad inteligente. Es esta una música brumosa y de ambiente violento, de una belleza desgarrada y radical.

El concierto estará protagonizado por buenísimos intérpretes. Así que todo son razones para recomendarlo vivamente. Pedro González Mira

Ricarda Merbeth, soprano; Ian Bostridge, tenor; Matthias Goerne, barítono. Orquesta y Coro Nacionales de España. Dir.: Juanjo Mena. Obras de Schubert y Britten. Auditorio Nacional de Música, Sala sinfónica. Viernes 21y sábado 22, 19.30; domingo 23, 11.30. Entre 12 y 38 €. (viernes y sábado); entre 12 y 28 €. (domingo)

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