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Por Publicado el: 23/10/2023Categorías: Entrevistas

Daniel Bianco: «En la Zarzuela estaré aunque ya no esté, vendré a todo»

En el adiós de Daniel Bianco

Le quedan nueve días como director del Teatro de la Zarzuela. El 1 de noviembre ocupará el despacho la nueva directora, Isamay Benavente, primera mujer en la historia del coliseo que lo hace. Daniel Bianco recuerda y repasa grandes momentos y otros que no lo han sido tanto con la vista puesta ya en la inauguración de temporada de La Scala con Don Carlo, que le tendrá como escenógrafo en diciembre. Dice que ha vivido la zarzuela a cada segundo. Y damos fe de ello.

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Daniel Bianco

Gema Pajares

Hace ocho años, en una sala de Prensa expectante y llena, Daniel Bianco, que sigue siendo tan alto como siempre, pronunciaba una frase que daría que hablar. El nuevo director del Teatro de la Zarzuela, en una de las salas del Ministerio de Cultura decía exactamente. “Vamos a abrir puertas y ventanas para que circule un aire nuevo”. En ese momento miré al compañero que tenía al lado y pensé: “Menudo titular”. Y así fue. El mío y el de casi todos los compañeros que estábamos con las orejas y ojos bien abiertos. Se lo recuerdo a él ahora, en su despacho ya a medio vaciar, porque está más fuera que dentro: “Sé que dio mucho de sí. Creyeron que lo decía porque la casa estaba sucia. Y no, para nada. Lo dije porque quería que fuera el leitmotiv de mi vida durante el tiempo que estuviera como director del Teatro de la Zarzuela, que ha sido mi vida. Respeto la tradición, que es algo en constante movimiento. Hoy no vivimos como en el siglo XIX, ni siquiera a cómo lo hacíamos en el XX. Y esa era mi idea, que el aire circulara, pero sin olvidar al público fiel que ha mantenido este teatro siempre, con producciones hechas a los ojos de hoy, que hubiera una dedicación especial a los jóvenes que tiene que conocer el género, que es parte de su cultura, para saber de dónde vienen y fomentar la nueva composición, sin olvidar la recuperación de obras, es decir, poder escuchar lo que nunca se ha escuchado, sobre todo, teniendo el material que tenemos”.

Esa era su hoja de ruta, lo de las ventanas, las puertas y el aire. Y así lo ha hecho día a día Bianco. Habla de carrerilla y mueve las manos, las desliza sobre su mesa y se le nota relajado ahora que ya aparca su tarea como gestor: “Un teatro público es un elefante difícil de llevar”, suelta, “y este es un teatro en el que el 80 por ciento de nuestras composiciones se estrenarán aquí. La música siempre va directa al corazón y de aquí sales con una sonrisa. La zarzuela habla de nosotros y de nuestra vida”. Y durante estos ocho años las puertas y ventas han estado de par en par. El aire, a qué negarlo, se ha movido a su antojo y Bianco se marcha contento.

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Amores en Zarza

-¿Es positivo el balance?

-Muy positivo. Yo presenté un contrato-programa que he cumplido, todas las ideas las he llevado a la práctica. Y los números, que son una parte muy importante, están ahí y son muy buenos: se han incrementado en un 60 por ciento los abonados. Las seis funciones de El caballero de Olmedo han tenido las entradas agotadas. En una semana hemos vendido 30.000 entradas sueltas, es decir, que la temporada está prácticamente vendida. Y para ello, el público es absolutamente fundamental porque es quien nos mantiene aquí. En estos ocho años hemos tenido una ocupación máxima del 93 por ciento. Yo estoy contento.

Y es que 2.920 días dan para hacer cosas. Incluidos festivos y fines de semana. Porque Bianco siempre ha recibido al público a la entrada del teatro. Imposible no verle con esa estatura, a la derecha en el hall, saludando a todo aquel que llega y hablando con quien se le acerca. “Ha sido mi casa y cuando la gente llega a ella yo los recibo, hablamos, preguntan, me hacen sugerencias”.

Y todo este tiempo ha dado para escuchar, por ejemplo a Yoncheva y a Elina Garanca, para consolidar el Proyecto Zarza, que lleva su huella y que lo parió con esfuerzo y hoy camina solo: “Es mi máxima alegría. También el que por aquí hayan desfilado los principales cantantes españoles. Ninguno me ha dicho que no, todos han venido a su casa. No puedo elegir una obra en concreto porque cuando hago una, esa es mi obra”, cuenta. ¿Y habrá habido momentos malos también? “El Covid, que fue un palo, aunque no tuvimos que cancelar. Vía streaming hemos tenido a más de un millón de personas que han seguido nuestras obras. Y no nos olvidemos de la teleserie Cantar en tiempos revueltos, que fue un éxito clamoroso que quizá hubiera ahora que rescatar. Fue una etapa dura y complicada, pero ahí estuvimos, muy fuertes. No bajamos el telón”.

-¿Y cómo recuerda el intento de fusión con el Teatro Real?

-Como un momento muy triste, pero ya pasó. Sufrí mucho, pero no solamente yo, sino todo el teatro. Ahora es una historia más que ha sucedido. Ojalá no se retome la idea, porque este es un teatro público, el único que se dedica a producir un género absolutamente español como es la zarzuela. Otra cosa sería un cambio en cuanto al tema de la gestión, pero nunca estaré de acuerdo en lo que respecta a la absorción. para mí es pasado y yo miro siempre al futuro.

Y dentro de ese futuro, a muy corto plazo, día 7 de diciembre, festividad de San Ambrosio, está el Teatro de La Scala, donde inaugura temporada con «Don Carlo», de Verdi con dirección de escena de Lluís Pasqual y escenografía suya. Casualidades de la vida, un tándem que ha cerrado su etapa en la Zarzuela con El caballero de Olmedo. “Don Carlo es la ópera que más veces ha inaugurado el teatro milanés. Pisar el mismo escenario que lo hicieron grandes como Ronconi, Visconti, Zeffirelli es estupendo. Y cómo son sus talleres, y esas maquetas… Vuelvo a retomar mi faceta de escenógrafo sin tener que pensar en la gestión, que cansa mucho, mucho porque yo no paso de costado por la vida, voy de frente”.

Después llegará una «Salomé» en el Teatro Colón de Buenos Aires con Bárbara Lluch, un Nabucco con Emilio Sagi… Elina Garanca, una de las grandes del reparto (Salsi, Netrebko, Siri, Pape…), precisamente cantará su primera zarzuela en el Teatro Real: Luisa Fernanda en versión concierto. ¿No le habría gustado que la hubieses cantado en este escenario? “Yo no soy partidario de las exclusividades, de esto es tuyo y aquello mío. Me parece estupendo que la hagan. Nosotros la acabamos de tener hace unos meses y no íbamos a montarla en versión concierto”, contesta.

“La Zarzuela me ha dado mucha vida y yo le he dado mi vida”, dice con orgullo. Ahora piensa en que se marcha, ultima reuniones y enfrenta su última semana. “A mediados de diciembre ya estaré más tranquilo y me dedicaré a organizar mi vida. Seguiré trabajando para otros teatros. No tengo nada escondido, ni guardo un as ni un secreto. No suelo ser un hombre que planifique, me dejo llevar por la intuición”, dice.

-¿Por qué ocho años?

-Es un ciclo justo. Uno no debe agarrarse a la poltrona ni hacerse fuerte en el sillón. Tiene que circular el aire. Lo que quería hacer ya lo he hecho y es aquí donde cierro mi ciclo. Seguramente volveré a la Zarzuela como escenógrafo.

Las-golondrinas

Las golondrinas

No verá esta vez el vuelo de «Las golondrinas» de Usandizaga, pero sí cierra como deseaba: con un clásico recuperado y con la ópera que marcó su primera temporada como director, el montaje con Giancarlo del Monaco como director de escena, “pero estaré aunque no esté. Vendré a todo”, subraya. Y avisa de que seguirá muy de cerca el Zarza, parido a su imagen y semejanza, alabado y celebrado sin fisuras, género por y para los jóvenes que no le costó poco sacar adelante, convencer a los chavales de que “no se canta en jarras ni con un clavel en la cabeza”, recuerda. Y enumera la temporada que deja en las manos a Isamay Benavente, que entrará en el despacho el 1 de noviembre. Y la seguirá, a la temporada, de cerca. Y al Proyecto Zarza, más. Habla emocionado de ese «El año pasado por agua», de Chueca, que ha escrito Enrique Viana y que lleva su sello delirante y divertidísimo, pero sin olvidar la esencia de la obra.

Bianco ha sobrevivido a unos cuantos ministros de Cultura: el Popular Méndez de Vigo y los socialistas Huerta, Guirao, Rodríguez Uribes e Iceta. Cinco, que se dice pronto, en ocho años como director de la Zarzuela. ¿Y han sido fieles a la zarzuela? ¿Han mostrado interés por el género o únicamente de manera puntual en periodo de elecciones? “He sentido el apoyo del director general y me he llevado muy bien con todos ellos. Joan Francesc Marco me ha dado la mano siempre”, responde, pero de los ministros, cinco, no dice nada. Sí, Nadia Calviño ha sido fiel, pero no es ministra del ramo.

Nacido en Argentina en junio de 1958, de familia que no se dedicaba al arte, pero que no perdonaba una sesión de teatro, recuerda a sus abuelos emigrantes “que llevaron la música en la maleta” y a tantas madres, abuelas, tías, hermanas que cantaban zarzuela como si fuera el spotify de aquellos años cuarenta, cincuenta, sesenta…, de siempre. “La zarzuela ha estado en nuestra cultura y ha sido y sigue siendo nuestra banda sonora. Y los jóvenes deben conocerla, y una vez que lo hagan, que decidan si les gusta o no, pero rechazarla sin escucharla es un error. Porque la zarzuela no es pretenciosa, no quiere ser lo que no es”, explica. En la calle las nubes pasan deprisa y caen gotas minúsculas, tan pequeñas que nos miramos sin atrevernos a abrir el paraguas. La vida sigue. Como si fuera una zarzuela.

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