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Un Real descubrimiento
Una Tosca arbitraria en el Liceo
Por Publicado el: 15/06/2004Categorías: Crítica

En petit comité

Festival de Verano de la CAM
En petit comité
Obras de Nebra Blasco, Boccherini, Rodríguez de Hita y Martín y Soler. E. De la Merced, soprano. Orquesta de Les Talens Lyriques. C. Rousset, director. Teatro Real. Madrid, 14 de junio.
Bajo el título de “Arias de zarzuela del siglo XVIII” empezó la presente edición del Festival de Verano de la Comunidad de Madrid, en el que la polémica surgió tras la no renovación de la presencia de Barenboim y sus huestes. Justo al escribir estas líneas se acaba de conocer que Ruiz Gallardón –autor del anterior acuerdo con el argentino- y Carmen Calvo –autora del acuerdo con Barenboim para Andalucía- han contratado al director para un concierto en la Plaza Mayor a través de José Antonio Campos, antes con uno y ahora con la otra. La vida no es más que un juego.
No hubo mucho público en el Real pero de hecho sobraba escenario para el tipo de repertorio y la forma en que fue interpretado. Las piezas del XVIII –no todas zarzuelas, sino también oberturas, sinfonías, etc- no se prestan a una sala tan amplia, especialmente si afrontan con la intimidad y delicadeza de la que hicieron gala Les Talens Lyriques, Elena de la Merced y Christophe Rousset.
Algunas de las piezas, como la cavatina de Clementita “Almas que amor sujetó” de Boccherini o la seguidilla de Violante “Inocentita y niña” de Martín y Soler, eran más conocidas que otras. Algunas de estas músicas suenan hoy a nuestros oídos como muchas otras, casi indiferenciables. El conjunto resultaba muy bailable, muy de salón, algo fuera de la frialdad del teatro Real, además parco siempre en su entusiasmo y aplauso. Fueron tocadas con pulcritud y comedido entusiasmo, mientras que Elena de la Merced se acoplaba perfectamente al criterio común con una voz de limitada proyección y escasos graves. No era la cantidad, el volumen o la intensidad los factores predominantes, sino el buen gusto. ¿Es ello realmente suficiente? No para quien escribe, pero sí por ejemplo para quienes aman los ambientes de mesa camilla y tenues luces para escuchar música, pero el telón cortafuegos del fondo, aunque mejorase la acústica, añadía frialdad al ambiente. Gonzalo ALONSO

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