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El Teatro Real tiene que replantearse muchas cosas
teresa-berganza-pianoMi querida Teresa
Por Publicado el: 23/06/2013Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

En torno al maratón Beethoven

En torno al maratón Beethoven

Hay muchas reflexiones que realizar en torno al Maratón Beethoven que organizó el CNDM el pasado sábado. La experiencia ha resultado gratificante para todos los que lo siguieron tanto en vivo y como por Radio Clásica. Para todos menos para la Reina, abucheada de forma absolutamente injusta. ¿Hasta dónde vamos a llegar? Ni siquiera tiene sentido que alguien grite “¡Queremos educación musical para nuestros hijos!”, porque la Reina no es quien para poder concederlo. Tengamos las ideas claras y no pidamos peras al olmo. Si se quiere, eso a Wert en el Real, pero Wert no estaba en el Auditorio Nacional. Y menos mal que el grito “¡Viva Beethoven!” y la orden de inicio de la batuta del maestro cortaron la protesta, porque se podía haber liado una mayor.

Dicho lo cual, lo siguiente es alabar la labor de Jesús López Cobos con cuatro orquestas que se esforzaron en dar lo mejor de sí: la Nacional, la Sinfónica de Madrid, la JONDE – a su cargo cuatro de las sinfonías- y la Sinfónica de la RTVE, muy aplaudida además por las circunstancias que atraviesa. El maestro tuvo muy claro que, con cuatro agrupaciones de características tan diferentes, la clave era desarrollar un concepto que permitiese una homogeneidad y lo consiguió. Seguro que él mismo no dirigiría cada una de ellas por separado de la forma en que lo hizo con todas juntas y eso dice mucho en su favor. Saber manejar las circunstancias es fundamental. Planteó, en función de éstas, unas lecturas de enorme vivacidad, también ligereza, con tempos inusualmente rápidos sin perder la claridad de línea y con un profundo respeto a lo escrito. Es lógico que las aclamaciones fueran subiendo de tono hasta el clamor, muy especialmente desde la “Séptima”, tocada como auténtica sinfonía de la danza. ¡Y dijo Mortier que López Cobos no trabajaba con la orquesta del teatro! Por la boca muere el pez. El tiempo deja a cada uno en su sitio. ¡Bravo, Maestro!

Pero también hay que resaltar y alabar al CNDM por la idea y desarrollo de un acto que inundó de mucha más música el interior y exterior del Auditorio Nacional aparte de las sinfonías, pues en el exterior se escuchó a Wagner y Verdi y Haendel con fuegos artificiales. En los tiempos que corren son fundamentales iniciativas como la presente, capaces de llevar la música a más de 20.000 espectadores con menos de 200.000€ de presupuesto. La comparación es tan obvia como ineludible. En breve llegará a Filarmónica de Berlín con Rattle al frente para interpretar en el Real la “Novena” beethoveniana. Costará al menos 750.000€, un 50% más, y no la oirán más de 4.500 personas. Sorprendente además que al día de hoy (23 de junio) queden 300 entradas por vender para una “Novena” con Berlín. En esto tiene razón quien gritó con voz atronadora en el Auditorio: “¡Qué aprenda Mortier!”. Pero no sólo él, sino los máximos responsables del teatro.

Después de tanta alabanza al CNDM y por tanto a Antonio Moral quiero aprovechar para advertir sobre un aspecto de su labor que me preocupa. Los fondos públicos del Ministerio de Cultura no están para subvencionar que se traigan conjuntos y directores extranjeros de renombre para abordar óperas barrocas compitiendo en dumping con los promotores que hacen lo mismo sin dinero público. Nada que objetar a que el CNDM programe operas de Haendel –aunque no estaría demás una mayor atención al barroco español- pero cuando lo haga, que sea con equipo casero. Es lo que corresponde a una entidad dentro de Cultura y lo demás son, más que nada, actividades a mayor gloria de Antonio Moral como organizador –“mister music”, le llegamos a llamar una vez en honor a su indudable valía-  y no se trata de eso. Pero señor Moral, mi más sincera enhorabuena por este 22 de junio. Gonzalo Alonso

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