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Por Publicado el: 25/10/2006Categorías: Crítica

Fidelio, el Palau de les Arts logra un sobresaliente

Fidelio, el Palau de les Arts logra un sobresaliente
Por fin ha llegado la auténtica inauguración del Palau de les Arts, ya que un teatro de ópera no debiera inaugurarse nunca con un concierto. Sin embargo más de uno se ha abierto así al público por unas razones u otras y el mismo Palau fue dado a conocer con una gala de discutible adecuación. Se barajaron varias alternativas para el título operáitico inaugural -incluso un «Don Carlo» a casi última hora- pero finalmente la decisión se inclinó por «Fidelio», la única ópera de Beethoven, una obra que habla de libertad y que desarrolla su acción en Sevilla. Aunque Valencia cuente con un gran teatro que no posee la capital andaluza, Sevilla cuenta con media docena de títulos del gran repertorio que localizan en ella su acción. En cualquier caso «Fidelio» es un buen título porque es una gran ópera, a pesar de que Beethoven la viese fracasar en los estrenos vieneses de 1805 y 1806 y sólo triunfase en el tercero de 1814, haciendo honor al refrán. Es indudable que en ella se refleja la admiración que el compositor sentía por Haydn -hay varias anotacionesy en la partitura original- y por Mozart y su «Flauta mágica», con la que comparte muchas cosas. Así el alejamiento de los moldes tradicionales líricos, el exponer mucho más que una relación amorosa, el carácter de sus peculiares «singspiel», incluso ese único duo entre Florestan y Leonora que, como en el caso mozartiano con Tamino y Pamina, no es exactamente un duo de amor. Cuando aparece el personaje de Don Pizarro es cuando Beethoven decide separase de Mozart y ahondar en su propia personalidad.
La producción se ha encomendado a Pier’Alli, de quien pudo verse un «Simon Boccanegra» -título que también figura en la primera temporada valenciana- en la citada Sevilla. Dentro de una concepción tradicional obresale en ella el empleo de proyecciones, muy bien realizadas, que otorgan una nueva dimensión a la acción. Mención especial merece el descenso a los calabozos, partiendo de una imagen congelada que parece inicialmente uno de los decorados.
Helga Schmidt apostó por la creación de una nueva orquesta de calidad como reclamo para los grandes maestros. Estos han llegado a Valencia y ningún teatro puede jactarse de contar con Maazel y Mehta para cuatro títulos en una misma temporada, pero quedaba por escuchar si la agrupación cumplía o no las expectativas. A tenor de este «Fidelio» es ya una orquesta de primera fila. Sus músicos – 91 de plantilla y 28 años de edad media, provenientes de 25 países- transmiten entusiasmo y profesionalidad. Zubin Mehta logró con ellos una soberbia obertura «Leonora III», colocada según la tradición creada por Mahler antes del último cuadro, que arrancó una auténtica ovación del público asistente. Bien el coro. El director, hasta hace poco titular de la Ópera de Munich, en cuyo festival ofreció el pasado verano esta obra con la misma pareja protagonista, se entrega. Es lo que hay que pedirles y exigirles a él v Maazel, que no sólo figuren sino que se entreguen, porque esa disposición marca en ellos como en pocos la diferencia entre la rutina y el arte. Mehta entiende bien las dinámicas y unos tempos que Beethoven dejó muy claros, muy peculiares en sus cambios casi matemáticos.
Peter Seifert es uno de los grandes tenores del presente para el repertorio alemán. Su Florestán reune auténtica talla, combinando poesía y fortaleza, con un «Gott! Welch dunkel hier» que da buena muestrade ello. Waltraud Meier administra sabiamente unos recursos que no son ya los de hace diez años, disimulando un vibrato más marcado y bastantes destemplanzas en el agudo. Es una gran artista que impone su personalidad. El bajo Matti Salminen resulta un lujo, un Rocco de contundentes gravedades cavernosas. Lldikó Raimondi, Juha UUsitalo, Carsten Stabell y Rainer Trost se lucen respectivamente como Marcelina, Don Pizarro, Don Fernando y Joaquín, en lo que sin duda es un reparto de campanillas.
Una gran noche para Valencia y la lírica en España, superando la prueba con nota de sobresaliente. Schmidt ha logrado su ansiada «calidad de primera». ¡Adelante!, se hace camino al andar. Gonzalo Alonso

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