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Por Publicado el: 18/08/2018Categorías: Colaboraciones, Noticias

Furtwängler y el Nazismo

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Wilhelm Furtwängler

Furtwängler y el Nazismo

Uno de los documentos más emotivos de música sinfónica es el vídeo de Wilhelm Furtwängler dirigiendo la Filarmónica de Berlín. El clip, disponible en YouTube, recoge los últimos cinco minutos de la Sinfonía Nº 4 de Brahms en los que Furtwängler canaliza la intensidad emocional del fragmento con una sensibilidad tan sobrecogedora que, precisamente porque la interpretación ocurre cerca de tres años después de la implantación del Tercer Reich,  puede resultar abrumadora. El director fue un potente símbolo cultural del Nazismo a pesar de no simpatizar con el régimen.

El director de orquesta italiano Arturo Toscanini se erigió en el siglo XX como icono de la lucha por la libertad democrática. Opositor de los regímenes fascistas de Alemania e Italia, Toscanini se estableció en Estados Unidos donde fue director de la Orquesta Sinfónica de la NBC hasta 1954. Contemporáneo al director italiano, Furtwängler fue sin embargo un símbolo de la posición contraria. A pesar de declarar que había tomado una posición apolítica, permaneció en la Alemania nacionalsocilista y cedió su prestigio al Tercer Reich con cada actuación dentro y fuera de Berlín. Como instrumento de las políticas de Hitler y Goebbels fue cómplice de su estrategia de guerra.

El hecho que provocó el vínculo de Furtwängler con el Nazismo comienza cuando en 1933 el director, no solo no abandona Alemania tras el ascenso al poder de Hitler, sino que acepta el cargo de vicepresidente de la Reichmusikkammer nazi destinada a cultivar y enaltecer la música alemana. Su papel a cargo de esta institución acabó con una disputa pública entre el director y Goebbels a causa de la polémica que generó el estreno de la sinfonía Matías el pintor de Hindemith por la Orquesta Filarmónica de Berlín en marzo de 1934. En 1936 rechazó una oferta de la Metropolitan Ópera de Nueva York y decidió quedarse al mando del que sería uno de los símbolos más potentes del aparato propagandístico-cultural del Reich, la Filarmónica de Berlín.

La controvertida decisión tomada por el director fue juzgada negativamente por artistas e intelectuales de la época. Entre ellos, el escritor Thomas Mann, quien sí se exilió a Nueva York, incluso se negaría a entrevistarse con él en Suiza una vez acabada la Guerra. Durante el proceso de desnazificación, Furtwängler replicó estas críticas:
«Yo sabía que Alemania se encontraba en una terrible crisis; me sentía responsable por la música alemana, y que era mi misión el sobrevivir a esta crisis, del modo que se pudiera. La preocupación de que mi arte fuera mal usado como propaganda ha de ceder a la gran preocupación de que la música alemana debía ser preservada, que la música debía ser ofrecida al pueblo alemán por sus propios músicos. Este público, compatriota de Bach y Beethoven, de Mozart y Schubert, aun teniendo que vivir bajo el control de un régimen obsesionado con la guerra total. Nadie que no haya vivido aquí en aquellos días posiblemente pueda juzgar cómo eran las cosas. ¿Acaso Thomas Mann realmente cree que en la Alemania de Himmler a uno no le debería ser permitido tocar a Beethoven? Quizás no lo haya notado, pues la gente lo necesitaba más que nunca, nunca antes anhelaba tanto oír a Beethoven y a su mensaje de libertad y amor humano, que precisamente estos alemanes, que vivieron bajo el terror de Himmler. No me pesa haberme quedado con ellos».

Furtwängler acentuó el sentimiento de comunidad de la música, experiencia que no podía encontrar fuera de Alemania, por lo que se adaptó al Tercer Reich en tanto que no tuviese ni que unirse al partido ni respaldar públicamente la ideología nazi. Sin embargo, su tendencia conservadora facilitó la convivencia con el régimen e hizo que se emocionase en actos y ceremonias patrióticas.

Este episodio de la vida de Furtwängler es aún motivo de investigación por parte de los expertos. Tomar partido declarándose apolítico y permanecer en la Alemania nacionalsocialista ha dado pie a estudios como el recientemente publicado ‘Wilhelm Furtwängler: Arte y política de lo apolítico’ de Roger Allen. En él, el autor propone, a partir de los escritos del músico y su obra, su tesis de que el director alemán tuvo una mentalidad nacionalista afín al nazismo que pudo haber colaborado involuntariamente con el régimen nazi.

Aquí el video de Furtwängler dirigiendo la IX beethoveniana para el cumpleaños de Hitler el 19 de abril de 1942

https://youtu.be/2itdv1aEpG4

Y el mencionado brahmsiano en Londres

Y, finalmente, un documental sobre el director

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