Critica: Cachondeíto fino en el Palau de Les Arts con L’heure espagnole y Gianni Schicchi
Cachondeíto fino
L’HEURE ESPAGNOLE “Comèdie musicale” en un acto. Música de Maurice Ravel con libreto de Franc-Nohain, basado en su obra homónima. Reparto: Eve-Maud Hubeaux (Concepción), Iván Ayón Rivas (Gonzalve), Mikeldi Atxalandabaso (Torquemada), Armando Noguera (Ramiro), Manuel Fuentes (Don Íñigo de Gómez).
GIANNI SCHICCHI. Ópera en un acto. Música de Giacomo Puccini, sobre un libreto de Giovacchino Forzano, basado en un episodio de La Divina comedia de Dante Alghieri. Reparto: Ambrogio Maestri (Gianni Schicchi), Marina Monzó (Lauretta), Elena Zilio (Zita), Iván Ayón Rivas, (Rinuccio), Mikeldi Atxalandabaso (Gherardo), Holly Brown (Nella), Damián Augusto Fernández (Gherardino), Manuel Fuentes (Betto di Signa), Giacomo Prestia (Simone), etcétera.
Dirección de escena: Moshe Leiser, Patrice Caurier. Escenografía: Alain Lagarde. Vestuario: Agostino Cavalca. Iluminación: Christophe Forey. Orquestra de la Comunitat Valenciana. Dirección musical: Michele Spotti. Lugar: Palau de les Arts. Entrada: 1.400 espectadores (prácticamente lleno). Fecha: viernes, 25 abril 2025 (se repite los días 27 y 30 abril, y 2 y 4 mayo).

Imagen de la producción de Gianni Schicchi
Compositores contrapuestos y diferentes en todo. Ravel y Puccini. La hora española. Gianni Schicchi. Dos óperas breves, felices, concisas y cargadas de chispa, emoción y, sobre todo, de cachondeíto fino. El humor y maestría de estas dos tronchantes operitas maestras, y la opulencia de colores y registros que ambos compositores hacen desprender de la gran orquesta sinfónica, son quizá el único punto común. El francés con refinamientos elucubrados y armonías más atrevidas, el italiano con esa escritura verista, directa y tan a flor de piel, que te pilla por el nudo de la garganta.
Ambas operas en un acto han llegado juntas al Palau de Les Arts en doble y nueva producción función pletórica de excelencias. El trabajo escénico, firmado al alimón por Moshe Leiser y Patrice Caurier, y el musical, por el joven maestro francés Michele Spotti, se han abrazado para redondear un espectáculo total y maravilloso, emocionante y divertido hasta el desternillamiento.
Si Ravel elucubra con el deseo de una esposa ninfómana empeñada en cepillarse al primero que llega -¡y no son pocos!- a la relojería de su esposo Torquemada, Puccini en Gianni Schicchi parte de un episodio de la Divina comedia de Dante para contar la astucia y artimaña sin escrúpulos del aldeano Gianni Schicchi para hacerse con la fortuna testada por el difunto Buoso.
Dos espacios escénicos ambientados en Florencia y su “cielo azul” -Gianni Schicchi- y en Toledo La hora española, cuyo pentagrama y libreto andas plagados de referencias de ritmos y aires españoles y alusiones específicas a Barcelona, Santiago de Compostela o incluso Extremadura, “tan cerca del Guadalquivir”, dice el libreto de Franc-Nohain, al que seguro le costó aprobar geografía en sus años de estudiante…
Un trabajo global que destila cultura, sensibilidad y pericia teatrales. Los directores de escena Moshe Leiser y Patrice Caurier se han dejado llevar por las sugestiones de los geniales libretos y han contado la acción con medida literalidad. Sin meterse en camisa de once varas. Todo es claro y directo.
El simbolismo del gran toro que centra la escena de La hora española podría ser un puntito tópico y kitsch, sobre todo al final de la ópera, cuando los cuernos comienzan a echar chispas y fuego, como un toro embolao, y estos cuernos de mentirijilla quisieran suponer los que lleva el pobre y vejete relojero Torquemada(Mikeldi Atxalandabaso) merced al furor uterino de su exuberante y joven esposa Concepción -la estupenda mezzo ginebrina Eve-Maud Hubeaux-.
Pero el buen gusto, el refinamiento de detalles, la estupenda dirección de actores, el ágil movimiento escénico y, en fin, la lucidez que domina el montaje hacen virtud del defecto y la escena queda definitivamente redonda. Como el continuo trasiego de relojes de pared cargados de amantes entre el salón y la alcoba de la insaciable Concepción. Siempre a lomos del forzudo arriero Ramiro -muy bien encarnado por el barítono Armando Noguera-, y del que ella también acabará beneficiándose, bueno,,, “de él y de sus “bíceps que superan mis expectativas”. El canto perfecto del tenor lírico-ligero peruano Iván Ayón Rivas -Gonzalve- abandera el redondo nivel vocal de esta ideal Hora española.
Tras el intermedio, no menos estupendamente fueron las cosas con Gianni Schicchi, ambientado en un espacio-batiburrillo a mitad de camino entre despacho modernillo de formica, habitación con vistas de un hospital y sala de algún tanatorio. La estupenda y cambiante iluminación de Christophe Forey contribuye a la ambigua diversidad escenográfica.
En el abultado reparto, poblado por figuras tan veteranas y admirables como la legendaria mezzo italiana Elena Zilio (Bolzano, 1941), que a sus 84 años aún es capaz de dar vida a una “Zia” cargada de carácter y tablas, o el bajo florentino Giacomo Prestia, convertido en esta ocasión en Simone de poderosa voz y expresión. La soprano valenciana Marina Monzó -Lauretta- salió airosa en el bombón que planta Puccini en mitad del cachondeíto: el milagro de O mio babbino caro, que entonó con gusto, efusión y afinación. Su novio, el macarrilla Rinuccio, fue defendido con la mismas virtudes por Iván Ayón Rivas.
Pero la estrella total, el soberano triunfador de esta gran noche de ópera en la que todos triunfaron, fue el barítono Ambrogio Maestri (Pavía, 1970), quien por voz, interpretación y fuste dramático marca referencia como Gianni Schicchi. Imposible imaginar encarnación más convincente y redonda. Quién es el mejor Falstaff de nuestro tiempo, se ha confirmado ahora, además, como el más ideal Gianni Schicchi. Así lo refrenda su canto pucciniano, la proyección de su voz genuinamente baritonal, sus falsetes, gracietas, vis cómica y clase escénica. En escena, no existe el barítono Ambrogio Maestri: solo el gran embaucador Gianni Schicchi.
Imposible no destacar el estupendo trabajo de la Orquestra de la Comunitat Valenciana en el foso. Dúctil, fresca, rápida de respuesta y opulento y pulido sonido. Fenomenales intervenciones solistas. El maestro milanés Michele Spotti, con apenas 32 años (nació en 1993), actual director musical de la Ópera de Marsella, volvió a exponer la clase y categoría que ya lució en Les Arts en junio de 2023, cuando dirigió Ernani. ¡Qué vuelva! Y ustedes queridos lectores, háganme caso: no se pierdan por nada este espectáculo maravilloso. Además de emocionarse de lo lindo, se lo pasarán pipa. De nada.
Publicado en el diario Levante el 27 de abril de 2025
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