Critica: Desvelando el Misterio Goldberg en Espacio Turina
Desvelando el Misterio Goldberg
Programa: Variaciones Goldberg BWV 988 (transcripción de Nevermind). Intérpretes: Anna Besson (flauta), Louis Creac’h (violín), Robin Pharo (viola da gamba) y Jean Rondeau (clave y órgano). Lugar: Espacio Turina. Fecha: Miércoles, 30 de abril. Aforo: La mitad.

Nevermind y las Goldberg en Espacio Turina. / LUIS OLLERO
Para órgano, piano, acordeón, arpa, chelo, guitarras, fagotes, flautas, marimba, electrónica, grupos de jazz, trío de cuerdas y hasta para ukelele se han transcrito las Variaciones Goldberg de Johann Sebastián Bach. Tal es la fascinación que despiertan entre músicos y oyentes estos laberintos sonoros que aúnan la más alta sabiduría técnica posible con la inspiración temática.
A esta galería de versiones se ha sumado recientemente la transcripción realizada por el grupo Nevermind para violín, traverso, viola da gamba y clave y órgano alternatim. Digámoslo ya claramente desde el principio: la versión es fascinante y, para mí, la mejor de cuantas trancripciones se han realizado.
El paso de las dos manos del clave a los cuatro instrumentos está realizado con un enorme sabiduría musical, con líneas melódicas iniciadas por un instrumento, continuadas por otro y rematadas por un tercero, en combinaciones instrumentales variadas y siempre con una gran carga de expresividad.
El diálogo entre violín y viola da gamba en la variación 25, llevado adelante con tempo pausado al límite, derivó en una versión hipnótica merced a ese tema que se enrosca sobre sí mismo en el ir y venir de uno a otro interlocutor. La adscripción de las voces de los cánones a diferentes instrumentos hace que podamos ver el magistral contrapunto bachiano y seguir cada línea con nitidez.
Las versiones se beneficiaron de cuatro soberbios intérpretes, con una suavísima flauta (bellos trinos en la nº 28), un violín límpido y ágil (nº 5), una viola da gamba de sonido sedoso y Rondeau, un auténtico poeta del teclado que optó por el órgano para las variaciones más meditativas, ayudando así a crear un clima sonoro de iniciación al misterio.
Hubo momentos de infinita y delicada belleza, como el diálogo íntimo entre violín y flauta en la nº 9, instrumentos que protagonizaron toda una lección de matización dinámica en la nº 20. O ese fraseo ondulante, como un arroyo de montaña, de la nº 26. Y cuando se podía esperar un Quodlibet festivo como coronación, los Nevermind optaron por una apacible ceremonia de contenida alegría en la enunciación de las melodías campesinas recogidas y fundidas por Bach.
Y de nuevo el aria, degustada con exquisita delicadeza por Besson y recreándose en el fraseo desigual lleno de acentos, inflexiones y matices retóricos. En fin, la Belleza.
Publicado en el Diario de Sevilla el 30 de abril de 2025
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