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Por Publicado el: 09/03/2005Categorías: Crítica

Grimaud, a pedal fijo

Grandes Intérpretes
Grimaud, a pedal fijo
Obras de Chopin y Rachmaninov. Hélène Grimaud, piano. Auditorio Nacional. Madrid, 8 de marzo.
Corrían finales de mayo de 2002 y en el Auditorio Nacional tocaron, en días sucesivos, Hélène Grimaud y Rosa Torres Pardo. Escribí entonces: “La solista francesa tocó con técnica no exenta de emborronamiento. Tocó con una libertad de criterio excesiva y del bellísimo concierto en Sol Mayor de Ravel desapareció el reposo al ofrecernos una versión absolutamente acelerada. El nuevo concierto de Balada lo interpretó muy bien Rosa Torres-Pardo, cuya técnica no va detrás de la de Grimaud y cuyo criterio musical es superior. Sin embargo una está superpromocionada por su casa de discos y por Muzzik y la otra no puede competir en eso. Sin duda, hablando sólo de calidades, las famas deberían estar invertidas”. Viene a cuento porque nuestra Rosa acudió a escuchar a la francesa Hélène y no pude menos que reafirmarme en lo escrito al ver a ambas, aunque esta vez una no tocase.
Empezó Grimaud mal sin paliativos. La “Barcarola en fa sostenido mayor, Op.60” de Chopin no pudo emborronarse más. La “Berceuse en re bemol, Op.57” es tan lírica y pausada que es imposible de manchar. Vino luego la “Sonata n.2 en si bemol mayor, Op.35”, la conocida como “Fúnebre”, y de ella apenas se salvó por los pelos el último tiempo. Más borrones y falta de concentración para una lectura propia de alumno de conservatorio. A la memoria también venía lo estupendamente que la tocaba Joaquín Soriano, un pianista español que aún no ha pasado por estos “Grandes intérpretes”. Algunos ciclistas van a piñon fijo, Grimaud iba a pedal fijo, prácticamente pisado siempre. La también “Sonata n.2 en si bemol menor”, pero de Rachmaninov, continuó por los mismos derroteros. El público, que no es tonto, la dispensó aplausos lejanos a los dedicados a otros artistas que han pasado por el ciclo y es que esta vez no estábamos ante un “gran intérprete” por mucho que Deutsche Gramophone se empeñe en un vano intento por sustituir a una Pires que se está dudando si deja la casa discográfica. Y no vale la excusa del comentario escuchado, según el cual no se encontraba bien, porque estamos ante la segunda en la frente y, además, cualquier buen pianista ha de poseer técnica como para solventar airosamente un trance similar.
Cuando vuelva, habrá quien desee invitar a bailar a esta monada de pianista, pero no tanto escucharla. Al pan, pan y al vino, vino. Gonzalo ALONSO

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