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Voz para una exposición
Por Publicado el: 04/03/2005Categorías: Crítica

Les Jardin des Voix, La música como placer

Juventudes Musicales
La música como placer
Obras de Purcell, Mazzocchi, Rossi, Lambert, Charpentier, Rameau, Campra, Haendel, Mozart, Grétry, etc. Le Jardin des Voix. Orquesta de les Arts Florissants. W.Christie, director. Auditorio Nacional. Madrid, 3 de marzo.
En julio de 2003 presenciamos en el Teatro de la Zarzuela un espectáculo sorprendente: William Christie presentaba unos artistas muy jóvenes con los que había trabajado a conciencia para ofrecer, junto a Les Arts Florissants, un espectáculo vocal y escénico muy refrescante. La experiencia se repite tres años después en el Auditorio Nacional, bastante más frío que la Zarzuela para algo así, dicho sea de paso.
Tres sopranos –Amel Brahim-Djelloul, Claire Debono y Juditrh van Wanroij-, un contratenor- el barcelonés Xavier Sabata-, un tenor –Andrew Tortise-, un barítono –André Morsch- y un bajo –Konstantin Wolf- se alternan en todo tipo de números de conjunto, aunque Christie da también oportunidad a que cada uno de ellos pueda mostrarse en solitario. El repertorio, naturalmente barroco, está compuesto por obras de autores muy variados, lo que no evita que al final quede una cierta sensación de monotonía, causada principalmente por los tempos excesivamente lentos que escoge Christie.
El más aplaudido de los siete jóvenes fue el catalán que jugaba en la casa madrileña, más por este hecho que por los méritos exclusivamente canoros, pues las sopranos y el bajo estuvieron por encima. Vincent Boussard, que vistió de largo a las féminas y “casual” a los hombres, se encargó de diseñar unos simples pero adecuados movimientos escénicos que aportaron vivacidad e incluso comicidad a algunos de los números. La fórmula funciona muy bien y el final del espectáculo, con su gradación desde el trío femenino al cuarteto masculino a capella para terminar con un septeto, resulta sobresaliente.
Christie se entusiasma hasta dirigir a veces aunque nadie le pueda ver: con los solista de espalda y él de espaldas a la orquesta. Sonríe y disfruta y, sin duda, ese ambiente es el que ha predominado en un quehacer común que se evidencia muy completo. La mejor de las espontaneidades es la que parece tal tras un arduo trabajo. Bravo a los artistas y a Juventudes Musicales por un ciclo que está reportando muchos momentos de satisfacción. Gonzalo ALONSO

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