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Mucho ruido y pocas nueces
Cuando Gioconda es Corella
Por Publicado el: 08/10/2005Categorías: Crítica

Inauguración del Palau de les Arts

Inauguración del Palau de les Arts
Hoy puede ser un gran día
Escenas, arias y coros de Bizet, Chapí, Penella, Serrano, Lleó, Rodrigo y Falla. A.Gheorghiu, R.Alagna, C.Álvarez, P.Moral, M.Rodríguez-Cusi, S.Giner, L.Martínez, E. De la Merced, S.Fernández, I.Monar, O.Sala, J.Sempere. Orquesta Músics.de la Comunidad Valenciana, Coro de la Generalitat y Escolanía Mare de Deu dels Desemparats. Directores: L.Maazel y E.García Asensio. Valencia, 8 de octubre.
«Hoy puede ser un gran día», así casi terminaba Joan Manuel Serrat su recital de inauguración del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid y Francisco Camps prescindía del «puede» en su discurso al mostrar el impresionante Palau de les Arts valenciano, dependiente únicamente de la Generalitat. Es efectivamente un gran día, un día en el que se inaugura la sala principal para 1600 personas de un edificio del siempre personal Calatrava con 37.000 m2 construidos y más de 250 millones de coste declarado. Y como es un gran día sería cicatero entrar en detalle en matizaciones del tioo de si se inaugura precipitadamente para el día de la Comunidad valenciana, sin ascensores, sin plan de emergencia o sin esas otras licencias obligadas para cualquier particular. O entrar en los porqués de la imposibilidad de conocer cómo se va a mantener financieramente un complejo con cuatro salas para un total de más de 4.000 espectadores con el escenario más grande tras la Bastilla, cuántas entradas se van a poner a la venta el primer año, cuántos espectáculos se ofrecerán, etc. Sín embargo no puede obviarse la sorpresa que produce la existencia de localidades sin plena visibilidad en un teatro de nueva planta o la acústica de resonancia y brillantez excesivas, aunque esto último podrá subsanarse. El teatro de ópera, inaugurado con conciertos que no ópera, se cerrará por un año para ya reabrirse con aquello para lo que realmente ha sido diseñado. Aún queda por tanto tiempo para definir y mejorar cuestiones como las citadas, que es preciso señalar sin inquietar.

Excelente idea, una vez que la propia orquesta se encuentra aún en proceso de formación, la de formar una «especial» para estos dos conciertos inaugurales a base de músicos valencianos que tocan en agrupaciones de todo el mundo, batante numerosos por cierto. A ella han llegado provenientes de todos lados excepto de la propia orquesta de Valencia, perteneciente al Ayuntamiento y ha sonado en solos y «tuttis», tras ocho ensayos, como las mejores del país. Lorin Maazel tiene fama de «llegar y cobrar», pero también de involucrarse a fondo cuando se siente motivado y lo está realizando en Valencia, con jornadas maratonianas no ya para estos dos conciertos sino incluso para audicionar y seleccionar los profesores de la futura orquesta del Palau. Es evidente que han vuelto a él las ilusiones juveniles al ver el contraste entre lo que pasa fuera de nuestras fronteras, con tremendos recortes presupuestarios e incluso cierres de auditorios y teatros, y esta realidad valenciana, de continente realmente único en el orbe. ¿Quién puede dejar de admirarse e ilusionarse? La propia Schmidt es modelo de entusiasmo contagioso. Cierto es que tras Maazel, Mehta o Domingo hay muchos intereses económicos, pero no hay complejo en el mundo con tal plantel de artistas.
Y esta misma ilusión se palpaba, no ya en los espectadores presentes en el auditorio sino en la propia calle. Los valencianos ya aman verdaderamente su Palau de les Arts y lo demuestran con elogios de admiración y orgullo en cualquier conversación. El mismo entusiasmo lo compartían los artistas encargados de la inauguración. Una selección de «Carmen» es algo que siempre llega si se toca y canta bien, tal y cómo sucedió. Maazel, preciso y con fuerza, Alagna mostrando su precioso timbre en el aria «de la flor» y Gheorghiu, una de las artistas con mayor personalidad del presente, con una voz que corría muy bien en la «Habanera». Ambos resolvieron bien las complejidades dramáticas de un cuarto acto a matacaballo, escrito en principio para otro tipo de vocalidades, aunque el atril de la señora Gheorghiu haya perjudicado seriamente el DVD que se grababa. La voz de Carlos Álvarez, una de las más bellas entre las barítonales, lució en «La canción del Toreador», momento siempre impactante, de tesitura para bajo-barítono.. Se echó de menos el aria de Micaela, tan adecuado a la voz de la soprano rumana como a la de una Isabel Rey, extrañamente ausente en esta fiesta valenciana.
La segunda parte, bajo la más eficaz que colorida batuta de Enrique García Asensio, se abrió con el arrebatador «Preludio» de «La Revoltosa» y tras las muy acertadas y aplaudidas intervenciones de Elena de la Merced con Marina Rodríguez-Cusì en la popular habanera «Todas las mañanitas» del «Don Gil de Alalá» del maestro Penella y la «Canción de Leonello» de Serrano por un entregado Álvarez, llegaron dos sorpresas. Angela Gheorghiu se atrevió con el «Ay ba…!» de «La corte del faraón», sin la segunda letra y con el doble de voz pero la mitad de picardía Esperanza Roy, y Roberto Alagna con el «Te quiero morena» de «El trust de los tenorios», pieza que también agradó en su día a otro tenor no español: Franco Corelli, quien también gustaba de filados como el practicado por Alagna. Muchos aplausos, pero Kraus, Domingo o Carreras ponían con ella los teatros boca abajo.
Lorin Maazel se encargó de cerrar con los «Cuatro madrigales amatorios» de Rodrigo en las cuatro voces diferentes de Sandra Fernández, Elena de la Merced, Isabel Monar y Ofelia Sala en otra clara demostración del poderío musical local, que es mucho, y la segunda suite de «El sombrero de tres picos» con especial lucimiento de los profesores valencianos. Aún hubo lugar naturalmente para el Himno Nacional y el de la Comunidad Valenciana, éste con el coro y el tenor José Sempere.
Y concluye esta crónica como empezó, con Serrat. El otro día finalizó con aquella canción que dice, entre otras jugosas cosas, «vamos, bajando la cuesta, que arriba en mi calle se acabó la fiesta». En el Palau de les Arts, sin acabar de bajar aún la cuesta arquitectónica, hay que empezar a subir la artística. Hoy es un gran día, mañana también puede serlo. ¡A trabajar y mucha suerte! Gonzalo ALONSO

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