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Un “Fausto” con altura de miras
LA MEDIA VOZ DEL CUARTETO CASALS
Por Publicado el: 01/02/2009Categorías: Crítica

La Gran Vía en envoltorio engañoso

Temporada de la Zarzuela
La Gran Vía en envoltorio engañoso
“La Gran Vía… es quina a Checa” de Chueca y Valverde. Recreación del texto original a cargo de Paco Mir. Dirección Musical: M. Roa. Dirección de Escena y Adaptación del Texto: P. Mir. Escenografía: J. Berrondo. Iluminación: N. Fischtel. Vestuario: J. Ruiz. Coreografía: T. Nieto. Adaptación musical: J. J. Colomer. Reparto: L. León, E. Ruiz del Portal, M. Martín, K. Aranburu, C. Heredia, P. Tre, S. Puértolas/M Rey-Joly, M. Moncloa, T. González, N. Pérez y A. Torres, etc. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro del Teatro de la Zarzuela. Madrid, 31 de enero.
Nueva producción del Teatro de la Zarzuela destinada a un buen éxito popular. Base de ello son la espectacularidad de unos decorados muy realistas que retratan la “Gran Vía” como lo hace Antonio López, la abundancia de extras lujosamente vestidos, la vivacidad de situaciones, la gracia de los textos originales y modificados, la buena presentación de los números musicales y dirección de Miguel Roa, así como la presencia de un reclamo como Loles León.
La pequeña joya de Checa y Valverde triunfó, además de por su partitura, por la chispa y actualidad de sus dimes y diretes críticos. Desde su estreno en 1886 no ha habido producción que haya prescindido de modificaciones para añadir números musicales o revitalizar el texto a las circunstancias de cada momento. Así, por ejemplo, lo hizo Marsillac en la temporada 1983-84 y lo hace ahora Paco Mir. El problema es que ya con anterioridad, en 1969, el propio Marsillac había presentado el “Tartufo” abriendo camino a la crítica sociopolítica corrosiva. Ésta es la que en este momento convendría a la “La Gran Vía”. La actual realidad de la avenida madrileña es bien distinta de la folclórica de Mir. Los amables rateros son hoy emigrantes que asaltan a turistas japoneses a punta de navaja o bandas de rumanos que arreglan cuentas entre ellos a plena luz; los “Chicotes” de ayer son discotecas en cuya entrada se asesina a jóvenes; los bulliciosos manifestantes podrían ser los doscientos mil parados más de enero que pronto habrán de darse a conocer… Nada de todo ello asciende al escenario de la Zarzuela, que se decanta por el “trato amable” a situaciones y personajes.
Y el tema daría para mucho más con realismo y sentido crítico. Así la turista, que se queja al concejal por haberse roto un tacón, bien podría añadir que el percance sucedió frente al Ritz, en plena Plaza de la Lealtad, que lleva más de cinco años con sus aceras desempedradas. Incluso podría haber llevado como testigo a un Neptuno menos dado a representante del Atlético de Madrid y más a representante de los vecinos afectados por la innecesaria e inoportuna reforma del eje Prado. La propia Cibeles, tan superficial ella, nos podría haber contado cómo vive en su subterráneo el limosnero, entre orines y edificios de cartón, en los bajos del nuevo y flamante Ayuntamiento de Madrid. Doña Virtudes podría habernos revelado cómo el edificio Rialto o cualquier otro podría ser recalificado gracias a la intervención del abogado de turno y el arquitecto pariente del concejal de urbanismo. Y, en fin, el propio concejal, Carlos Heredia, podría haber recurrido a una “morcilla”, levantado al Ministro de Justicia de su butaca y sacado al escenario de “La Gran Vía” para que le ayudase a parar una manifestación de jueces por ella.
Pero no, la imaginaria lucha por una “Gran Vía” que no termine en campo de golf es mucho más amable que la cruda realidad. Y se entiende que riese y aplaudiese una Raffaella Carrá habitada a ese “porco goberno” que ahora encabeza Berlusconi en un país al que cada día nos parecemos más y con el que acabaremos por hermanarnos. También se reía el Alcalde. Cómo no, y cualquier político haría igual al comprobar lo mansos e ignorantes que LOGSES y Ciudadanías hacen de nosotros, sufrido pero feliz público asistente. Vayan a este espectáculo que merece la pena y observen cómo, injustamente, sale a saludar la última Loles León, quien no tiene el papel protagonista por meritorios esfuerzos canoros que realice y buena actriz que sea. Supone una clara afrenta a los auténticos artistas-cantantes del género, empezando por Milagros Martín y terminando por Marco Moncloa o Antonio Torres. Cómo si la zarzuela fuese mucho más teatro que canto. Sí, amigos lectores, acudan y diviértanse, pero luego reflexionen y piensen si no va siendo hora de valorar adecuadamente cada cosa y de que mandemos con la música a otra parte a los políticos que nos han conducido y conducen a donde estamos y, encima, se ríen de nosotros confiados en una de dos: o somos tontos o así nos lo tenemos que hacer. Chueca y Valverde hicieron diana en su tiempo, pero hoy no hay valor para otro tanto. Así es nuestra democracia domesticada. Gonzalo Alonso

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