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Por Publicado el: 21/04/2024Categorías: En vivo

Critica: La OCNE con Kazuki Yamada y Sara Ferrández

PLANOS, COLORES Y ACENTOS

La OCNE con Kazuki Yamada

Obras de Takemitsu, Walton y Franck. Sara Ferrández, viola. Orquesta Nacional. Director: Kazuki Yamada. Auditorio Nacional, 19 de abril de 2024.

Sara Ferrández

Sara Ferrández

No recordamos al japonés Yamada (1979) en el podio de la Nacional con anterioridad. Es un maestro competente, de gesto suelto y bien dibujado, de modales no exentos de elegancia. Pequeño de estatura, muy activo y comunicativo, mostró suficiencia y personalidad. Por lo que vimos estableció una buena relación con la orquesta, con mucha sonrisa cómplice y, gracias a ello, la sesión discurrió por los mejores cauces en un programa que acogía músicas de diverso cuño, aunque enlazadas de manera indirecta.
Escuchábamos una suave, bien construida e hilada composición (1977) de Takemitsu, un músico tan ecléctico como innovador, tan sintético y resumidor de corrientes musicales del siglo XX, en un curioso abrazo de lo occidental y oriental, es magnífica por su bien trabajado y exquisito desarrollo, alusivo a los jardines del título (“Un rebaño desciende al Jardín Pentagonal”). “Poderosos silencios a partir de los cuales emerge un paisaje sonoro pentatónico, brumoso y que altera el tiempo”. Una frase del compositor, recogida en sus documentadas notas al programa por Justo Romero, que nos sitúa estupendamente a la hora de escuchar la obra. Y a juzgar la buena interpretación.
La fina batuta de Yamada hizo que la música fluyera con naturalidad. Los sonidos suspendidos, los ecos impresionistas, los sutiles recuerdos de la estética de la Escuela de Viena, la atmósfera, los matizados colores, las encantadoras disonancias, los detalles instrumentales (divisis incluidos) nos llegaron sin problemas y nos dejamos llevar apaciblemente hasta el pianísimo final.
Luego la jovencísima violista Sara Ferrández, hermana del ya consagrado chelista Pablo Ferrández, hijos ambos de un profesor de la Nacional, nos demostró su actual grado de forma exhibiendo la muy dulce sonoridad de su instrumento, un David Tecchler de 1730, a lo largo de una muy medida interpretación del “Concierto para viola y orquesta” de Walton. Desde el principio, con la exposición del tema principal, quedamos atrapados por el buen hacer de la instrumentista, por su fraseo fluido, sin asperezas, por la plenitud de su cuarta cuerda y por la intensidad de sus acentos. Virtudes que planean sobre la no excesiva potencia del sonido.
Bien observados los contratiempos del segundo movimiento, “Vivo e molto preciso”, curiosamente espumoso, y en su sitio el airoso “Allegro moderato”, tan humorístico en las frases del fagot. La viola de Ferrández nos sedujo en el trazado de los pasajes graves. Tras el triunfo, en el que colaboró una flexible Nacional, movida con buen aire por la batuta, la instrumentista nos obsequió, a lo que pudimos entender, con una curiosa pieza, al parecer nacida tras un encuentro en el Carnegie Hall de Nueva York con un compañero. Música liviana y cambiante con ecos lejanamente bachianos.
La versión que se nos ofreció a continuación de la célebre “Sinfonía en Re menor” de César Franck fue, aun contando con las peculiaridades de sus pentagramas, tan alejados por su contundencia orquestal de los coetáneos (1888), nos pareció en exceso compacta, granítica, de un empaste grueso y monolítico. Aunque la construcción del Lento inicial estuviera bien planificada hasta la aparición del primer y explosivo tema. Pero luego y pese al buen trabajo fraseológico, las líneas comenzaron a emborronarse en exceso. El cierre fue masivo y confuso.
El gesto volandero del director hizo cantar estupendamente a ese buen instrumentista que es José María Ferrero de la Asunción. Su corno inglés introdujo el “Allegretto” de la mejor manera. Después, Yamada dejó tocar, aunque echamos de menos una mayor finura. Poca claridad contrapuntística observamos en el “Allegro non troppo” de cierre, en donde muchos pasajes sonaron desdibujados y relativamente ajustados. Buen triunfo final. Arturo Reverter

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