«Ma-non» es «Ma-sí» en el Liceo
Temporada del Liceo
«Ma-non» es «Ma-sí»
Desay, Villazón y Victor Pablo, triunfadores en «Manon»
«Manon» de Massenet. N.Desay, R. Villazón, S. Ramey, M.Lanza, F.Vas, D.Henry, etc. D.McNair, dirección escénica, V.P.Pérez, dirección musical. Orquesta y Coros del Gran Teatro del Liceo.
El Liceo ha programado dos obras de Massenet con escasos días de diferencia y repartos que, vistos en los cartelones de la calle, producen admiración y también envidia: Villazón, Desay, Ramey, Hampson, Fleming, Bros, etc. Eso es un teatro de primera fila internacional aunque, me anticipo al anuncio oficial, Hampson probablemente cancele.
«Manon» es una de las dos óperas de Massenet que nunca ha desaparecido del repertorio. Comparte con «Werther» un mismo periodo de composición y una misma época de ambientación, sin embargo sus atmósferas son bien distintas. Juega en su contra una duración más amplia, que la perjudica cuando en el foso no hay una batuta en condiciones. Afortunadamente la hubo en el Liceo. Victor Pablo realizó una labor magnífica en todos los sentidos, uno de sus mejores trabajos líricos. Vivacidad, matiz y buen sonido de orquesta y coro fueron conseguidos plenamente. Fue ovacionado, pero si se llamase Viktor Peretti lo hubiera sido mucho más. Ya me entienden.
Se anunció que Natalie Desay padecía una laringitis, pero nadie lo notó. Estamos ante una artista completa y muy musical, que borda el papel escénica y vocalmente desde su cuerda de ligera, un poco a lo Bidu Sayao. No tan en estilo estuvo Rolando Villazón, en lo que ha sido la representación más floja que le he escuchado. Hay algo en su forma de cantar Des Grieux que no acaba de convencer, como las frases mal colocadas. En cualquier caso no se justifican el par de «buhes» entre los vítores. La voz es pequeña, lejos del caudal y el corazón de un di Stefano y los recursos técnicos no comparables a los de Kraus, pero en un mundo de medianías ha sabido encontrar un buen término medio, que ya es bastante. Ambos intérpretes funcionan como pareja -vibrantes sus dúos- y se disfruta con ellos, aunque en el recuerdo queden imborrables Sayao-Di Stefano, Pilou-Aragall o Cotrubas-Kraus.
Samuel Ramey aporta la clase de los tiempos antiguos desde su autoritaria salida a escena. Aún convence el poder de la voz, a pesar de los trémolos. Manuel Lanza, Francisco Vas y Didier Henry, así como los comprimarios, completan un reparto de calidad.
No perderé el tiempo extendiendome sobre la escena, porque la actualización de la producción de la ENO no lo merece. Su conservadurismo y falta de interés suponen una excepción en los habitualmente avanzados planteamientos escénicos de Liceo.
Disfrutarán mucho con esta «Manon» si acuden sin pedir peras al olmo. Gonzalo Alonso
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