En torno a Falla
Plenitud artística
Obras de Falla y Debussy. María José Montiel, soprano y Josep María Colom, piano. Auditorio Nacional. Madrid, 21 de octubre.
El CNDM y la ONE ponen en marcha un ciclo dedicado a Manuel de Falla, con 5 conciertos, una exposición y una mesa redonda en el Auditorio Nacional, que se inauguró el 21 de octubre y concluirá el 18 de diciembre. Abrió fuego un dúo excepcional: María José Montiel y Josep María Colom trabajaron juntos y por separado un programa interesante que convendría haber organizado mejor tanto en la forma como en el fondo. Escribo esto porque en las formas resultó chocante que mientras la cantante apareciese vestida de “fiesta”, el pianista lo hiciese en manga corta, enteramente de blanco hasta los mocasines, como recién llegado de la playa. Siempre es recomendable la reducción al mínimo de entradas y salidas al escenario porque cortan el ambiente y la concentración. En la primera parte de la segunda parte hubo demasiadas piezas cortas con excesiva separación entre ellas y si logró recuperarse en entusiasmo con el que se había llegado al descanso fue por la formidable lectura que Colom realizó de la “Fantasía Baetica” y la posterior propina de la preciosa canción de Ernesto Halffter “Ay que linda moza”, dicha por Montiel con excepcional dulzura y pasión, convirtiendo en obra maestra esta pequeña pieza. Tampoco tenía mucho sentido que la última obra le corresponda a uno sólo de los dos intérpretes que comparten escenario, pues la posterior propina a dos viene algo forzada. La “Baetica” debería haber finalizado la primera parte y las “Siete canciones populares” de Falla la segunda. Los programadores siempre tienen algo que aprender por dilatada que sea su experiencia, como también los jóvenes acomodadores recientemente incorporados a quienes parece no se enseña cómo estar en un auditorio.
Los dos artistas confirmaron lo desaprovechados que están por nuestros programadores. Colom con su madurez y sólida técnica ya en el citado Falla como en los Debussy en solitario o en los impecables acompañamientos a una soprano en estado de gracia. La voz de María José Montiel se halla en plenitud, caliente el centro y poderosos los agudos, medias voces, pianos y filados utilizados con gran musicalidad, entregada y temperamental sin pasarse nunca y con un poder de comunicación que hizo saltar chispas del auditorio. ¡Queremos verla y oírla más! Gonzalo Alonso