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Por Publicado el: 27/09/2005Categorías: Crítica

Mutter, de vuelta

Juventudes Musicales
Mutter, de vuelta
Sonatas para violín y piano de Mozart. Anne-Sophie Mutter, violín y Lambert Orkis, piano. Auditorio Nacional. Madrid, 26 de septiembre.
Las Juventudes Musicales madrileñas, que con tanto tesón y acierto encabeza Isabel Falavella, han comenzado su ciclo de 16 conciertos con un plato fuerte distribuido en tres jornadas: la interpretación de las dieciséis “Sonatas para violín y piano” de Mozart correspondientes a su periodo de madurez. De ellas, curiosamente, se ha excluido la última, la KV.547, quizá porque tiene mucho de obra didáctica para niños y fue compuesta por Mozart pensando más que nada en recaudar fondos con los que mejorar su precaria economía. Es, sin embargo, una pieza casi tan atractiva como las anteriores y es de esperar que Anne-Sophie Mutter y Lambert Orkis la toquen al menos como propina.
Sabiamente los artistas han distribuido las sonatas catalogadas como vienesas entre las de Mannheim sin embargo, al prescindir de la citada, el primero de los programas sólo incluyó cinco de las de Mannheim. Tres de ellas – las Kv.301, 303 y 305- sirvieron para preparar el camino a las Kv.380 y Kv.378, de mucha más sustancia. Todas muestras no obstante la firma de Mozart con todo lo que ello representa en cuanto a imaginación temática, fluidez de ideas y frescura de discurso. La en “Si bemol mayor Kv.378”, escrita en Salzburgo al regreso de la gira europea en la que moriría la madre del compositor, contiene acentos más ilusionantes que tristes e incluso citas a “El rapto en el serrallo”, quizá porque Constanza no andaba muy lejos. El primer tema es maravilloso. Aún más belleza reúne, si cabe, la en “Mi bemol mayor Kv.380”, cuya modernidad sorprende aún hoy. Sus trazos contienen los gérmenes que unos años después desarrollarían Beethoven e incluso Brahms. El impulso de su “allegro” contrasta con la profundidad del misterioso “andante con moto”.
Anne-Sophie Mutter convenció más en estas sonatas que en los conciertos para violín que abordase en dos ocasiones con Juventudes Musicales, por la suavidad, la amabilidad, el cuidado con el que el arco roza las cuerdas para producir un sonido bellísimo, sin que haya de luchas por sobresalir sobre una orquesta. Mutter lo tiene todo, hasta espléndida figura. El pianista Lamber Orkis toca con claridad meridiana, regula muy bien la pulsación y se integra perfectamente con la violinista. De ambos salió el mejor Mozart de estas sonatas, no ya un aperitivo sino un consistente plato en los preludios del año Mozart. Felicidades a Juventudes por este inicio de un ciclo camino de convertirse en alternativa a Ibermúsica a precios bastante más reducidos. Gonzalo ALONSO

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