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Temporada 2010/2011 de la ORCAM
Por Publicado el: 06/06/2010Categorías: En la prensa

Obituario de Giuseppe Taddei

Giuseppe Taddei, barítono
Falstaff ha muerto un poco…
El Mundo 6/06/2010
Tenía 94 años y casi nadie imaginaba que aún estuviera vivo ¡y pensando en cantar! El barítono Giuseppe Taddei falleció el pasado miércoles en Roma tras una vida de éxitos en los mejores escenarios operísticos. Su sana longevidad ha sido equiparable a su irreductible vitalidad artística, lo que le permitió coincidir con cantantes de una generación privilegiada, como Maria Callas, Renata Tebaldi, Franco Corelli, Mario del Monaco o Boris Christoff… Colaboró también con las batutas más fundamentales de la segunda mitad del siglo XX, como Arturo Toscanini, Olivero De Fabritiis, Carlo Maria Giullini, Herbert von Karajan o Zubin Mehta.
Crecido en la convulsa Italia de entre guerras, el joven Giuseppe demostró desde su niñez una fuerte inclinación por la música y el canto. Superada la infancia y la educación musical más básica, se presentó a un concurso de jóvenes valores de la lírica organizado por el Teatro de la Ópera de Roma, que ganó por unanimidad. El maestro Tullio Serafin, reconocido descubridor de talentos anónimos, era por entonces director artístico de dicho teatro y no dudó un instante en hacerle debutar en el Lohengrin wagneriano, con el papel del Heraldo. Dirigía el gran Toscanini. Curioso principio para un cantante que desarrollaría una carrera de impronta eminentemente italiana que, no obstante, conocería la gloria también con títulos wagnerianos y de los repertorios ruso y francés.
Los inicios teatrales del joven barítono se vieron truncados bruscamente por el inicio de la II Guerra Mundial. Llamado a filas, estuvo destinado en el frente de los Balcanes hasta 1943, fecha en la que fue hecho prisionero por las tropas alemanas. El hambre, el frío y la humillación del cautiverio en un campo de concentración borraron las esperanzas del barítono-soldado, que sublimaba entonces su desgracia cantando de barracón en barracón para sus compañeros de desdicha.
Esta indomable necesidad de expresión artística favoreció que alguno de sus carceleros alemanes, y amantes de la lírica, mejoraran sus condiciones de vida. Al fin y de algún modo renacía la esperanza. Al terminar la guerra, ya libre de su cautiverio nazi, entra a formar parte del Special Service americano, con el que ofrece una serie de espectáculos para las tropas aliadas. De esa forma llega a la ciudad de Salzburgo donde conoce a un joven Von Karajan; se inicia entonces entre ambos una relación de por vida que se tradujo en una colaboración fértil y contínua. Tanto en los escenarios como en los estudios de grabación.
La voz baritonal de Taddei ya era por entonces de una rara belleza tímbrica, que en alguna ocasión se llegó a comparar con el sonido aterciopelado del violonchelo. Densa y pastosa en el centro, la pericia de su técnica y el empeño en el dibujo de la palabra cantada fueron desde el principio su santo y seña. Sus coetáneos Tito Gobbi y Gino Becchi quizá le hicieron algo de sombra, pero su dicción nítida e inconfundible capacidad para el fraseo le acercaron, sin embargo, a otros artistas geniales de su tiempo, como Sesto Bruscantini y el también recientemente desaparecido Wladimiro Ganzarolli, con los que compartía repertorio y estilo.
Barítono nobile en sus inicios y por tanto ligado al canto verdiano, el verismo y Mozart fueron, no obstante, dos pilares de su carrera. Don Giovanni y Leporello, los dos Fígaros (Las Bodas de Fígaro de Mozart y El barbero de Sevilla de Rossini), casi todos los padres verdianos, los retorcidos Scarpia y Iago, el simple Papageno o el pícaro Schicchi le consagraron; el Holandés errante, el Hans Sachs, el Guillermo Tell o el Eugenio Oneguin atestiguan su curiosidad musical.
Pero es el Falstaff verdiano el personaje que sin duda marcó su carrera. Dos registros fonográficos dan perfecta fe de ello: uno de 1950 en directo retransmitido por la RAI, otro en grabación de estudio en 1980, bajo la dirección de Von Karajan. La entidad musical y longevidad vocal de Giuseppe Taddei queda reflejada en la evocación de los grandes logros apreciables en su segunda grabación, y que ya estaban presentes 30 años antes, sin casi ninguno de sus defectos.
En 1985 debutó en el Metropolitan de Nueva York con este mismo papel, cuando ya había cumplido 69 años y aún el 27 de febrero de 1993, con 76 junios en su alma, ofreció una legendaria interpretación del rol en un concierto en el Palau de la Música de Valencia. Pero no fue sólo Valencia la ciudad española que disfrutó de su arte. Ya en 1954 se presentó en el Tatro Lope de Vega de Sevilla en funciones de La Traviata y El Trovador. El Liceu de Barcelona, el Campoamor de Oviedo, Madrid, Bilbao y otras muchas capitales españolas recuerdan aún el canto inolvidable de este verdadero artistazo lírico, considerado por muchos como el Falstaff de referencia. Tras la desaparición hace unos meses de Waldimiro Ganzarolli, la muerte de Giuseppe Taddei hace que, irremediablemente, Falstaff muera un poco. Un poco más.

Giuseppe Taddei, nació en Génova (Italia), el 26 de junio de 1916, y falleció el miércoles, 2 de junio de 2010, en su domicilio de Roma; el próximo 26 de junio habría cumplido 94 años. JUSTO ROMERO

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