Putin abre el Mariinsky II y se olvida del Bolshoi
Putin, natural de San Petersburgo, se cansó del burdel en el que se ha convertido el Bolshoi, donde no sólo reinan las producciones “inteligentes” de las figuras de la escena rusa que alejan al público, sino que hasta se echan ácido a la cara. Por eso decidió prestar todo su apoyo a Gergiev, figura opuesta en sus conceptos a los que son moda en el teatro de Moscú, abriendo un nuevo e inmenso teatro, tipo La Bastilla parisina, y confiándoselo a él. La mayor parte de las subvenciones del Estado irán también al Mariinsky II.
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