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Por Publicado el: 14/05/2021Categorías: Recomendación

Recomendación: Katia y Marielle Labèque en Ibermúsica

KATIA Y MARIELLE LABÈQUE. IBERMÚSICA

50 años de carrera bien merecen un homenaje

Katia y Marielle Labèque, pianos. Obras de Ravel, Schubert y Bernstein. Auditorio Nacional de Música, Sala sinfónica. Martes 18, 19.30. Entre 20 y 70 €. 

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Katia y Marielle Labèque

Durante varias décadas hemos observado el fenómeno Labèque con admiración; con tanta como perplejidad y sana sorpresa nos causó su irrupción en el mercado discográfico en su día, es decir cuando los discos suponían un importante baremo para calificar (¿y conocer?) a un intérprete. Katia y Marielle llegaron, jovencitas, al disco para, de la mano de Messiaen y Bartók (¡principios de la década de los setenta del siglo pasado!) explicarnos un repertorio que empezaba a ponerse de moda, pues tras la gran eclosión de los Kontarsky, comenzaron a aparecer otros dúos, como el de las también hermanas Pekinel o el formado por dos músicos de enorme talento, Patrick Crommelynck y Taeko Kuwata, tristemente famosos por haberse suicidado en plena cresta de su éxito artístico. Ellas, en realidad, aportaron su enorme talento y espléndida técnica al panorama, amén de una fabulosa capacidad interpretativa y un desparpajo en escena que fueron convirtiéndolas en las auténticas reinas de un repertorio tan singular e importante como el piano a cuatro manos y para dúo de pianos. Empezaba a correr la década de los 80 del siglo pasado, y pronto se situaron en la cúspide. Rajmáninov, Brahms, Gershwin, Dvorak…   

O sea, que las Labèque llevan la friolera de cincuenta  años  dando saltos en las banquetas de sus pianos (literal), un tiempo en el que han probado de todo, incluidos los repertorios frontera entre el clásico más clásico, el clásico menos clásico, el jazz y el crossover  puro y duro. Hasta hartarse y abandonar a las compañías discográficas, crear su propio sello y dedicarse a encontrar jóvenes talentos. Han sido, son, realmente, un fenómeno de la interpretación, desde Mozart a Ravel, pasando por Schubert, hasta llegar a uno de sus éxitos más celebrados, la versión que Irwin Kostal (autor de la orquestación de la versión cinematográfica de West side story) preparó para ellas, bajo la supervisión del propio Bernstein. Y llegamos así al meollo del concierto que estas señoras medio españolas con pinta de eternas adolescentes  y amantes de los paisajes italianos (han vivido en Florencia y Roma) van a dar en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, bajo las buenas artes de Ibermúsica.

Se trata de una especie de resumen de toda una carrera, pues comienza con una obra que en manos de las Labèque ha conocido la, de lejos, mejor interpretación en disco de la versión original de Mi madre la oca, de Ravel, una pieza que grabaron el mes de diciembre de 1985. Esperar que la que hagan ahora se parezca es morboso pero muy deseable, porque aquella fue sencillamente magistral. La siguiente partitura que nos regalarán, por supuesto en un concierto que se escuchará de un tirón, es palabra mayor, y una obra que las Labèque, con buen criterio, se reservaron para más adelante. Lo explicaron bien en una entrevista que tuve el honor de hacerles (ya ni me acuerdo el año, pero hace muchos), en la que venían a decir que tocar la Fantasía para piano a cuatro manos  en Fa menor, de Schubert,  podría convertirse en auténtico sacrilegio. Lo hicieron bastante después en un disco que incluía la Sonata K 448 de Mozart. Es de suponer ahora que estas Labèque ya maduras nos sorprendan con una versión diferente, de alguna manera adaptada a las circunstancias reinantes, muy propias para la ocasión. Y en fin, ya hemos comentado cómo acabará la fiesta. Bernstein siempre merece la enésima puesta en escena de su música más grande. Y explosiva. Pedro González Mira

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