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“Iolanta”, ópera para “destensionar”
Una "Creación" ordenada pero descompensada
Por Publicado el: 12/02/2008Categorías: Crítica

Sokolov, genio y figura

Ciclo Grandes Intérpretes
Sokolov, genio y figura
Obras de Mozart y Chopin. Grigori Sokolov, piano. Auditorio Nacional. Madrid, 11 de febrero
Achúcarro, Lewis, Pollini, Zimerman, Schifft, Vogh, Aimard, Zacharias, Andsnes y Sokolov componen esta XIII edición del Ciclo de Grandes Intérpretes de Scherzo, que se desarrollará hasta finales de junio en el Auditorio Nacional.
Grigori Sokolov nos volvió a deslumbrar a todos los asistentes con su personalidad avasalladora y su técnica apabullante. Nadie puede dudar que estamos ante un monstruo del teclado, pero hay que admitir que algunos de sus conceptos pueden no ser compartidos. Los dos primeros tiempos de la primera sonata de Mozart interpretada, la en fa menor K.289, revistieron un gran interés por su riqueza tímbrica, claridad y modernidad. Algo debió de suceder después. El solista ruso, quizá molesto por las continuas toses del público no dio concesión alguna al descanso y así el último tiempo de la citada sonata se unió a los tres de la en fa mayor K.332. El resultado fue que aquello que empezó brillante se transformó en un Mozart despersonalizado y ausente. Es cierto que en Madrid hay una contaminación que quizá afecta al 50% de sus habitantes, reflejándose en afonías y picores de garganta, pero no es menos cierto que existen pañuelos, bufandas y otros accesorios con los que apagar las toses.
Los “24 Preludios” de Chopin son una perla del teclado, con su amplísima diversidad y su juego entre las tonalidades mayores de los números impares, si se quiere de concepto emocional liviano, y las menores de los números pares, bastante más dramáticos. Dramáticos sí, pero no tanto como para que algunos, como los n.16 y 18, sonasen a un Beethoven último o incluso a un Scriabin. Eso sí, todo ello sin el menor fallo, sin el más mínimo roce. Un genio, con sus luces y sus sombras, tocando en penumbra y provocando hasta vítores cuando se encendieron las luces. Gonzalo ALONSO

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