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Por Publicado el: 10/03/2015Categorías: Crítica

Sokolov, romper un piano sin violencia

Ciclo Scherzo

Sokolov, romper un piano sin violencia

Obras de Bach, Beethoven y Schubert. Grigori Sokolov, piano. Auditorio Nacional. Madrid, 9 de marzo.

sokolov 2014

Si bien debutó en Madrid hace casi 30 años, no fue hasta hace 20 en que se ha convertido no ya en habitual, sino en uno de los pianistas más esperados. Por eso no se vieron en el Auditorio Nacional los claros de otras veces. Todos los artistas tienen sus días y Sokolov (San Petersburgo, 1950) tuvo un día grande. Su Bach inicial, la “Partita n.1 BWV825, reunía una personal combinación entre matemática –Bach es el dios de la matemática- y romanticismo de un atractivísimo poder. ¡Qué difícil es tocar así! Era inevitable recordar aquel pasaje de “El malogrado” de Thomas Bernhard y pensar en él cuando Wertheimer se da cuenta que jamás podrá igualar a Glen Gould. Eso mismo le debe suceder no ya a quienes hemos hecho nuestros pinitos con el piano, sino incluso a muchos grandes nombres del presente. Para colmo, perdonen el inciso, cinco días más joven que José Luis Pérez de Arteaga y quien firma.

Cierto es que se pasó en los “Seis momentos musicales D.780” oficialmente conclusivos –como siempre abundaron las propinas- ya que estas piezas no pretenden que se llegue a ellas con la profundidad con la que Sokolov las aborda. Tras el Bach, lo más grande llegó con la “Sonata en la menor D.784” de Schubert y, sobre todo, con la “n.7 Op.10 n.3” de Beethoven. Fueron toda una exhibición de potencia con un primer tiempo schubertiano en el que parecía que el instrumento iba a romperse. A romperse sin violencia, pero sin perder belleza casi preciosista del sonido. Sin embargo el “Largo e Mesto” beethoveniano se difuminó con una etereidad que afortunada y milagrosamente no interrumpió ninguna de las habituales toses. Técnica prodigiosa, las pulsaciones exactas en su dinámica, total la claridad de textura, tan soberbio el pedal como el de Gilels, sin un atropello, personalidad bordeando la arbitrariedad, inclinado como ensimismado sobre el teclado, con los ojos cerrados y un leve canturreo en los labios, con los oyentes pero pareciendo que pasa de nosotros… Un genio como hay hoy pocos. No se pierdan el doble cd que, por fin, ha publicado. Naturalmente en directo. Gonzalo Alonso

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