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Por Publicado el: 28/01/2005Categorías: Crítica

Suave Pires

Juventudes Musicales
Suave Pires
Obras de Stravinsky, Chopin y Beethoven. María Joao Pires, piano. Orquesta de Cámara de Europa. Emmanuel Krivine, director. Auditorio Nacional. Madrid, 27 enero.
El último concierto del estupendo ciclo actual de Juventudes Musicales nos ha brindado la oportunidad de disfrutar de una artista habitual como María Joao Pires pero no en solitario, como habitualmente, sino acompañada de orquesta. La de Cámara de Europa no ha estado esta vez a la altura de sus inolvidables prestaciones con Abbado, debido probablemente a Emmanuel Krivine que abrió la sesión con el neoclásico “Concierto para orquesta de cuerdas en Re Mayor” de Stravinsky sin que se desplegase todo el virtuosismo de una cuerda que sonó dura y la terminó con una lectura a matacaballo de la “Cuarta” beethoveniana.
Pires mostró las armas que conocemos: musicalizad, delicadeza y sensibilidad. Fue su segundo concierto de Chopin de una suavidad hipnotizante. Lástima que en el gran arranque del piano en medio del segundo tiempo se echase de menos la fuerza de los Rubinstein o Pollini, por citar dos conceptos casi contrapuestos. El éxito fue muy grande, como corresponde a una artista aquí muy querida gracias al apoyo incondicional del influyente sector que antes elevó demasiado a Ros Marbá o a Bayo. Cuidado con las alturas. Gonzalo ALONSO

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