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La crítica ante la "Clemencia de Tito" en el Real
Por Publicado el: 17/06/2008Categorías: Diálogos de besugos

Van apareciendo las críticas al último espectáculo del Real

EL MUNDO, 17 DE JUNIO DE 2008
La tentación de la ocurrencia
Brillantes y vistosos efectos pero poca profundidad en la obra ‘El caso Makropulos’
El caso Makropulos
Autor: Leos Janacek. /Director musical: Paul Daniel. / Director de escena: Krzysztof Warlikowski. / Reparto: Angela Denoke. / Coproducción del Teatro Real con la Opera de París./ Lugar: Teatro Real. / Fecha: 16 de junio.
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La eterna juventud es una condena. Vivir 337 años, una aberración. El frágil ser humano siempre encontrará escaso el tiempo concedido sobre la tierra, pero su prolongación ilimitada sólo conseguirá secar su alma, agotar sus sentimientos, mientras el cuerpo permanece inverosímilmente lozano.
Tal es la enseñanza de esta bella ópera, cuyo espesor filosófico se expresa en una música de inspiración concentrada e incisiva, con la facundia de un elixir perverso, el desgarro que deplora la falta de moralidad en el trato amoroso, y una tensión sombría que encontrará alivio cuando la longevidad siniestra llegue a su fin, y la excelsa cantante, tres veces centenaria, muera.
La protagonista, que siempre se llama E y se apellida M, es un ejemplo arquetípico de la mujer fatal, una excrecencia romántica que atribuye a la condición femenina un amplio poder de destrucción; si las distintas Manon no resultan difíciles de perdonar por la imperiosidad de su sentimentalismo egoísta, la terrible Lulú asusta por su lucidez a la hora de diagnosticar el corazón podrido de una sociedad que se preparaba a inmolarse en dos guerras mundiales sucesivas. La heroína de Janacek convierte en hielo todo lo que toca, pero merece nuestra compasiva admiración por animarnos a aprovechar con inteligencia la brevedad de la vida.
Apenas nada de todo esto se vislumbra en la caprichosa coproducción del Teatro Real y la Opera de París. Tal vez para huir del sofoco kafkiano de los escenarios originales, se ofrecen proyecciones con imágenes de la muerte de Marilyn Monroe, de su boda y divorcio con Arthur Miller, así como fragmentos de las películas La tentación vive arriba y El crepúsculo de los dioses. Luego aparece King Kong, un urinario y una piscina, aparte del inevitable recurso del cine dentro del teatro. El efecto plástico es vistoso, y así lo apreció el público, pero la suma de ocurrencias supuestamente originales está muy lejos de comunicar la profundidad de una obra, a la que también se le cambia el final; aquí Krista no quema el manuscrito con la fórmula maldita.
Tampoco la esforzada batuta de Paul Daniel va más allá de una lectura orquestal áspera y abrupta, que sólo a ráfagas captura el tenso dolor de la música.
Del reparto emerge, como única superviviente del naufragio, la entrega y profesionalidad de Angela Denoke, que compone muy bien el personaje principal, mientras se ve obligada a vestirse, desnudarse, imitar a Marilyn y salir de la mano de King Kong.
Que la obra se diera de un tirón contribuyó a captar el interés y a lograr el aplauso unánime de los espectadores que no llenaban el Teatro Real.
La favorable reacción del público vuelve a suscitar la asignatura crónicamente pendiente de nuestros programadores, su miedo atávico a salirse del repertorio clásico. Que El caso Makropulos, estrenada en 1926, haya necesitado tantos años para comparecer en el Teatro Real, no es un síntoma de buena salud. Parece que estamos llegando a Janacek y a Britten, pero seguimos lejos de Messiaen, de Reimann, de Ligeti, o de Birtwistle, el compositor inglés cuya última ópera El minotauro, ha sido el gran éxito de la presente temporada en el Coven Garden londinense. ¿Por qué nuestros ya abundantes y competentes coliseos líricos no se apresuran a presentar aquí una novedad tan estimulante?ALVARO DEL AMO

ABC, 17 DE JUNIO DE 2008-06-17
Volver a ser joven
ÓPERA «El caso Makropulos» Autor: Leos Janacek. Dir. musical: Paul Daniel. Dir. de escena: Krzysztof Warlikowski. Escenografía y figurines: Malgoarzata Szczesniak. Reparto: Angela Denoke, Charles Workman, Vincent Le Texier. Lugar: Teatro Real, Madrid. Fecha: 16-VI
Quizá dentro de trescientos años alguien pasee por el escenario del Teatro Real tratando de recordar. Será fácil, pues sabido es que el eco nunca muere, que tan sólo viaja. A lo mejor escucha entonces la voz de los niños que aprendieron a hacer una ópera, «Visitar tu destino», porque, un día, el Real les ayudó. Alumnos del colegio El Quijote de Vallecas que han montado una pequeña compañía de nombre Mozart y que, tras dos años, han sido capaces de diseñar todos y cada uno de los detalles. La música, la escenografía, el texto y sus relaciones, la interpretación… Verles actuar en su territorio ha sido, cuando menos, instructivo y emocionante. Una actuación posible gracias al esfuerzo pedagógico de un teatro que vive con ganas de aportarle sentido a su memoria. Compleja recreación Viene bien bajar, de vez en cuando, a la tierra para observar que todo puede tener una lógica natural si se actúa sin pretensiones. Con extrema sensatez, un día habló de ello la soprano Anja Silja concluyendo que «en el teatro no hay que obligar a nadie a que entienda. Sólo hay que aprender a hacerse entender: algo mucho más difícil». Lo dijo sabiendo que siempre es compleja la recreación de la eterna Emilia Marty, protagonista de «El caso Makropoulos» estrenada ayer en el Teatro Real en una nueva producción coproducida con la Ópera Nacional de París y dirección de Krysztof Warlikowski. Una artista herida e hipersensible como Norma Desmond en «Sunset Boulevard», la película que sirve de fondo a parte de la representación. A su lado King Kong, que aparece en carne y hueso, y Marilyn, en quien se transmuta Marty. Imágenes que distraen (en la obertura), monstruos que rellenan (en el II acto) y disfraces que sugieren (en el final) en un puro adorno y en un escenario que le niega a la protagonista verdadera intimidad, sumido todo en una anacrónica mezcla de gran teatro «art decó», retrete de campaña, espacios panelables y piscina sin agua. Gusto y meticulosidad Lo habría merecido la soprano Angela Denoke pues interpreta su papel con gusto y meticulosidad. Tiene por delante futuro teniendo en cuenta que el presente hace hincapié en el aspecto más evasivo y lírico del personaje. Un mayor dramatismo, una voz más ancha vendrán a rematar lo que avanza bien y concluye en el complicado tercer acto de manera algo liviana. Ayer la voz sonó conservadora, alicorta en el monólogo final, reclamando de la orquesta una sutileza que no llegó. Por eso, el sólido trabajo del director musical Paul Daniel hay que verlo a través de lo incisivo, de algunos colores bien remarcados, de la justeza en la concertación, de cierto volumen, del consistente final del segundo acto y del más tenue tercero. Buen sabor de boca Todo para apoyar un reparto equilibrado y en el que merece la pena citar a Charles Workman, Gregor vibrante y con presencia. La tiene también Vicent Le Texier con voz extensa para Jaroslav Prus, del mismo modo que Ryland Davies dibujó un dúo muy bien acabado entre el viejo conde Hauk y Emilia Marty. Quiere esto decir que la infrecuente ópera de Leos Janácek que ahora llega al Real deja un buen sabor de boca. Trescientos y pocos años vivió la protagonista de «El caso Makropoulos». Posiblemente, pasados otros tantos, alguien afine el oído para recordar que fue el Real el que logró que la ópera de Janácek se escuchara en Madrid por primera vez. ALBERTO GONZÁLEZ LAPUENTE

LA RAZÓN
NORMA DESMOND SE CANSA DE LA INMORTALIDAD
Teatro Real
JANÁČEK: El caso Makropulos. Angela Denoke (Emilia Marty), Charles Workman (Albert Gregor), Vincent Le Texier (Jaroslav Prus), David Kuebler (Vitek), Deanne Meek (Christa). Coro y Orquesta del Teatro Real. Dirección escénica: Krzystof Warlikowski. Dirección musical: Paul Daniel. 16 de junio de 2008, Teatro Real.
337 años. La edad de Emilia Marty, al principio de su vida Elina Makropulos y luego otros muchos nombres –tres siglos dan para mucho-, el personaje creado literariamente por Karel Čapek y convertido por Leoš Janáček en una de las figuras más extraordinarias de la historia de la ópera. A un Teatro Real que, desde su primera temporada (“La zorrita astuta”), mostró una extraña sintonía con las obras del portentoso creador checo (1854-1928), ha llegado ahora, tras los posteriores “Osud” (“Destino”) y “De la casa de los muertos”, la penúltima ópera del compositor, “Vĕc Makropoulos”, “El caso Makropoulos” o, como realmente deberíamos traducir el título, “La cosa Makropulos”, pues se trata de un documento o receta que garantiza la inmortalidad relativa (en plazos de 300 años) de quien ingiera la pócima. Para contar la historia el escenógrafo Warlikowski ha recurrido al cinema y a algunos de su mitos “inmortales” (Marylin Monroe -y tal cual vistiera en “La tentación vive arriba” de Billy Wilder aparece en escena la protagonista-, el King-Kong de Schoedsack y Cooper, y, sobre todo, Gloria Swanson en un perenne homenaje en imágenes al “Sunset Boulevard”, también de Wilder). Tengo la impresión de que el director polaco debe desconocer la “Fedora” del mismo Wilder, porque ningún otro film del genial cineasta se aproxima tanto a la historia de Elina Makropulos como esa película; ahí sí que el parentesco fílmico/operístico habría sido completo, de diana absoluta. Entre las dos divas, “Fedora” y “Norma Desmond”, se movía el mismo actor, William Holden, que en las filmaciones de este montaje no asoma ni tiene plano.
“Makropulos” requiere una cantante/actriz de una pieza para que el empeño se tenga en pie, y la germana Angela Denoke, en su tercera producción para el Real, demuestra por qué es considerada la actual “Emilia Marty” de referencia: voz, presencia, bis dramática, todo ello en una conjunción creciente que siempre mira hacia la gran escena final, una de las más hermosas e impactantes de la ópera del siglo XX. El problema –el “caso”, la “cosa”- es que Angela Denoke está a un nivel, digamos de sobresaliente en pos de la matrícula, y el resto del reparto, sin excepción, no le llega a la altura del tacón y se queda en el aprobado alto, con algún caso (David Kuebler como el pasante “Vitek) atisbando el notable raspado. No sé puede predicar eso de Paul Daniel y de la admirable Sinfónica de Madrid, transfigurada en la Filarmónica Checa “bis” por arte del músico británico; pocas veces ha sonado el conjunto del Teatro Real con tal solera técnica y no menos ajuste idiomático.
Fundamental es señalar algo que es de estricta justicia: los trabajos literarios que confirman el libro programa, con un musicológico texto de Milan Kundera, una brillante reflexión del siempre erudito José Luis Téllez y un sensacional estudio sobre obra y autor debido a quien, seguramente, es nuestro máximo especialista en la música checa, Santiago Martín Bermúdez. En esta ocasión el programa de mano no era complemento, sino necesaria guía del que quisiera seguir los pasos de la sorprendente, aterradora y fascinante Marty/Makropulos. José Luis Pérez de Arteaga

EL PAÍS, 18 DE JUNIO
Un espectáculo sugerente
«La soledad no es cómoda. Ciertos días, o ciertas noches, se dice que no hay nada mejor que la soledad. Pero hay días y noches en los que la soledad es casi insoportable», dijo en cierta ocasión Marlene Dietrich. De soledades y deseos, del tiempo que pasa y la inmortalidad trata El caso Makropulos, octava y penúltima ópera de Leos Janácek, con libreto del compositor a partir de una historia de Karel Capek, uno de los tres autores más importantes de la literatura checa antes de la II Guerra Mundial, junto a Franz Kafka y Jaroslav Hasek, y me temo que hoy bastante olvidado salvo en su tierra natal. El musicólogo checo Vanda Prochaska recordaba hace un año que si Kafka se describía a sí mismo como «nada más que la literatura», al referirse a Capek habría que matizar «todo, más la literatura».
El caso Makropulos es, en cierto modo, una ópera filosófica que se plantea los problemas eternos del ser humano a través de un texto de misterio y con la expresividad de una música colosal que profundiza en lo inexplicable allí donde las palabras no llegan. El Real ha recurrido al director de escena polaco Krzysztof Warlikowski y su inseparable escenógrafa y figurinista Malgorzata Szczesniak, pareja «de moda» en los circuitos europeos líricos más avanzados por su código lingüístico inconfundible y su mirada siempre novedosa e inquietante.

Inteligente y poética, la puesta en escena de Warlikowski se une a la estupenda dirección musical de Paul Daniel, al frente de una entonada Sinfónica de Madrid, y a un reparto equilibrado y coherente en el que destaca la imponente soprano dramática alemana Angela Denoke. Las representaciones de El caso Makropulos son un ejemplo de ópera total, esa utopía tan rara de lograr en la que coinciden un reparto vocal impecable, una orquesta en su sitio y una dirección teatral que añade a la música cauces de reflexión y sugerencia. Desde esta perspectiva se sitúan como uno de los momentos estelares de la temporada lírica madrileña. Juan Angel Vela del Campo

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