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Crítica: La noche brilló oscura con la ORCAM y Laurence Equilbey
Por Publicado el: 04/12/2025Categorías: En vivo

En la celebración de los cuarenta años de Scherzo

Resistencia y tecla en los cuarenta años de Scherzo 

Decía aquel que veinte años no es nada, pero cuarenta, en el ingrato y a menudo amnésico mundo del periodismo cultural español, son toda una eternidad; un verdadero milagro de supervivencia. El pasado 1 de diciembre, el Auditorio Nacional no fue solo un contenedor de notas, sino el escenario de una reivindicación: la de la revista Scherzo.

Mantenerse en el quiosco desde 1985, sorteando crisis, pantallas y la banalización del gusto, exige algo más que afición: requiere una fe inquebrantable. Y allí estaba la prueba. No se trataba de un desfile de vanidades, sino de una liturgia para celebrar la “resistencia” del papel y la excelencia de su Ciclo de Grandes Intérpretes. La sala, llena de esa burguesía melómana que ha envejecido junto a la cabecera, asistió a una maratón pianística que, aunque un tanto extensa, recordó por qué la música en vivo es insustituible.

Fue una fiesta de la inteligencia y la memoria, un acto de justicia poética para una publicación que, ajena a dogmatismos y modas efímeras, ha sabido educar y sostener el pulso de la clásica en nuestro país. Cuarenta años de Scherzo son, al fin y al cabo, cuarenta años de nuestra propia historia sentimental.

Celebración de los cuarenta años de Scherzo

Alegría final y cumpleaños feliz

Los Protagonistas

Sobre las tablas, un “decálogo” de virtuosos que resumía a la perfección el espíritu de la revista: respeto a la tradición y olfato para el talento emergente. Una alineación de lujo que mezcló sin complejos a las vacas sagradas del teclado, esas que poseen el secreto del sonido antiguo, con la savia nueva que viene pisando fuerte, demostrando que el piano no es un mueble del siglo XIX, sino un organismo vivo. Diez nombres, diez mundos, y una sola obsesión: la excelencia.

Arielle Beck La juventud no es patente de corso, pero en Beck es promesa cumplida.

Pierre-Laurent Aimard Aimard es el intelectual del teclado, el hombre que piensa antes de tocar.

Till Fellner Heredero de la mejor tradición austriaca, Fellner es la antítesis del espectáculo gratuito.

Saludos finales

Paul Lewis El británico posee ese toque “brendeliano” de quien sabe que el piano canta.

Christian Zacharias Viejo amigo de la casa y músico total. Zacharias no da conciertos, cuenta historias.

Alexandra Dovgan A esta niña prodigio hay que dejar de llamarla niña.

Juan Floristán El sevillano juega en casa y se nota, pero no por complacencia.

Yulianna Avdeeva Avdeeva es fuego controlado.

Alexei Volodin Volodin es la técnica al servicio de la fuerza telúrica.

Elisabeth Leonskaja La gran dama cerró la noche impartiendo magisterio. Ochenta años de madurez. No cabían las propinas, pero si un saludo de todos los participantes y un intento de ¡Cumpleaños feliz! que deberían haber cantado a coro.

En definitiva, un lujoso maratón pianístico de tres horas y media con los que Scherzo celebró sus 40 años de vida en papel y a quien desde Beckmesser.com felicitamos deseándole que ambas publicaciones podamos proseguir lo que sin duda es una lucha contra los elementos. Y una felicitación muy especial para Antonio Moral y el resto de los fundadores de la revista.

Beckmesser

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