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Canarias, fin de etapa
Por Publicado el: 25/01/2006Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Año Mozart

Año Mozart
Ya estamos en pleno aniversario Mozart cuando muchos aún recordamos los ecos del de 1991, bicentenario de su muerte. ¿No es acaso excesiva tal explotación? Lo es aún más si pensamos en Schumann, Shostakovich o nuestro Arriaga, condenados a vivir sus celebraciones bajo la sombra mozartiana.
El caso es que manda el marketing. Hay que vender discos. Sí, los discos de siempre, pero también hay que publicar y vender nuevas versiones y nada mejor que este tsunami mozartiano para colocar productos que difícilmente encontrarían un hueco en circunstancias normales. Pues sépanlo, por sólo 99 euros pueden adquirir una integral de 170 cds que no tiene lo mejor de lo mejor, pero ¿cuántos realmente saben diferenciar? Recordemos que la integral tradicional de 181 cds anda por más de 2.000 euros. No sólo discos, también hay que vender cinco millones de bombones con la efigie del compositor, camisetas, libros, películas, obras de teatro, salchichas con forma de violín, batidos, cervezas o vinos de la extraordinaria «cosecha Mozart». Si hasta puede ser que aparezca el Ipod «Amadeus». Arthur Oberascher, director de la oficina de promoción de Austria en el extranjero, evalúa el mercado de «souvenirs» dedicados al nacimiento del compositor en casi 6.000 millones de dólares.
El caso es hacer caja. Todo tiene cabida en el merchandaising, hasta los ensayos supuestamente científicos. ¿Cómo si no se justifica la parodia de la televisión austriaca? La ORF programó a bombo y platillo el pasado día ocho un programa destinado a dar a conocer los análisis del supuesto cráneo de Mozart que conservaba la Fundación del Mozarteum de Salzburgo. El médico forense Walther Parson apareció en las pantallas para decir que el enigma continúa. Entretanto, en otro lugar, alguien hacía lo propio con uno manojo de rizos.
¿En qué mundo vivimos? ¿Es que no podemos decidir o hacer ya nada por nosotros mismos, que hemos de hacerlo cuando nos lo dictan modas o medios de comunicación? No quiero acostarme con Mozart todas las noches e invitarle también a desayunar. Reivindico mi libertad para poner Bach en mi reproductor sin que me sienta culpable por serle infiel a Mozart.

Gonzalo ALONSO

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