Barbra Streisand busca un camino en tonos pasteles

«Aún creo en perseguir sueños y seguir apostando. Todavía tengo ansias de ver cómo es otro camino». Así empieza la primera de las canciones –“Here’s to life”- de la publicación que estos días resucita en los comercios a la polifacética Barbra Streisand. ¿Otro camino?
Barbra Streisand ha vuelto a los estudios de grabación para un nuevo disco con viejas canciones. Whitney Huston se decantó por temas inéditos y Mina prefirió versionar arias de ópera. Los años pasan, las voces cambian, como también los gustos y las ganas del artista. Podía haber echado mano a su nombre para publicar un álbum con canciones escritas expresamente por los más sonados compositores de la actualidad. No le hubiera sido nada difícil, pues no en vano se trata de la artista que, según la RIAA (Recording Industry Association of America) ha vendido más álbumes en la historia, concretamente más de cien millones, cosechando cincuenta discos de oro, treinta de platino y trece multiplatinos. El factor tiempo también habría jugado a su favor en tal caso, pues han pasado nada menos que cuatro años desde su anterior visita a los estudios discográficos para el “Guilty pleasures” con Barry Gibb y ocho de su predecesor “Christmas memories”.
Pero no, Streisand eligió un ramillete de trece viejos temas por los que indudablemente ha de sentir una especial atracción. Así le debe suceder con “Spring can really hang you up the most”, que ella cantó a los dieciocho años en un club de St Louis y que nunca hasta la fecha había llevado al disco. También le ha de traer recuerdos “Make some happy”, de aquella película “Funny girl” con la que alcanzó el Oscar a la mejor actriz en 1968. Y más musicales: el “On the town” de Bernstein de “Some other time” o “Smoke gets in your eyes” de la “Roberta” de Kerns y Harbach. Y, cómo no, alguna pieza proveniente de la cinematografía, como el pacífico bosanova “Gentle rain” de “Orfeo negro”, en el que parecen sentirse las gotas de lluvia al caer, que le va como anillo al dedo a la cantante y que viene a ser el símbolo resumen del álbum.
Hay en ocasiones una especie de abandono al cantar que recuerda el de Curro Romero en tardes gloriosas. Esa forma de hacer las cosas, de la que sólo son capaces los grandes como si fuesen tremendamente fáciles y, al mismo tiempo, recrearse en ellas como parando el tiempo. Lo conseguía casi siempre Frank Sinatra y Streisand nos lo recuerda en “In the wee small hours” o en la suavidad de la nota final de “Spring can really hang you up the most”. Suavidad, que nadie espere los alardes vocales de otros tiempos. No era cuestión de volver a evidenciar las mermas perceptibles en “Streisand: Live in concert” de 2007, aunque hoy día todo se apañe en un estudio. Ni siquiera en el célebre y desesperado “Ne me quitte pas” de Brel, interpretado en inglés y francés, existe casi el desgarro.
La edición de lujo consta de dos cds. En el estándar se halla acompañada de orquesta con arreglos de Johnny Mandel, el autor de “The shadow of your smile”, con quien ya había trabajado en el “Back to Broadway” de 1993. El segundo contiene la base musical, es decir, la voz de Streisand con Diana Krall al piano, bajo, guitarra y batería, a la que posteriormente, en los estudios, se añadió la orquesta completa. Es una curiosidad que potencia aún más los tonos pasteles, las medias voces y unas palabras susurradas al micrófono que tienen la virtud de llegar al corazón del oyente. Música para escuchar en un ambiente de relajación, fumando un cigarrillo después de una pasión o leyendo en un atardecer con el rumor del mar o el chisporroteo de una chimenea al fondo. ¿Otro camino? Posiblemente sí, el que emprende una gran artista consciente de sus debilidades y también de sus fortalezas. Gonzalo Alonso