Temporada del Palau de les Arts
Vuelta a la esencia
«Las bodas de Fígaro» de Mozart. I.Galán, D.Mian, H.Kearns, A.Mastroni, H.Sharvit, etc. Orquesta de la Comunitat Valenciana y Coro del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo. R.Raimondi, dirección de escena. A.Battistoni, dirección musical. Palau de les Arts. Valencia, 10 de diciembre.
Uno de los proyectos más deseados por cualquier teatro es el de contar con un taller de interpretación. Detrás de él, por ejemplo, anda Gerard Mortier. Valencia lo tiene y lo bautizó como «Centro de perfeccionamiento Plácido Domingo», aunque en la actualidad lo dirija Ruggero Raimondi. Es uno de los proyectos de la casa más queridos para su intendente, que ve cómo se puede crear arte con muy pocos fondos. La idea es que jóvenes de hasta treinta años puedan perfeccionarse participando en un espectáculo ideado expresamente por el Centro y que el mismo pueda girar por festivales o la red de teatros. Además estos jóvenes pueden ser covers en la temporada oficial.
«Las bodas de Fígaro» ha sido la obra elegida en esta ocasión, contando con la dirección artística de Raimondi y la musical de Andrea Battistoni, quien con sólo veintitrés años dirigirá la misma partitura en la Scala dentro de unos meses. Mostró voluntad y condiciones, impregnando su lectura de la vivacidad que requiere Mozart, máxime cuando el reparto es tan juvenil. La veintena de profesores de la agrupación titular volvieron a demostrar su calidad y el coro formado para la ocasión no le fue a la zaga. Posiblemente ninguno de los cantantes participantes lleguen a hacer la carrera de sus maestros, pero cumplieron más que dignamente y las ovaciones de casi diez minutos demostraron la satisfacción del público que llenaba la sala. Fueron particularmente aplaudidas Helen Kearns y Diana Mian en sus papeles respectivos de Susana y la Condesa.
Ruggero Raimondi acaba de ser distinguido por la crítica española con el premio a toda una carrera. Es un artista y lo deja claro en esta producción que dedica al gran Fígaro Wladimiro Ganzarolli, fallecido hace meses, recordando a «una generación de cantantes en la que el sentido de la palabra, del drama y su interpretación más profunda eran protagonistas». Son precisamente estas cualidades las que resaltan en su versión, reflejando que a Mozart y Da Ponte no hace falta añadirles nada, sino comprender y trasmitir lo que ellos escribieron. Sin más decorados que un tendedero, una docena de sillas y un seto alibustrado, junto con uno correcto pero nada lujoso vestuario, logra que pasen volando las tres horas de música a base de dar sentido a cada minuto, a cada gesto. Es, en los tiempos que corren, un espectáculo perfecto para Jerez, Sabadell, Perelada, Santander o Donostia y no hay muchos con igual relación arte/coste y con un título de tanto gancho en taquilla. Una satisfacción para todos quienes defendemos la esencia de la ópera frente a la banalidad y falsedad con la que nos intentan embaucar muchos brujos mediáticos. Gonzalo Alonso