Crítica: Un “Attila” con Radvanovsky para hacer público en el Teatro Real
Un Attila con Radvanovsky para hacer público en el Teatro Real
Attila, de Giuseppe Verdi. Christian Van Horn, Artur Rucinski, Sondra Radvanovsky, Michael Fabiano, Moisés Marín, Insung Sim. Dirección del coro: José Luis Basso. Dirección musical: Nicola Luisotti. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Teatro Real de Madrid. 14 de mayo de 2025.

Cuarteto protagonista
Attila es la novena de la casi treintena de óperas de Giuseppe Verdi (1813-1901) y se inscribe en el prolífico período creativo de los llamados “años de galera”, debido a su frenético trabajo y a las penurias que pasó, durante más de una década, hasta alcanzar el reconocimiento en medio de las tragedias familiares. La partitura se estrenó en La Fenice de Venecia en 1846 y su temática patriótica contribuyó al grandísimo éxito de la ópera, que exaltaba con fervor los valores nacionalistas del Risorgimiento, inflamando los sentimientos de unos italianos sometidos aún al imperio austrohúngaro. El público vibró con el dúo bajo-barítono entre Attila y Ezio.
El libreto de Temistocle Solera, basado en el drama “Atila, rey de los hunos” (1806-1807) de Zacharias Werner y concluido por Francesco Maria Piave, rehúye las referencias históricas precisas. Solera fue el segundo empresario del viejo teatro Real, donde Attila se estrenó en 1854.

Attila duo Attila & Ezio
La partitura es una sucesión de highlights por doquier, melodías inspiradas, vigorosas, que arrastran. Arias, cabalettas, dúos, concertantes y páginas corales relevantes. Un ópera plena de vigor y quizá la más llena de energía de Verdi. Sin embargo, hay una clara diferencia entre su primera parte y la segunda, donde decaen música y texto.
Desde años se programa poco debido a sus grandes exigencias para las voces. Se ofreció un par de veces en las temporadas operísticas del Teatro de la Zarzuela. Una con Bonaldo Giaiotti y Angeles Gulín (1976) y otra con Evgenii Nesterenko y Mara Zampieri (1988). Ahora el Tetaro Real la presenta en forma de concierto con cantantes de primera fila.
Sobresalió Sondra Radvanovsky, capaz de afrontar su entrada inicial, sin poder calentar la voz, con unas variaciones de tesitura y dinámicas absolutamente inclementes. Afrontó todo ello con valor y con potencia, aunque no llegase a los graves, como no llegaron ni quienes la grabaron en disco, como Studer o Deutekom. Una Odabella como hoy no hay otra y lució su sensibilidad y capacidad increíble para las “messa di voce” en el “Liberamente or piangi”.

Attila duo Odabella & Foresto
A su lado el Attila del estadounidense Christian Van Horn, un bajo-barítono con la voz potente y bien proyectada, si bien no muy timbrada, que frasea y solventa las agilidades. Un buen protagonista. Ezio estuvo encarnado por el polaco Artur Rucinski, barítono tendente hacia lo lírico, con menos caudal que el anterior pero solvencia al frasear, más seguro en el centro que en el registro agudo. El dúo de ambos fue uno de las grandes momentos de la noche, aunque algunos aún pudimos recordar el de Ruggero Raimondi y Leo Nucci en un concierto en el mismo escenario (2008).
Michael Fabiano fue un Foresto con corazón, entregándose y poniendo sentimiento. También técnica y voz, aunque con algunos problemas en la zona alta, en el paso y en las coloraturas. Curioso que no fuese al agudo con Odabella al final de su dúo y que se quedase algo despistado en su comienzo. Acertados Insung Sim y Moisés Marín.

Nicola Luisotti
Artífice del gran entusiasmo cosechado en el Real fue Nicola Luisotti, con tempos muy vivos y volumen un punto excesivo en la primera parte. Dio gusto escuchar toda la vibración y energía que Verdi puso en su obra. Tuvo un buena respuesta de la orquesta y del coro en su importante papel. Solistas, coristas y músicos salieron a recoger las ovaciones finales. Un placer auténtico y un concierto de los que hacen llegar la ópera a los principiantes.

Saludos finales en Attila
Creo que la gran decepción con creces de ayer la protagonizó Arthur Rucinski, los agudos fueron tan cubiertos y tan mates… imperceptibles desde el paraiso, sin caudal ni armónicos en la voz que no afronta con garantías el paso del registro, muy por debajo en volumen del resto de protagonistas. El duo con van Horn fue algo descarado en cuanto a proyección, no se le escuhaba nada, nada.