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Por Publicado el: 18/05/2025Categorías: En vivo

Critica: ‘Tamerlano’, un belcantismo depurado en el Teatro Real

BELCANTISMO DEPURADO

Haendel: Tamerlano. Paul-Antoine Bénos-Djian, Thomas Walker, Katharina Ruckgaber, Alexander Chance, Helena Rasker, Matthias Winckhler. Freiburger Barockorchester. Director: René Jacobs. Teatro Real, 16 de mayo de 2025. 

BELCANTISMO DEPURADOHaendel: Tamerlano. Paul-Antoine Bénos-Djian, Thomas Walker, Katharina Ruckgaber, Alexander Chance, Helena Rasker, Matthias Winckhler. Freiburger Barockorchester. Director: René Jacobs. Teatro Real, 16 de mayo de 2025. 

René Jacobs

En marzo de 2008 se estrenaba en el Teatro Real esta ópera de Haendel con el protagonismo, entre otros, de Plácido Domingo, en una producción escénica de Graham Vick. Ahora la hemos podido escuchar de nuevo pero en versión de concierto con pasajes semiescenificados, como es costumbre en estos tiempos y que no aportan realmente nada nuevo a una acción ya de por sí morosa y notablemente aburrida que incorpora los habituales equívocos, las idas y venidas de los seis personajes, eso sí, envueltos en una música en ocasiones muy hermosa, aunque excesivamente abundosa en largos recitativos, secos y ocasionalmente acompañados. Y eso que René Jacobs metió abundante tijera.

La ópera, que se pudo escuchar también hace nueve temporadas en el Universo Barroco del CNDM, se estrenó en Londres en 1724, el mismo año que conocería una obra maestra de mayores fulgores, Giulio Cesare. Desarrolla, de la mano del libretista Nicola Haym, un texto de Agostino Piovene, reelaboración de otro previo de Gasparini.

En el estreno cantaban divos de la categoría de la soprano Francesca Cuzzoni y los castrati Andrea Pacini y Senesino, dos figuras extraordinarias. Como lo era el famoso tenor Francesco Borosini, que incorporaba el papel de Bajazet, uno de los pocos con carácter protagonista escritos por el compositor con destino a esa cuerda.

Este cantante prodigioso poseía un instrumento oscuro, del tipo que más tarde se definiría como de baritenore, el conveniente para esta parte de sultán turco, que en este concierto madrileño ha sido interpretada por Thomas Walker, que es más bien un lírico con un buen centro y un sonoro grave, algo muy conveniente en este caso.

Timbre un tanto desabrido. Controló bien las relativas agilidades de su parte y los saltos interválicos. Una buena muestra de sus capacidades fue el aria “Empio, empio per fatri guerra”. Colocamos a su lado al contratenor Alexander Chance (Andronico), de timbre de soprano y buen trazo general, aseado y afinado.

Otro contratenor, Paul-Antoine Bénos-Djian, de pequeña estatura y abundante barba, encarnó a Tamerlano. La voz es de contralto, de buen volumen, pero de emisión un tanto incierta, con sonoridades musculares y alteraciones tímbricas por defecto de posición.

La soprano lírico-ligera Katharina Ruckgaber fue Asteria. Su canto es un tanto debilucho, de escasa encarnadura, más bien anodino e impersonal. Mejor en ese sentido la mezzo Helena Rasker (Irene), de muy escasa zona grave, pero cumplidora. Bien en sus escasas intervenciones el barítono lírico Matthias Winckhler (Leone).

El concierto tuvo en todo caso una entidad musical indudable. No en vano se situaba en el estrado la Freiburger Barockorchester, a la que ya aplaudimos no hace mucho en el “Idomeneo” de Mozart, también con René Jacobs al frente, que ha engordado mucho y, como es habitual en los últimos tiempos, se muestra bastante disminuido físicamente a sus 78 años: andares vacilantes, movimientos pausados en su dibujo, sin batuta, de anacrusas.

Construye bien y con propiedad y conocimiento, da vía libre a las expresiones vocales y no impide el vibrato natural. Se le podría pedir en ocasiones una mayor vivez ade tempi, una mayor diferenciación de dinámicas. Con todo pudimos disfrutar en muchos momentos con la genialidad vocal e instrumental de Haendel.

Arturo Reverter

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