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Por Publicado el: 04/02/2025Categorías: En vivo

Crítica: Benjamin Alard, apasionado servidor bachiano

Benjamin Alard, apasionado servidor bachiano

III FESTIVAL ATRIUM MUSICAE. Recital Benjamin Alard (clave). Obras de Bach (Concierto italiano, BWV 951. Obertura en estilo francés, BWV 831). Lugar: Malpartida de Cáceres, Museo Vostell. Fe­cha: 2 febrero 2025.

Benjamin Alard, apasionado servidor bachianoIII FESTIVAL ATRIUM MUSICAE. Recital Benjamin Alard (clave). Obras de Bach (Concierto italiano, BWV 951. Obertura en estilo francés, BWV 831). Lugar: Malpartida de Cáceres, Museo Vostell. Fe­cha: 2 febrero 2025.

Benjamin Alard en el Museo Vostell-Malpartida
Fotografía: Sandra Polo

Apenas tres días después de su memorable recital de órgano en la Concatedral de Cáceres, Benjamin Alard (1985) hizo el domingo alarde de su versatilidad instrumental con un no menos memorable recital de clave.

Fue en el marco único del Museo Vostell Malpartida, un paraíso vanguardista enclavado en medio de la comarca de Los Barruecos, entre encinas y rocas, a los pies de un antiguo lavadero de lanas, que recoge la obra, ideas y sueños del artista alemán Wolf Vostell (1932-1998), quien fundó este museo alucinante en 1976.

Un espacio palpitante plagado de desguazados cochazos USA años sesenta, televisores mugrientos, motos Sanglas para el desguace o pianos destartalados. Objetos y símbolos de la decadente vacuidad del consumismo que tan ácidamente retrata Vostell en su particular Walhalla malpartideño.

Envuelto en este ambiente inspirador y rodeado por el calor de los melómanos que abarrotaron el museo, Alard se adentró, de la mano de su clave de dos teclados que reproduce un original de 1738, en la música sin tiempo ni fronteras de Bach, la misma que, también sonó en este mismo lugar hace exactamente un año, siempre en el marco perfecto del Festival Atrium Musicae. La fatua vacuidad del consumo frente a la eterna vigencia, ajena a modas y épocas, de Bach.

Si entonces el clavecinista vigués Diego Ares tocó las Variaciones Goldberg, en esta ocasión Alard se ha empeñado en dos obras igualmente capitales del teclado bachiano: el Concierto italiano y la extensa Obertura en estilo francés en si menor, ambas publicadas en 1735 “con la intención de restaurar el espíritu de los melómanos”, como recuerda Rafael Ortega Basagoiti en las notas al programa.

Alard, uno de los nombres máximos en la interpretación de Bach -lleva años enfrascado en la grabación íntegra de su monumental obra para órgano y clave-, iluminó el Concierto italiano con frescura, vitalidad e imaginación, en una interpretación tan natural como precisa y virtuosa, cuyos vivos movimientos extremos enmarcaron el bien enunciado arioso andante central.

Similares cualidades marcaron la interpretación de la Obertura en estilo francés, obra extensa y diversa, cargada de exigencias virtuosísticas y conceptuales, que el clavecinista y organista francés cargó de sentido y estilo, en una visión que se mostró solemne en la característica obertura tripartita y cargada de ritmo y resonancias populares en los sucesivos seis movimientos de danza.

Fue un Bach argumentado desde sus raíces, entroncado en su tiempo y reinterpretado desde la percepción aguda y fiel de quien en la penúltima cita de esta tercera edición del festival Atrium Musicae y envuelto en la naturaleza única de Los Barruecos, ha revalidado su condición de apasionado servidor bachiano. ¿Cabe imaginar lugar más ideal?

Justo Romero

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