Crítica: Capitales imperiales, Viena: histórico y fantástico ‘Il barbiere di Siviglia‘
Capitales imperiales (5), Viena (7): histórico y fantástico ‘Il barbiere di Siviglia‘
Il barbiere di Siviglia, música de Gioachino Rossini y libreto de Cesare Sterbini. Reparto: Stefan Astakhov, Patricia Nolz, Edgardo Rocha, Marco Filippo Romano, Bryn Terfel. Wiener Staatsoper Orchester, orquesta. Marco Armiliato, director musical. Martin Schebesta, director del coro. Günther Rennert, director de escena. Wiener Staatsoper, Viena, 13 de junio 2025.

Imagen de la producción
Gioachino Rossini (1792–1868), una de las tres figuras del bel canto italiano, compuso Il barbiere di Siviglia en apenas tres semanas. Y acertó de pleno: es, con mayúsculas, LA ÓPERA BUFA de referencia, sin prácticamente un fallo. Está basada en la comedia homónima Beaumarchais, y fue estrenada en Roma en 1816.
Anteriormente comentamos Le nozze de Figaro desde Praga: pues bien, esta sería en realidad la primera parte, ya que aquí se presentan los personajes que están presentes en ambas obras. Como aquella, en su estreno no fue un éxito, pero actualmente es una de las obras más queridas del repertorio (la séptima más representada en los últimos 10 años), con una mezcla de virtuosismo vocal, un ritmo endiablado y una parte de sátira social, lo que todo junto han hecho de ella una pieza imprescindible en los teatros de ópera del mundo.
Hemos tenido suerte a nuestro regreso a Viena, pues la producción programada del alemán Herbert Fritsch, que recibió críticas bastante encontradas, no se ha podido poner en escena por motivos técnicos y en su lugar se ha repuesto la histórica de Günther Rennert, estrenada en 1966 y con 437 representaciones en la Staatsoper.
El decorado de Alfred Siercke representa con claridad y funcionalidad la casa de Bartolo: una fachada con habitaciones que se hacen visibles según el lugar en el que se desarrolla la acción (para que se hagan una idea, recuerda un poco a la genial 13, rue del Percebe) y una estructura que permite una fluidez escénica ejemplar.
El vestuario, de época, aunque más próximo en el tiempo a Rossini que a Beaumarchais, es elegante sin caer en el exceso. La iluminación es correcta, aunque no ha sido necesario introducir grandes ingenios o trucos, apenas distinguir el momento del día o apreciar la tormenta, hacia el final.
Pero lo que ha hecho especial esta representación no es sólo su longevidad o su magnífico decorado y vestuario, sino su capacidad para seguir funcionando con eficacia. La dirección de actores, heredada y mantenida con fidelidad por el equipo de reposición permite que los cantantes se muevan con naturalidad dentro de un marco cómico preciso.
Creo que es la representación con la mejor actuación por parte de los cantantes que he visto hasta el momento. Parece realmente que estamos con una compañía de teatro clásico en la que además sus actores cantan, en vez de ser, como son, cantantes que actúan como pueden. Está claro que el mundo de la ópera ha cambiado y sobre todo va a cambiar más, ya no nos conformamos con personas que salen a cantar arias y son inexpresivos o no saben moverse en el escenario.

Imagen de la producción
El barítono alemán de origen ruso Stefan Astakhov ofreció una interpretación vibrante de Fígaro, con gran presencia escénica y una dicción impecable. Su “Largo al factotum”, como no podía ser de otra forma, fue uno de los momentos más aplaudidos de la noche. Como Rosina, la mezzosoprano austríaca Patricia Nolz aportó frescura y elegancia al personaje. Su “Una voce poco fa” fue técnicamente impecable y abordó la coloratura sin miedo. Notemos que estos dos artistas vienen del Estudio de la Ópera de Viena y que no tardarán en verse en toda Europa.
El tenor uruguayo Edgardo Rocha fue el conde de Almaviva. Tiene una hermosa voz y supo interpretar su papel, pero fue el más flojo del reparto, no llegaba ni a altos ni bajos y le faltaba potencia. Las comparaciones son odiosas, pero al lado de las otras tres voces masculinas principales quedaba muy pequeño.
Por su parte, Basilio, el profesor de música y cura corrupto, lo interpretó el bajo-barítono galés Bryn Terfel, que cumplió con eficacia, especialmente en su aria de la calumnia, que cantó con potencia y humor contenido. ¡Qué gran Wotan hubiera hecho estos días de atrás en ‘El anillo’!
Finalmente, el barítono bufo italiano Marco Filippo Romano evitó la caricatura y ofreció un personaje cómico de don Bartolo, el tutor mayor que pretende a su pupila, bufo apasionado, pero creíble, con una dicción clara y un gran sentido del ritmo. La pareja formada por don Bartolo y Basilio tuvo momentos memorables, parecía una de las grandes parejas cómicas del cine clásico de Hollywood, o la local de don Camilo y Peppone.
La Orquesta de la Ópera de Viena, bajo la batuta del italiano Marco Armiliato, ya desde la famosa obertura sabe meterse al público en el bolsillo. Ofreció una lectura ágil, transparente y perfectamente sincronizada con la escena. Los tempi fueron vivos, pero no precipitados. Armiliato supo mantener el equilibrio entre el foso y el escenario.
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