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Por Publicado el: 20/05/2018Categorías: En vivo

Crítica: Casi fantástica con la Filharmónica

Casi fantástica

 

ORQUESTRA FILHARMÒNICA DE LA UNIVERSITAT DE VALÈNCIA. Direc­tor: Hilari Garcia Gázquez. Programa: Sinfonía Fantástica, de Héctor Berlioz. Lu­gar: Palau de la Música. Entrada: Alrededor de 1200 personas. Fecha: Jueves, 17 mayo 2018.

Justo Romero

Además de ser una de las obras más revolucionarias, innovadoras y logradas del repertorio sinfónico, la Sinfonía Fantásticade Berlioz supone un verdadero desafío para cualquier orquesta y director que se atrevan a adentrarse en sus compases geniales, tan insuflados de virtuosismo instrumental y novedades de todo tipo. Compuesta en 1830, con 27 años –apenas algunos más que los jóvenes atriles de laOrquestra Filharmònica de la Universitat de València que la tocaron el jueves en el Palau de la Música-, la Fantásticaentraña un claro y bien relatado sentido autobiográfico, que Berlioz convierte en fabuloso universo sonoro colmado de sentido narrativo y descriptivo.

A pesar de que el conjunto que lidera Hilari Garcia Gazquez ha demostrado en repetidas ocasiones su destacado nivel, la incertidumbre al entrar en el Palau de la Música era ineludible. ¿Cómo sonará una sinfonía así en sus lozanos músicos? Tal es el reto de adentrarse en este obrón sin precedente en la historia de la música, cuyos cinco novedosos movimientos configuran la más espectacular y extensa sinfonía compuesta hasta entonces, si se exceptúa, quizá, la Novenade Beethoven, concluida seis años antes, en 1824. Naturalmente, no se produjo ningún milagro, y la versión, pese al ilusionado y entregado trabajo de todos, se quedó en una correcta lectura, cargada, sí, de talento, buenas intenciones y mejor trabajo, aunque ayuna de ese componente virtuosístico en el que Berlioz explota recursos y lleva la sonoridad instrumental a límites entonces inéditos.

La Fantástica, que realmente podría ser considerada como un “concierto para orquesta”, necesita, como la Metamorfosisde Strauss, que todos sus intérpretes sean curtidos solistas, capaces de hacer sonar sus instrumentos con brillantez propia de concertista. Sin alcanzar ese rango de excelencia que conlleva la profesionalidad y siempre dentro de su ámbito universitario, las intervenciones solistas fueron siempre dignas de aplauso y admiración. Si ni el corno inglés ni el oboe –estratégicamente situado en una tribuna lateral- cantaron su célebre diálogo de la Escena campestrecon la intensidad lírica y sonora requeridas, sí lo hicieron con impecable corrección, como las tubas en la sobrecogedora secuencia del Dies Irae, o el flauta solista, que lució calidad ya desde las repetidas notas que entona en solitario al inicio de la sinfonía. Oboes, clarinetes, los cuatro fagotes y, en general, todo el metal dejaron asomar sus mejores calidades.

Punto y aparte merece la cuerda, cuyo cometido en esta sinfonía comprometida es tan sustancial como el del resto de las secciones sin excepción. Hilari Garcia Gázquez logró que sonara con ductilidad y bien conjuntada, con una sólida familia de contrabajos y una concertino que tirabade maravilla de todos. Las dos arpas aportaron fantasía, magia y color en su sustantivo y arriesgado papel en el vals, como también los timbaleros y en general toda la percusión, que aportaron la sólida base rítmica de una lectura bien calibrada y organizada desde un podio elegante, eficaz y de buenas maneras. En definitiva, Una Fantásticaque fue casi fantástica.

Publicado en Levante el 19 de mayo de 2018

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