El abismo compartido de Berg y Bruckner

Dennis Russell Davies

Critica de clásica / Teatro Monumental

Obras de A. Berg y A. Bruckner. Benjamin Schmid (violín). Orquesta Sinfónica de RTVE. Director musical: Dennis Russell Davies. Teatro Monumental, Madrid. 10-I-2018.

El problema son siempre las expectativas, ya lo decía Voltaire: nunca vivimos, sino que estamos a la expectativa de vivir. La reapertura del Teatro Monumental había despertado más que curiosidad, máxime si trazamos una línea temporal desde su cierre furtivo hasta hoy, con el obligado peregrinaje de la ORTVE. Parece que los arreglos han sido múltiples y muy vinculados a la seguridad del teatro, algo que se antoja obviamente necesario, pero de cara al público todo parece casi igual, más allá del naranja escénico. O, habría que decir, “de cara al escaso público”, porque la entrada fue bastante pobre. Han sido muchos cambios, esperamos que la nueva etapa vaya vigorizando la asistencia.

El programa de abono que iniciaba el año resultó atractivo por su vínculo latente: dos piezas que comparten unas vistas privilegiadas al abismo desde estéticas realmente dispares. La primera parte, el Concierto para violín “A la memoria de un ángel” de Berg, presentó los retos intrínsecos de la propia partitura desde el día de su estreno: sacar sin sentimentalismos la ternura subterránea de esta música, una inocencia que se explica en la propia concepción de la obra y que el lenguaje dodecafónico transmite de manera transversal. El modo de tocar de Benjamín Schmid se ajusta bien a esta necesidad de matiz, con una limpieza y transparencia en el sonido que aportaron solidez al engranaje instrumental. Russell Davies cuidó el balance de una orquesta que se emborronaba en algunos momentos, pero siendo consciente de que la obra nace ya desequilibrada en ese aspecto y la emisión Schmid, algo corta, no ayuda. Lectura atractiva, en cualquier caso.

En la segunda parte Russell Davies planteó una visión de la Novena Sinfonía bruckneriana marcada por una cierta distancia, buscando redoblar el impacto de los tuttide metales y las disonancias abiertas. Su gesto tiene algo de mecánico pero sabe abordar con claridad la compleja organización de planos que propone la arquitectura. La ORTVE entendió y actuó con solvencia para cerrar un gran final del tercer movimiento, con todo lo aterrador que convoca. Con el tiempo le ha ocurrido a esta Novena lo que a la Inconclusa de Schubert, que se percibe como algo inacabado en su forma pero no en su fondo. A esto supo ayudar Russell Davis con ese clímax disonante del final del Adagio, colérico y coherente, y tras el cual, en realidad, da lo mismo lo que ocurra porque la mirada ya se ha posado en la negrura. Las ovaciones cerraron una noche de agridulces reencuentros. Mario Muñoz Carrasco