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Por Publicado el: 24/12/2013Categorías: Crítica

CRÍTICA: ‘El Liceu despide el año con brillantez y optimismo’ («Cendrillon», Gran Teatre del Liceu de Barcelona, 23/12/2013)

CENDRILLON (J. MASSENET)
Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 23 Diciembre 2013. REPARTO TITULAR.

Estos comentarios se refieren al reparto titular, cuyo resultado ha superado al del llamado reparto alternativo, particularmente en lo que se refiere a los personajes de Cendrillon y del Prince Charmant.

La producción escénica de Laurent Pelly es un auténtico hallazgo. Hoy, que tanto se critican las producciones modernas, estamos ante una de esas para las que no pasarán los años fácilmente, como si se tratara de una de las producciones de Franco Zeffirelli o de Otto Schenk.

La dirección de Andrew Davis ha vuelto a ser uno de los pilares fundamentales del éxito de la representación. En esta ocasión los tiempo han sido algo más lentos que el día anterior, lo que supongo habrá tenido que ver con la presencia de Joyce DiDonato en escena.

La mezzo americana Joyce DiDonato volvía al Liceu, donde no había cantado ópera desde hacía 6 años. Su interpretación de Cendrillon ha sido  lo que podía esperarse de una de las más grandes cantantes de los últimos años. La americana lleva bastantes años en la cima de su arte y parece que tiene cuerda para rato. Cantó estupendamente toda la
noche, en una demostración de belleza vocal, técnica y sensibilidad. A sus 44 años de edad se encuentra en un momento espléndido y todo parece indicar que seguiremos disfrutando de su arte bastantes años más.

La mezzo soprano inglesa Alice Coote hizo un convincente Prince Charmant, rol en el que hace su debut en el Liceu. Aunque no creo que su voz responde exactamente a lo que pretendía Massenet, resulta más adecuada que Michèle Losier, habiendo mayor contraste entre el Príncipe y Cenicienta en esta ocasión, lo que hizo que el precioso dúo del tercer acto fuera una auténtica fiesta.

La soprano francesa Annick Massis fue una estupenda Hada Madrina. Si la tarde anterior María José Moreno lo hizo magníficamente, otro tanto hay que decir de Annick  Massis. Sus características vocales la hacen muy adecuada al personaje y lo resolvió con brillantez. Vocalmente, sitúo a las dos intérpretes al mismo nivel. Marginalmente, me quedo con la interpretación de María José.

Ewa Podles fue una divertida Madame de la Haltière. Este personaje requiere una voz de contralto y nada más adecuado que la de la polaca para ello. Hoy su voz no tiene la riqueza de armónicos de hace unos años y las notas altas ofrecen un timbre un tanto reseco, pero no cabe duda de que llena el escenario y lo hace francamente bien.

Algo me pasa a mí con Laurent Naouri, ya que nunca salgo satisfecho de sus interpretaciones. La historia se ha vuelto a repetir con su Pandolfe. Hay algo de artificial es sus actuaciones que no me convencen. Me resultó más convincente Marc Barrard.

Repitieron sus divertidas prestaciones las dos hermanastras, interpretadas por Cristina Obregón (Noemie) y Milagros Martín (Dorothée).

El Liceu ofrecía un muy buen aspecto, con una entrada que se acercaría al 95 % del aforo. El público se mostró muy satisfecho en los saludos finales. Hubo bravos para todos los artistas, con auténtico entusiasmo para Annick Massis y Joyce DiDonato.

La representación volvíó a comenzar con 4 minutos de retraso y tuvo una duración total de  2 horas y 57 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 22 minutos, 4 minutos más que  la del día anterior. Siete minutos de entusiastas aplausos.

El precio de la localidad más cara (primer piso central) era de 169 euros, mientras que la butaca de platea costaba 125 euros. En los pisos superiores los precios oscilaban entre 99 y 52 euros, siendo el coste de la localidad más barata de 25 euros. Había también localidades con visibilidad reducida o nula por 9,5 euros. José M. Irurzun

CRÍTICA: «Más vale tarde que nunca» («Cendrillon», SEGUNDO REPARTO, Gran Teatre del Liceu de Barcelona, 22/12/2013)CENDRILLON (J. MASSENET)

Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 22 Diciembre 2013.

El año pasado se celebraban los cien años de la muerte de Jules Massenet, celebración que fue tenida en cuenta por algunos teatros españoles: Sevilla (Thais), Valencia (Le Cid y Thais) y Oviedo (Werther). Creo que esta Cendrillon llega con un año de retraso a Barcelona, constituyendo el estreno absoluto de la ópera en el Liceu y, seguramente, el estreno absoluto de la ópera en España.

Cendrillon se estrenó en la Salle Favart de París en el año 1899 y tuvo una gran repercusión, no solamente por ser el estreno absoluto de una obra de Jules Massenet, el compositor vivo y en activo más importante del momento, sino por el hecho de haber sido la primera ópera que se representaba en el mencionado teatro tras el incendió que lo destruyó casi por completo y constituyendo además la primera ópera que se ofrecía con luz eléctrica, lo que permitió auténticos alardes técnicos para la época.

Los años alrededor del cambio de siglo supusieron la composición de una serie de óperas basadas en cuentos, que entonces gozaban de una gran popularidad. A esta Cendrillon habría que añadir Hansel und Gretel de Humperdinck, a la que siguió Königskinder del mismo autor, Su alumno, que no era otro que Siegfried Wagner, compuso en esos años Der Bärenhäuter. También Hans Pfitzner siguió la misma senda en 1906. De la misma época son también las óperas Sadko y El Cuento del Zar Saltán, ambas de Rimski Korsakov, y la más conocida Rusalka, de Antonin Dvorak.

La ópera de Massenet sigue fielmente el cuento de Perrault, a diferencia de lo que ocurre con la Cenerentola de Rossini,  y aquí no faltan ni la madrastra, ni el hada ni siquiera el zapato de cristal. La partitura tiene momentos muy buenos y permite páginas de auténtico lucimiento a las tres principales protagonistas de la ópera, necesitando un buen maestro y un director de escena imaginativo. Todo ello se ha reunido en el Liceu para hacernos pasar una tarde muy entretenida.

La producción escénica se debe a Laurent Pelly y se estrenó hace 7 años en el Festival de Santa Fe. Posteriormente, se ha visto en Europa en el Covent Garden londinense, en el Teatro de la Monnaie de  Bruselas y en la Ópera de Lille, llegando ahora a Barcelona. El trabajo de Laurent Pelly es magnífico. La Cenicienta es un cuento y precisamente eso es lo que ofrece el director de escena francés, con una escenografía (Barbara de Limburg) en forma de un gran libro de cuentos, en el que los personajes toman vida, moviendo Pelly los hilos perfectamente, haciendo oscilar la producción entre lo divertido y lo melancólico con gran destreza. El vestuario es del propio Laurent Pelly y es una explosión de colorido y formas divertidas, debiendo resaltar en este sentido lo que hace con las hermanastras de Cenicienta y con todas las Princesas que pretenden la mano del Príncipe Azul o Charmant. Buena también la iluminación de Duane Schuler, así como la notable y divertida coreografía de Laura Scozzi.

Laurent Pelly encuentra su campo de acción más brillante en este tipo de óperas cómicas, teniendo que recordar su estupenda Fille du Regiment que pudimos ver hace unos años en este mismo teatro. La imaginación del francés es riquísima y ofrece un espectáculo escénico muy adecuado y de un gran atractivo estético. Hay que destacar el movimiento de masas y la excelente  dirección de actores. La producción en Barcelona ha sido llevada adelante por Justin Way.

El otro elemento a destacar de esta representación ha sido la muy notable dirección musical de Sir Andrew Davis, una auténtica garantía en cualquier foso. Llevó la obra muy bien, acoplándose perfectamente al propio ritmo escénico y ayudando siempre a los cantantes, que nunca fueron cubiertos por el sonido que salía del foso. Tengo que decir que Orquesta Sifónica del Liceu ha tenido una actuación notablemente mejor que en el pasado. No sé si el mérito hay que atribuírselo a Andrew Davis o a que se empieza a notar la labor que viene realizando Josep Pons. Supongo que de todo habrá. Muy bien, como siempre, el Coro del Liceu, moviéndose en escena de manera impecable.

El Liceu ha ofrecido dos repartos de esta ópera, que habrá que considerarlos como alternativos, ya que el precio de todas las representaciones es el mismo. El que ahora nos ocupa es el que podríamos considerar como segundo cast, ya  que el primero es el que actúo en el estreno del pasado día 20. El resultado hay que considerarlo como muy satisfactorio.

Cendrillon o Lucette era la mezzo soprano francesa Karine Desahayes, cuya actuación ha sido muy convincente en todos los sentidos. Han pasado 10 años desde que la vi por primera vez como Cenerentola en Burdeos y en este tiempo su evolución vocal y artística ha sido muy positiva. La voz tiene calidad, está muy bien manejada y con volumen suficiente para cantar en grandes teatros.

La mezzo canadiense Michèle Losier dio vida al Prince Charmant y su actuación vocal no fue tan interesante. La voz es atractiva, no muy sobrada de volumen, pero creo que el personaje necesita una voz más amplia. De hecho, Massenet quería una soprano falcon o soprano de voz oscura y dramática. Michèle Losier es una mezzo muy lírica, perfectamente intercambiable con Cendrillon, lo que hace que el contraste entre las dos voces resulte escaso, especialmente en el precioso dúo del tercer acto.

María José Moreno fue un Hada Madrina espectacular de principio a fin. Tengo que decir que cada vez que la veo en escena no hago sino lamentar que su presencia no sea más habitual en los escenarios, ya que es una estupenda cantante. Lo que su familia ha ganado con su dedicación a la misma, los aficionados la hemos perdido. El personaje le viene como anillo al dedo (aquí habría que decir como zapato al pie) y su actuación fue irreprochable, con una coloratura brillante y una interpretación intachable.

La mezzo soprano Doris Lamprecht fue una adecuada intérprete de Madame de la Haltière, en una actuación divertida, aunque algo corta vocalmente.

Adecuado el barítono francés Marc Barrard en el personaje de Pandolfe, el padre de la desgraciada Cendrillon.

Divertidas y exageradas en escena, como debe esperarse de ellas, las dos hermanastras, bien interpretadas por Cristina Obregón (Noemie) y Marisa Martins (Dorothèe).

Ente el numeroso grupo de personajes secundarios hay que señalar a Isaac Galán como el Rey.

El Liceu ofrecía una ocupación de cerca del 90 % del aforo. El público disfrutó con la representación, como lo demostró en la recepción que ofrecieron a los artistas en los saludos finales. Las mayores ovaciones fueron para María José Moreno y Karine Deshayes, en ese orden.

La representación comenzó con 4 minutos de retraso, cosa poco habitual en el Liceu, y tuvo una duración total de 2 horas y 53 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 18 minutos. Seis minutos de intensos aplausos.

El precio de la localidad más cara (primer piso central) era de 169 euros, mientras que la butaca de platea costaba 125 euros. En los pisos superiores los precios oscilaban entre 99 y 52 euros, siendo el coste de la localidad más barata de 25 euros. Había también localidades con visibilidad reducida o nula por 9,5 euros. José M. Irurzun

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