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Por Publicado el: 01/08/2021Categorías: En vivo

Critica: «La Boheme», noche de arte en Chillida Leku

ÓPERA GARAJE “LA BOHÈME”

NOCHE DE ARTE EN CHILLIDA LEKU

Fecha: 29-VII-2021. Lugar: Museo Chillida Leku (Hernani-Guipúzcoa). Programa: La Bohéme”, ópera en cuatro actos de Giacomo Puccini. Intérpretes: Mariola Cantarero (soprano – Mimí), Pancho Corujo (tenor – Rodolfo), Borja Quiza (barítono – Marcello), Ruth Terán (soprano – Musetta), Javier Galán (barítono – Schaunard), Stefano Palatchi (bajo – Coline), Pedro Quiralte (barítono – Benoit). Director de escena: Emiliano Suárez. Director musical, maestro concertador y pianista: Borja Mariño. Producción: Ópera Garaje Producciones, S.L.

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En el Museo Chillida Leku hay siempre en halo de magia, de encanto, donde se destierran los pesares y se purifica lo bueno que encierra la belleza de la obra de Eduardo Chillida, en un entorno donde la naturaleza -los verdes y cuidados campos, salpicados por la potencia regeneradora de los árboles- hace reverdecer el sentimiento místico de San Juan de la Cruz (Juan de Yepes Álvarez) amén de embargarnos con la paz creada en música por Juan Sebastián Bach. Eso se propuso este gran hombre, que es un indiscutible referente universal en la escultura, con una vertebración de sus obras que concita un especial encuentro entre aquel nacido en Fontiveros y éste venido al mundo en Eisenach. Añádale usted a todo eso la magia que encierra el pentagrama creado por Puccini en la creación de su ópera “La Bohème” y póngale la guinda de su representación al aire libre, sin amplificación acústica alguna (salvo una mínima del piano), ante 350 espectadores cómodamente sentados, obteniendo, de tal forma, un regalo para los sentidos (incluido el llamado ‘común’) de imposible olvido.

Esta visión de Ópera Garaje hace cumplimiento de dos requisitos fundamentales: por un lado la fidelidad a la música (con excepción de aquellos pasajes en que participan otros personajes, como el coro de niños y el desfile de soldados en el acto II, y la cháchara de las vespertinas vendedoras y el relevo de la guardia del fielato en el acto III); por otro, una versión escénica que no hace variación alguna de los textos. Con esos dos pilares, puede permitirse a Emiliano Suárez, ausente por culpa del “bicho” pero que estuvo al pie del cañón, desde Barcelona, en el ensayo del día anterior a través de un artilugio de la electrónica informática (se evitan marcas para no hacer publicidad gratuita). De tal forma, Mimí es una estilista de moda, Rodolfo un guionista de cine, Marcello un iluminador y técnico en puesta a punto de coches (magnifico MG descapotable, color marfil, que estaba en la escena), Musetta es una cabaretera, el bueno de Schaunard sigue siendo músico, Coline es un pensador y Benoit el propietario del garaje donde trascurre toda la trama, al aire libre, repito, con una cuidada iluminación. Ninguna objeción al respecto pues todo fue llevado a cabo con un cuidado y estilo impecable. Inciso breve al iniciático txirimiri que hizo su asomo -leve- en los cinco primeros minutos, desapareciendo de forma total de seguido.

Cantar a voz plena, sin apoyo acústico alguno, a cielo abierto, en un ambiente en el que la humedad relativa del lugar estaba en el 68%, y que las voces llegasen al público ubicado en un césped con un 40% de inclinación, con una especial de barrera trasera de espeso arbolado, y que las voces llegasen limpias hasta las últimas filas, es todo un milagro parecido al que en la Grecia Clásica se lograba en la construcción de sus odeones. En estas condiciones todos los cantantes estuvieron a una muy notable altura de calidad, con una perfecta emisión, cuidando la afinación al máximo ya que las exigencias de un excelente pianista no dejaban llevar los tiempos al antojo de ninguno de ellos. Es justo destacar a uno en concreto, significando que el ingrato papel, poco lucido, del músico Schaunard estuvo espléndidamente defendido por Galán, con un timbre de voz que clama mayores compromisos a su favor. Cantarero, Corujo, Quiza, Terán (con su notable embarazo), Palatchi y también Quirarte, se entregaron sin límites y claro, así salió la función: espléndida (incluido el encuadre en distinto lugar del quinteto en la terraza del Cafe Momus), cuajada en el arte que el lugar se merecía y que en el fondo fue un homenaje al creador de semejante entorno: Eduardo Chillida Juantegui. “En una noche oscura, / con ansias, en amores inflamada, / ¡oh dichosa ventura! / salí sin ser notada / estando ya mi casa sosegada. Manuel Cabrera.

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