Crítica: La nueva Gran V(I.A.), del Proyecto Zarza
La nueva Gran V(I.A.)
La Gran Vía, de Federico Chueca y Joaquín Valverde. Proyecto Zarza. Rosa María Abella, Lucía Beltrán, Arantxa Cooper, Albert Díaz, Marina Fita, Yasmín Forastiero, Iago García Rojas, Rosa Gomáriz, Iría Goti, Luis Maesso y otros. Joven Orquesta Nacional de España. Dirección de escena: Enrique Viana. Dirección musical: Néstor Bayona. 13 de marzo

Imagen de la producción de La Gran Vía del Proyecto Zarza
Las adaptaciones de los libros de las zarzuelas o, en mayor medida, de las atmósferas costumbristas y populares a las que solían acudir, han sido desde hace mucho un quebradero de cabeza para quienes gestionan el Teatro de la Zarzuela. Si se actualizan códigos se puede perder al público que acude a la sala a rememorar otros días. Si no se hace, el nuevo oyente difícilmente conectará con un género que planeaba a ras de tierra en sus giros cómicos y en sus temáticas.
Todo envejece muy rápido. Para paliar en cierta medida esa desconexión y hacer zarzuela desde los jóvenes y para los jóvenes nació hace años el Proyecto Zarza, y La Gran Vía, esa «revista cómico, lírica, fantástico callejera en un acto y cinco cuadros». es su más inmediata demostración.
Como habitualmente ocurre en las adaptaciones, los cantables se mantuvieron íntegramente —incluso se añadieron números, como el “Vals de la Bujía”— y fue en los parlamentos actuados donde se alteró el verso, trayendo temáticas netamente actuales que enterraban las polémicas sociales y la crítica velada del estreno de la obra en 1886. Así que, el Caballero de Gracia y Menegilda actuaron rodeados de otro tipo de personajes: una Inteligencia Artificial, la Gentrificación, la Especulación, la Contaminación Acústica, el Fondo Buitre y la Vivienda Turística, entre otros.
Las especiales características de La Gran Vía original, capaz de poner a hablar sobre el escenario a calles personificadas, hizo más que pertinente la inclusión de las nuevas personalidades, aunque distribuidas a tantos niveles que la parte más joven del público podía acabar algo saturada de tanto vuelo crítico.
La partitura estuvo respetuosamente reorquestada y dirigida por Néstor Bayona, con un ensemble más pequeño, de 14 músicos, proveniente de la JONDE. Rindieron a un gran nivel y con notable complicidad con el repertorio. El numeroso reparto se entregó tanto al canto como al baile y a la actuación, destacando el timbre oscuro del Caballero de Gracia de Iago García o el fraseo cuidado de la Menegilda de Iria Goti.
La puesta en escena, de Enrique Viana, supo jugar con los códigos tradicionales en el movimiento de los cantantes y la búsqueda de una modernidad que no abrumara visualmente. La escena de la contaminación lumínica serviría como ejemplo de ese lugar intermedio entre lo nuevo y la tradición, fiel al menos en espíritu.
Una última cuestión. Tras cancelarse la función del día 8 de marzo, la crítica corresponde a la sesión matinal del jueves, repleta de alumnos de instituto de muy diversas edades que iban, en su inmensa mayoría, por primera vez a la zarzuela. La ovación final al acabar la obra, el larguísimo aplauso posterior y las risas durante la función creo que son la mejor noticia posible para el género chico en general y para el Teatro de la Zarzuela en particular. No recuerdo haber visto una sola pantalla de móvil encendida.
Últimos comentarios