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Por Publicado el: 02/07/2018Categorías: En vivo

Crítica: mintiendo al son del baile en la Zarzuela

AL SON DEL BAILE

Francisco Alonso: “¡24 horas mintiendo!”. Jesús Castejón, Gurutze Beitia, Estíbaliz Martyn, Nuria Pérez, Joselu López, Enrique Viana, Rafaela Chacón, Ángel Ruiz, Cecilia Solaguren, José Luis Martínez, María José Suárez, Mario Martín, Luis Maeso. Dirección de escena: Jesús Castejón. Dirección musical: Carlos Aragón. Teatro de la Zarzuela, Madrid, 29 de junio de 2018.

Arturo Reverter

Típica comedia lírica, o comedia musical, en realidad con mucho de revista clásica, aunque con argumento desarrollado, esta obra del siempre inspirado y prolífico compositor granadino Francisco Alonso, autor, por ejemplo, de zarzuelas “grandes”, como La linda tapada, La calesera o La parranda, es un mecanismo de enredo al uso, con equívocos, suplantaciones, engaños y chascarrillos. Base literaria –de Francisco Ramos Carrión y Joaquín Gasa- sobre la que un músico de tan ágil y fácil pluma, ducho ya en el género, supo engarzar unos pentagramas ligeros, fluidos, de fácil melodía, que discurren animadamente sobre un cañamazo de ritmos variados, más o menos usuales en la época del estreno en Logroño (1947): swing, fox, chotis, guajira, fado, samba, pasodoble, ranchera, vals y marcha.

Un “totum revolutum” bien organizado y relativamente afín a la simplona anécdota, que ha sido revisado, actualizado y editado, a cuenta de la Sociedad General de Autores, por Saúl Aguado de Aza (2017), que casa con la adaptación practicada por el infalible dramaturgo, hoy tan de actualidad, Alfredo Sanzol, quien ha modificado a fondo el argumento con afán de actualizar la peripecia e introduciendo alusiones varias al presente, a la corrupción en primer lugar, y prescindiendo de algún personaje lo que hace algo menos inteligible la confusa narración. Con el añadido de que en muchos casos los actores no vocalizan del todo bien.

Claro que tampoco importa gran cosa, porque a la postre es la vistosidad y lo pegadizo de la música lo que prima; más allá de los problemas de los arruinados Casto y Casta y de las argucias que idean para salir del trance. Uno de los números más aplaudidos –en la presentación logroñesa y luego madrileña del 47 se repitieron todos-, entresacados de la actualizada versión de Aguado fue la samba que cierra el primer acto, en la que fue la estrella Enrique Viana, que interpreta a un improbable mayordomo –en el original era una criada- y que, coronado de plátanos, otorga al número, y a toda su actuación, esa gracia suya tan especial, entre el despiste, la sorpresa y la complicidad del respetable, y que da un pequeño curso de emisión vocal: de pecho, de cabeza, en falsete, a plena voz, con escaladas a la zona aguda…

Junto a la excelente y chisposa labor, según los cánones del género, de Castejón –que movió estupendamente la escena, con todos los subrayados exigidos- y la inigualable Beitia, destacaron Ruiz, en una soberbia caracterización de argentino, Solaguren en su temblorosa costilla, Chacón, que cantó con estilo un pasodoble, y Suárez, en el cometido de la señorona esposa de un político corrupto, Bombardini –en el original ex director de orquesta milanés y luego “carabinero”- aquí José Luis Martínez. Bien la soprano Martyn como Totó, que exhibió, por encima de lo escrito sus limpios agudos de vez en cuando, pero que apechuga con una tesitura en exceso grave para ella. La pareja Pérez-López brilló en su dimensión actoral, no tanto en la canora: voces aún sin formar del todo, la de él algo desabrida y tremolante. Provienen del proyecto Zarza.

En lo musical todo fue llevado con la mayor de las naturalidades, dejando fluir la música y bañándose en los cambiantes ritmos, sin buscar refinamientos quizá fuera de lugar, por la cadenciosa batuta de Aragón, a quien no habíamos visto en este repertorio. Orquesta muy a tono, partes corales ad hoc, vestuario (Ana Garay) en sintonía, como la coreografía (Nuria Castejón). La escenografía (Carmen Castañón), en dos alturas, piso y sala de fiestas, muy bien diseñada y funcional. Como es habitual, modélico programa de mano, con libreto, y con un espléndido estudio sobre la obra de la musicóloga Celsa Alonso.

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