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Por Publicado el: 03/07/2019Categorías: En vivo

Crítica: una Norma con exceso de decibelios

NORMA (V. BELLINI)

Nationaltheater de Munich. 30 Junio 2019.

Un año más (y van 15 consecutivos) vengo a Munich al Festival de Julio, que para mí es el mejor de cuantos se celebran en verano, aunque haya otros que tengan más glamour que éste, aunque no más calidad ni variedad.
Comienza, pues, mi estancia en la capital bávara con esta Norma, a la que seguirá una Traviata con la presencia de Supermán como Papá Germont para terminar con la nueva producción de Salomé, que será dirigida por Kirill Petrenko.

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Escena

Esta producción de Norma lleva la firma de Jürgen Rose y se estrenó aquí en enero de 2006, es decir hace más de 13 años, siendo una de las últimas nuevas producciones que encargara el entonces director del teatro, Peter Jonas. El mencionado estreno tuvo como protagonista a Edita Gruberova, acompañada de don cantantes, que entonces estaban en su apogeo. Me refiero a Sonia Ganassi y a Roberto Scandiuzzi, si bien Pollione quedaba por debajo de ellos, al ser interpretado por Zoran Todorovich. En la dirección musical estaba Friedrich Haider, cuya presencia en el podio entonces no creo que requiera ninguna explicación.
La citada producción no tiene demasiado interés. Traslada la acción a tiempos más o menos actuales y en lo que parece ser Oriente Medio. Digo que parece ser, porque únicamente el vestuario del coro femenino ofrece vestimentas tipo musulmán, mientras que los supuesto guerreros podrían localizarse en cualquier sitio. Curiosamente, en el primer acto y, a pesar de los tiempos modernos, van con lanzas, aunque en el segundo acto empuñan metralletas. La escenografía y el vestuario son obra del mismo Jürgen Rose, ofreciendo dos escenarios a lo largo de la representación. Una especia de bosque para las escenas de exterior y una morada de Norma, a donde se llega por una escalera y que queda debajo del bosque. No hay mucho que destacar. La iluminación de Michael Bauer resulta atractiva, al ser la producción muy oscura.
Tampoco la dirección de escena resulta muy convincente, sino más bien rutinaria, llamando la atención (y no para bien) la presencia casi permanente en la casa de Norma de sus hijos, que aquí son casi adolescentes y no se caracterizan precisamente por sus dotes de actores.
Volvía al foso de Munich el italiano Andrea Battistoni, a quien acababa de ver el mes pasado en este teatro dirigiendo Tosca. Entonces no me convenció su dirección y algo parecido puedo decir en esta ocasión. Su lectura se caracterizó en muchos momentos por exceso de decibelios (particularmente en la obertura) y tiempos acelerados, aunque se moderó un tanto a partir de la segunda parte del primer acto. En cualquier caso, su dirección no pasó de la rutina y eficacia. Buena la prestación de la Bayerische Staatsorchester, así como del Coro de la Bayerische Staatsoper.

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Carmen Giannattasio

El reparto vocal ha sufrido de las temidas cancelaciones y correspondientes sustituciones. Efectivamente, estuvo anunciada como Norma Sonya Yonceheva, pero canceló hace unos días por su embarazo.
Norma fue la italiana Carmen Giannattasio, cuya voz resulta adecuada para el personaje, tanto en amplitud como en dominio de la tesitura, resolviendo con cierta solvencia los pasajes de agilidades. Su mayor problema – y no es cosa menor – es que canta todo en forte. Pocas veces he asistido a una Norma en la que la protagonista no sea capaz de emitir un sonido en piano, mucho menos en pianísimo. Nada que ver con los recuerdos de la Caballé o de la Gruberova o de la Radvanovsky en la actualidad. Al público no pareció importarle, ya que le dedicó un triunfo en los saludos finales.
Pollione fue interpretado por el tenor italiano Riccardo Massi, quien ofreció una actuación rutinaria y monótona, cantando toda su partitura entre forte y fortísimo, sin matices por ningún lado. La voz responde a la de un lírico spinto, un tanto engolada y no tiene problemas en las notas altas. Poco convincente.
Para mi gusto lo mejor de la representación vino de la mezzo soprano Angela Brower, muy habitual en Munich. Ofreció una voz atractiva y bien manejada, cantando con gusto siempre, más allá de que su registro más agudo esté un poco descontrolado. Resolvió bien su recitativo de entrada.

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Escena

Oroveso fue interpretado por el bajo finlandés Mika Kares, que ofreció una voz sonora, aunque un tanto basta para mi gusto.
En los personajes secundarios me dejó una muy positiva impresión la Clotilde de la soprano italiana Selene Zanetti, con voz atractiva, amplia y bien manejada. Estuvo también bien el tenor Freddie de Tommaso como Flavio.
El teatro estaba prácticamente lleno, aunque no se hubiera colgado el cartel de No hay Billetes, pero superaría el 99 % de su aforo. El público se mostró muy cálido con los artistas, especialmente con Carmen Giannattasio y Angela Brower.
La representación comenzó con los 5 minutos habituales de retraso en Munich y tuvo una duración de 3 horas, incluyendo un intermedio y dos breves paradas. Duración musical de 2 horas y 23 minutos. Nueve minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 193 euros, habiendo butacas de platea desde 117 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 64 euros. José M. Irurzun 

Fotos: W. Hösl

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