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Crítica: Un bello final de la Tetralogía en Leipzig
Crítica: Una estupenda "Die Walküre" en Leipzig
Por Publicado el: 15/05/2018Categorías: En vivo

Crítica: «Siegfried» en la Oper Leipzig

SIEGFRIED (R. WAGNER)

Oper Leipzig. 12 Mayo 2018

Un paso atrás debe servir para tomar impulso

José M. Irurzun

Tras las dos notables representaciones de las entregas anteriores del Anillo, la tercera no ha corrido la misma suerte, sino que hemos dado un paso para atrás. Esperemos que dicho paso no sirva sino para tomar impulso para terminar la Tetralogía. La verdad es que ni escénica, ni musical ni vocalmente las cosas han rodado como cabía esperar tras lo visto hasta ahora.

Escena

Sigue adelante la producción de Rosamund Gilmore, que nos ha ofrecido lo menos interesante hasta ahora. Vuelve a estar presente la danza, aunque no aporta mucho en los dos primeros actos de la ópera. La escenografía sigue siendo la de Carl Friedrich Oberle y nos ofrece una morada de Mime, a la que se entra por una escalera metálica superior, que da a una especie de jardín, donde se sitúan los bailarines. En la parte de delante hay unos elementos de atrezzo, entre los que está el yunque, pero no la fragua, ya que de hecho Siegfried no forja a Notung, sino que se la dan los danzantes, con lo que se pierde bastante. La acción se desarrolla en tiempos más o menos modernos, a juzgar por el vestuario de Nicola Reichert.

En el segundo acto nos trasladamos a un escenario con dos bloques a los lados unidos por un puente, debajo del cual se sitúa la caverna de Fafner. La muerte del dragón resulta poco apropiada, ya que el tal animal no es sino un gigantesco muñeco humano sentado en un sofá y con bailarines alrededor. La verdad es que no tiene que luchar mucho Siegfried para cargarse al tal muñeco humano. Finalmente, en el tercer acto estamos en un escenario en ruinas para las escenas de Wotan con Erda y Siegfried, pasando después a un escenario, en cuyo centro se sitúa la plataforma donde duerme Brünnhilde, con una escenografía muy parecida a la que concluye la Valquiria. Es sin duda lo más conseguido de esta representación, que cuenta con una buena iluminación por parte de Michael Röger.

La dirección musical estuvo nuevamente en manos de Ulf Schirmer y me ha resultado menos conseguida que los días anteriores, especialmente en los dos primeros actos, en los que faltó vida. Las cosas mejoraron de manera clara en el último acto, pero cabía esperar más en su conjunto. A destacar nuevamente la prestación de la Gewandhaus Orchester.

Escena

Siegfried fue interpretado por el veterano tenor alemán Christian Franz, que lleva muchos años de carrera y resulta muy poco creíble como el joven Sigfrido. La voz funciona bien, aunque hay apreturas por arriba. No me convenció su anodina interpretación en los dos primeros actos, mejorando en el tercero, especialmente en la escena del despertar de Brünnhilde.

Como Brünnhilde estuvo anunciada la joven y prometedora soprano sueca Elisabet Strid, a quien tenía muchas ganas de volver a ver tras una exitosa actuación en Berlín en Tannhäuser. Lamentablemente, canceló y fue sustituida por la soprano británica Katherine Broderick. Su actuación fue buena, con un centro de calidad y un voz bien emitida. Su voz resulta algo corta en las notas graves y está descontrolada en las notas más altas, donde bordea el grito, cuando no lo supera.

Volvía a interpretar a Wotan (ahora en el personaje del Wanderer) el barítono escocés Iain Paterson, cuya actuación se quedó claramente por debajo de la del día anterior. La tesitura de este Wotan es más grave que la de los anteriores y esto le hace ser bastante menos adecuado. A esto hay que añadir que su tamaño vocal volvió a dejar que desear. No sé si pudo influir también el hecho de cantar dos días seguidos.

El tenor finlandés Dan Karlström lo hizo bien en la parte de Mime, buen actor y con voz de no mucha calidad. Cumplió bien, aunque no sea un Mime extraordinario.

Tuomas Pursio, el Wotan del Oro del Rhin, fue aquí Alberich y me resultó con la voz demasiado ligera para el personaje, aunque lo hace bien en escena.

Escena

La mezzo-soprano Claudia Huckle hizo una buena Erda, con voz atractiva y bien manejada, aunque se puede quedar un poco corta en las notas más graves.

Rúni Brattaberg fue Fafner y no pasó de la corrección Correcta también la soprano griega Danae Kontora como Pájaro del Bosque.

El teatro estaba prácticamente lleno y el público se mostró cálido y no entusiasmado en los saludos finales.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 5 horas y 7 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 4 horas exactas. Seis minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 109 euros, costando 59 euros la más barata.

Fotos: T. Schulze

José M. Irurzun

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