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Por Publicado el: 20/01/2020Categorías: En vivo

Crítica: una excelente “Elektra” en les Arts

Una excelente “Elektra”

“Elektra” de Strauss. Iréne Theorin, Sara Jakubiak, Doris Soffel, Derek Welton, Stefan Margita, etc. Coro de la Generalidad Valenciana y Orquesta de la Comunidad Valanciana. Robert Carsen, director de escena. Marc Albrecht, director musical. Palau de les Arts. Valencia, 18 de enero de 2020.

Elektra-ARTS

Elektra Palau de les Arts ©Miguel Lorenzo y Mikel Ponce_LesArts

Ya que el Palau de les Arts no dedicó “Nabucco” a Helga Schmidt, lo hice yo ahora en mi interior pensando inicialmente que posiblemente a ella le habría gustado el título y creo que el resultado final me dio la razón. Esta “Elektra” es digna de cualquier teatro de primerísimo nivel en el mundo.

Resulta curioso que la siguiente ópera de Strauss fuese “El caballero De la rosa”, de lenguaje tan diferente, y que ya hasta el final de su vida se refugiase en el clasicismo salvo un par de contadas excepciones, para terminar con los totalmente distintos “Cuatro últimos lieder”. Posiblemente, tras “Elektra” vio un muro que se sintió incapaz de traspasar y que le hubiera llevado a la atonalidad y la segunda Escuela de Viena.

Pero empecemos por la puesta en escena, proveniente de la Ópera de París, basada en una coproducción original del Mayo Musical Florentino y la Tokyo Opera Nomori, con Robert Carsen como su responsable. Carsen es sin duda uno de los grandes registas del presente, pero a veces falla y su “Tosca” es un claro ejemplo. Esta vez el acierto es total, siguiendo las pautas de su admirable “Diálogo de carmelitas” que pudo verse en Madrid. Le basta un ciclorama negro, un suelo simulando tierra y los cantantes y figurantes con sólo un foso rectangular de doce metros cuadrados en el suelo en medio del escenario para simular la entrada al palacio, bajando y no subiendo a él. El palacio es invisible como tal. Con un escenario tan vacío hay que mover muy bien al personal escénico y Carsen lo hace con gran sabiduría. Veinte figurantes femeninas acompañan casi permanentemente a Elektra con movimientos que una veces completan la acción y otras sus sentimientos. Crea escenas de formidable impacto, como la confesión de Orestes a Elektra de su auténtica personalidad cuando expresa: “¿Los perros del patio me reconocen y mi hermana no es capaz?”. Sobrecogedora. Sólo se echa de menos la danza loca de Elektra al final.

Marc Albrecht dirige con potencia, quizá más de la deseable con un foso muy abierto y una acústica que proyecta la orquesta más de la cuenta y con alguna voz de caudal a menor nivel, pero es un placer escuchar a una orquesta de sólo 53 profesores en nómina con suplementos para alcanzar prácticamente el doble de atriles y que suena como la mejor en cualquier foso de los grandes teatros mundiales. Un auténtico milagro.

De las tres protagonistas femeninas sobresale la Chrysothemis de Sara Jakubiak, con la voz e intención adecuadas. Irene Theorin no estaba a posiblemente esta noche en su mejor noche. Buen nivel indudablemente pero corta de volumen en algunos momentos. A las dos voces les falta diferenciación y Jakubiak impone la suya. Poco interés la Klitämnestra de Doris Soffel. Aún recordamos en este papel a  Rysanek en 1995 en el Palau de la Música, hoy con unas obras de reforma que durarán más que su construcción. Excelente el Orestes de Derek Welton, especialmente en su monólogo inicial e impecables los comprimarios.

Ovaciones interminables del público como era lógico, máxime cuando la función empezó a la siete y terminó a las nueve, no habiendo prisa por volver a casa. Acabo como empecé: Helga Schmidt se hubiera sentido muy orgullosa de esta representación en el teatro que ella creo y cuyo nivel aún se mantiene, especialmente en coro y orquesta. Gonzalo Alonso

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