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Por Publicado el: 10/02/2007Categorías: Crítica

De la sonrisa al bostezo

Temporada de la Zarzuela
De la sonrisa al bostezo
“El Barbero de Sevilla” de M.Nieto y G.Giménez. C.Reina, M.López Galindo, R.Rosique, L.Perezagua, E.Ruiz del Portal, M.Moncloa, M.Martín, J.Ortega, I.Nieto-Balboa.
“Bohemios” de A.Vives. A.Montserrat, E.Ruiz del Portal, C.González, K.Peña, R.Morales, P.M.Martín, A.M.Fernández, B.Álvarez, J.Galán.
P.Durán, escenografía. N.Pawlowsky, figurines, J.Llorens, iluminación. J.M.Mestres, dirección escénica. M.Roa, dirección musical. Coro del Teatro de la Zarzuela y Orquesta de la CAM. Teatro de la Zarzuela, 9 de febrero.
El Teatro de la Zarzuela desempolva dos obras, “El Barbero de Sevilla” y “Bohemios”, con en denominador común de los libretistas Guillermo Perrín y Miguel Palacios, mal vistos por la crítica de la época pero muy apreciados por el público. Hay más analogías, ambas fueron estrenadas en este coliseo (1901 y 1904), ambas comparten “el teatro dentro del teatro” y ambas presentan las penurias de artistas, poetas o compositores. Sin embargo la primera provoca la risa fácilmente y la segunda casi el bostezo.
La gran virtud de la zarzuela de título rossiniano es su gran sentido del ritmo y la puesta en escena de Joseph María Mestres, debutante en estas lides, acierta a respetarlo. El público se lo pasa en grande con una historio de enredo de la que sólo les resulta conocida el aria “Me llaman la Primorosa”, aunque las citas musicales a Donizetti o al de Pésaro sean abundantes, al margen de otras muchas literarias a Mascagni o a cantantes de la época como Cristina Nilson o Hariclea Darcle. Hay entre sus pocas páginas musicales un dúo delirante en referencias, lo que demuestra el buen conocimiento que sus compositores tenían de la ópera. Hay además la suerte de contar con unas buenas interpretaciones vocales y escénicas. Tanto Ruth Rosique, la tiple debutante, como Milagros Martín, la tiple en decadencia, dan perfectamente el tipo de sus personajes y otro tanto cabe decir del barítono Marco Moncloa y del resto de un reparto en el que también sobresale la cotundente Charo Reina.
La temperatura desciende muchos grados en “Bohemios”, zarzuela que llegó a ser convertida en ópera por Conrado del Campo sin ningún éxito. El libreto no tiene desgraciadamente la misma vivacidad, el ritmo se torna más cansino y la música, que es mejor y más abundante que en la obra compañera, no logra hacer que levante el vuelo. Tampoco lo consiguen la excelente prestación vocal del tenor Albert Montserrat ni la escénica, un tanto histriónica pero ajustada al papel, de Pedro Miguel Martínez.
La ambientación, con decorados simples y eficaces, respeta ambas épocas. Tan sólo cabría preguntarse por el sentido de un par de coreografías afeminadas en el “Barbero”. Miguel Roa vuelve a ser baza segura en el foso, luciéndose especialmente la orquesta en los bellos preludios de “Bohemios” y el coro en su aparatoso número de la misma obra. Gonzalo ALONSO

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