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Por Publicado el: 18/01/2009Categorías: Artículos de Beckmesser

¿En qué quedamos?

Las incongruencias de Mortier en su entrevista publicada en Le Monde nos dejan asombrados. Es como leer ahora el suplemento «Domingo» de El País del 29 de junio de 2008, dedicado a Zapatero, y encontrar como gran titular su frase «Es un tema opinable si hay o no hay crisis». ¡Qué mala memoria tenemos los españoles! Hay gente que lo sabe y que se aprovecha y nos toma el pelo. Mortier parece apuntarse al clan de JLRZ, RM y otros.
Declara en Le Monde que «De hecho Franco detestaba la ópera, que había transformado en establo para las vacas». Desde luego opinaba de la música como Napoleón, pero lo del establo para vacas es muy fuerte. ¿Acaso el Ministerio de Cultura no promovió las estupendas temporadas del Teatro de la Zarzuela? Y, para colmo añade que “hay una juventud que tiene curiosidad y el público de arte lírico no es franquista”. Pero ¿es que queda algún franquista entre los menores de setenta años? ¡Vaya con los tópicos!
Por decir, dice también que «no hay ninguna razón por la que la familia Wagner deba seguir controlando ese festival, cuando su gestión ya no es privadas» y que por eso se apuntó como candidato para dirigir el festival, pero lo que no dice es que se apuntó como segundo de Nike Wagner. A eso se le llama incongruencia o tratar de engañar.
Afirma haber hecho pasar la edad media de los abonados de 56 a 48 años y haber logrado «uno de los públicos de ópera más jóvenes del mundo». Nosotros nos preguntamos qué opinará Marañón si Mortier anima a los jóvenes a lo mismo que en la Ópera de París, a comprar entradas por 5€ y sentarse después en la butacas vacías de 200€. Sigue afirmando que “El Teatro Real no es un teatro de primera” y quizá tenga razón, porque por algo habrán echado a López Cobos y Moral y porque para jugar en primera división hay que tener el presupuesto de primera división, lo que está muy lejos de tener el Real.
Si de Salzburgo se despidió con una puesta en escena de “El Murciélago” que dejaba en ridículo a sus nada amados políticos de la derecha -¿cómo lo soportarán en su día Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón?- ahora se empieza a despedir de la Ópera de París –donde no es precisamente querido- con la declaración de que “La Ópera de París no tiene el público que merece”. Y, siguiendo con públicos, también afirma que “El público de Madrid no va a cambiar mi filosofía”, mientras que Marañón asegura en Madrid que “Mortier tendrá muy en cuenta al público del Real”. ¿En qué quedamos?
No ha llegado y ya empezamos. Claro que también hay quien afirma en privado que es probable que nunca llegue. Y no lo dicen precisamente ciudadanos de a pié.

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