Gastos superfluos que deben evitarse. Editorial de El Mundo. Sevilla, 19-07-2005
Gastos
superfluos
que
deben
evitarse
El delegado municipal de Cultura, Juan Carlos Marset, ha sido fiel
continuador de la estela marcada por quien le nombró para el
cargo, el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, y ha
presentado ante la Intervención municipal una prolija relación de
facturas de gastos superfluos cuyo montante asciende a casi 3.000
euros en poco más de dos meses. Casi quinientas mil pesestas en
comidas, que se dice pronto. Dirán los que traten de quitarle
hierro al asunto que, en un ayuntamiento con presupuestos como
el de Sevilla, esa cantidad es una minucia. Pero no lo es. Ni la
cantidad, ni el hecho en sí mismo. Mucho menos cuando es el
penúltimo episodio de una larga lista de gastos que incluyen
hoteles, viajes y comidas con los que los concejales, con el alcalde
a la cabeza, se homenajean a costa del erario público. Todo
tendría, si no una explicación, al menos sí una buena excusa si
esas comidas reportaran a la ciudad algún beneficio posterior.
Pero resulta difícil comprender cuál es la ventaja –para la ciudad,
no para los comensales– de que un delegado municipal se reúna
con el director de una institución cultural sevillana en un
restaurante, a razón de 240 euros la convidá, en lugar de hacerlo
en el despacho oficial de cualquiera de los dos. También pagados
con dinero público, por cierto, pero más baratos que las gambas
blancas y el vino de reserva. La sensación de mal uso del erario
público que se viene produciendo en el Ayuntamiento de Sevilla es
muy preocupante, como lo es el temor a que muchos de sus
responsables estén confundiendo el acceso a un puesto político
con una interpretación particularista del progreso económico y
profesional. No deberían olvidar, por más que pueda sonar a
demagogia, que los ciudadanos les han puesto con sus votos al
servicio de la cosa pública,ynoalrevés. Las suites de Monteseirín
en hoteles de lujo, los viajes de Silva y las comidas de Marset no
responden al modelo de gobierno de izquierdas con el que el
alcalde quiere revestirse.
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